ORANDO CON MARÍA
Yo te felicito en unión con toda la Iglesia Militante, oh María, Madre de Dios
Por haberte el Señor formado tan bella, tan pura, tan perfecta, cual convenía a la que había sido destinada para ser para el hombre…. un tipo acabado donde viera la Iglesia santa.
“Esto decía en mi interior” Y tú, ¿por qué felicitas hoy a María?
Yo estaba atento cuanto es lícito a un hombre viador y… se dejaba mirar
Mi corazón no pudiendo contener sus ímpetus de amor: ¡Virgen purísima, Iglesia santa, abre tu corazón y recibe en tus brazos a este pobre peregrino sobre la tierra!
Y ese ser real era una Virgen, era la Madre de Dios. La volví a mirar con más atención, y en la sombra vi luego la realidad; Y ese ser real era una Virgen, era la Madre de Dios.
No mires – me dijo entonces – el espejo que soy yo, mira, sí en mí, la imagen de la Iglesia….grabada por el dedo del mismo Dios.
Yo miré esa imagen, y vi entonces en María a mi AMADA: vi la Iglesia Santa
En Cristo, su cabeza, contemplé su inmensa e incomparable belleza – Miré su cuerpo y exclamé : ¡Qué eres perfecta, qué hermosa, Esposa mía!
No puede ser de otro modo. Yo soy la sombra que figura en ti una Virgen por nombre María; en mí y por mí verás a esa Virgen bella y hermosa. Si me retirara, quedarás en tinieblas, y abandonado a ti mismo.
Puesto que me amas, estos serán los efectos de tu amor Me santificarás siempre más y más
Mientras vivas, el Espíritu Santo que es el amor, no poseerá plenamente tu corazón con tal perfección que no deje en él vacío alguno.
Ven Amada mía, recíbeme en tus brazos, llena este corazón que te desea
María Madre de Dios, no es la Iglesia, es su parte, es su miembro, es su tipo