VOLVER A EMPEZAR
Compré una semilla para tener una planta.
La regué, la cuidé y trabajé mucho para crezca sana.
Un buen día noté que le salieron pimpollos, me sentí feliz, pues pronto vería sus flores.
De pronto algo pasó y caí sobre mi hermosa planta.
Mi cuerpo aplastó sus hojas y quebró su tallo. Mi planta quedó destrozada
y ya no podría ver florecer sus pimpollos.
Sufrí y lloré… Una profunda frustración se apoderó de mí.
Tanto trabajo, tanto esfuerzo, que un torpe movimiento destruyó.
Así también en nuestra vida, una necia actitud o un ataque de ira, unas cuantas palabras destructivas,
marchitan el trabajo de nuestro Labrador.
Tenemos dos opciones:
Quedarnos a contemplar el desastre,
o podemos comenzar a plantar de nuevo, con más experiencia y con más cuidados.
Señor: Tú eres mi Abogado perfecto, y me das una nueva oportunidad, me arrepiento de mi pecado, y quiero volver a empezar. Elaborado por: ximesol