automático Maná

Maná. El maná, relata el Éxodo, era el alimento enviado por Dios para sustentar al pueblo judío durante su travesía por el desierto. Aparecía cada mañana después que el rocío se hubiese disipado y debía ser recogido antes de que el sol lo derritiera. Según la descripción bíblica era parecido a las semillas de coriandro y, tras ser molido y horneado, su apariencia y sabor era comparable a las obleas saturadas con miel. Se considera que la resina del tamarisco, similar a la cera dulce y aromática, y muy abundantes en el sur del Sinaí, podría ser el maná referido en La Biblia. Wikipedia.

“Este es el pan que el Señor os da para comer” Éxodo 16,15.

Las Navidades de aquel año las pasé solo en El Castillón.

Después de cenar leía algunos pasajes de La Biblia o ciertos relatos de El Corán, pero siempre viejos escritos en los que desfilaban personajes y acontecimientos como en una interminable y gloriosa procesión.

Aquella fría noche, junto a la chimenea donde se apilaban resecos leños del encinar más cercano, leía el segundo libro de Moisés.

Al cabo de algún tiempo, entornando mis cansados ojos, me sumergí en un sueño.

El graznido de una lechuza alertó mis dolientes sentimientos y desperté. Porque en el tramo final de mi vida, yo, que tanto había buscado, ¿qué había conseguido?, ¿quién me había acompañado?, ¿dónde la felicidad?

En aquel instante, un tronco resbaló del hogar.

Con un trebejo arreglé las ascuas, que levantaron un haz de chispas Con un trebejo arreglé las ascuas, que levantaron un haz de chispas. -Quizás esta sea la respuesta, -pensé-. Imagen breve y acabada de la vida.

Seguí distraído la lectura: “…era el maná blanco como semillas de coriandro y sabía a galletas de miel…”, cuando creí escuchar una voz que me decía:

-Levántate y eleva en tus palabras una canción de gratitud. Vita Noble Powerpoints

Me levanté y vagué el resto de la noche perdido en melancólica reflexión.

“Este es el pan que el Señor os da para comer” Maná. “Este es el pan que el Señor os da para comer” Las Navidades de aquel año las pasé solo en El Castillón. Después de cenar leía algunos pasajes de La Biblia o ciertos relatos de El Corán, pero siempre viejos escritos en los que desfilaban personajes y acontecimientos como en una interminable y gloriosa procesión. Aquella fría noche, junto a la chimenea donde se apilaban algunos resecos leños del encinar más cercano, leía el segundo libro de Moisés. Al cabo de algún tiempo, entornando mis cansados ojos, me sumergí en un sueño. El graznido de una lechuza, alertó mis dolientes sentimientos y desperté. Porque en el tramo final de mi vida, yo, que tanto había buscado, ¿qué había conseguido?, ¿quién me había acompañado?, ¿dónde la felicidad?

En aquel instante, un tronco resbaló del hogar En aquel instante, un tronco resbaló del hogar. Con un trebejo arreglé las ascuas, que levantaron un haz de chispas. -Quizás esta sea la respuesta -pensé-. Imagen breve y acabada de la vida. Seguí distraído la lectura: “…era el maná blanco como semillas de coriandro y sabía a galletas de miel…”, cuando creí escuchar una voz que me decía: -Levántate y eleva en tus palabras una canción de gratitud. Me levanté y vagué el resto de la noche perdido en melancólica reflexión.

Maná. Texto : Pedro Martínez Borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: Tears – Ernesto Cortazar.