Hijo mío, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.
Mantén firme corazón, sé valiente, no te asustes al llegarte la desgracia, pégate a tu Señor, no lo sueltes, y al final levantará tu alma.
Siempre acepta lo que te sobrevenga, y soporta enfermedades y pobreza, porque el oro se acrisola en el fuego, y a los suyos el horno de las pruebas.
Ten confianza que el Señor va a ayudarte, si te acercas haré llano tu camino, respetarlo es aprender a esperarlo, no te apartes y no te habrás caído.