No llego a ser el dueño, el dueño de mí mismo. Aún no hago el inventario de lo que soy y tengo. Pero lo sé, en lo más íntimo, lo sé, que te pertenezco.
Yo soy para mí mismo confuso e incompleto. No soy quieta autoestima, ni abarco mis procesos. (Pero lo sé, en lo más íntimo lo sé, que te pertenezco)
Y desde mi “pertenecerte”, poco a poco me poseo, sombra a sombra me integro, luna a luna, yo me gesto.
Y desde mi “pertenecerte”, cana a cana me comprendo, lágrima a lágrima me entrego, risa a risa, me acepto.
Te pertenezco... Me pertenezco.
Y mi alma se complica, y me siento inseguro, y mis dioses me fallan dejándome desnudo. ...Pero lo sé, en lo más íntimo lo sé, que te pertenezco.
Certeza como un rayo. Revelador secreto. ...A la vez, me supera, y no sé si lo “entiendo”. Pero lo “sé”, en lo más íntimo, lo “sé” ¡Que te pertenezco!
Y desde mi “pertenecerte”, poco a poco me poseo, sombra a sombra, me integro, luna a luna, yo me gesto.
Y desde mi “pertenecerte”, cana a cana me comprendo; lágrima a lágrima, me entrego, risa a risa, me acepto.
Y desde mi “pertenecerte”, poco a poco, me hago dueño. Sombra a sombra, me perdono, luna a luna, me sereno.
Y desde mi “pertenecerte”, cana a cana me reencuentro, lágrima a lágrima me nombro, risa a risa, me libero.
Te pertenezco... Me pertenezco...