“Yo estaré con vosotros, hasta el fin del mundo” Mt 26,20 día tras día, hasta el fin del mundo” Mt 26,20

¿Alguna vez estás sentado por allí, y de repente sientes deseos de hacer algo bueno por alguien?… Ése es Dios… que te habla a través del Espíritu.

Ése es Dios... que quiere hablar contigo. ¿Alguna vez te has sentido derrotado... Y de repente alguien parece estar contigo para animarte? Ése es Dios... que quiere hablar contigo.

¿Alguna vez has estado en una situación problemática y no tenías idea de cómo se iba a resolver y de pronto las cosas se han ido allanando casi sin darte cuenta?… Ahí estaba Dios… que toma nuestros problemas en sus manos y con su PAZ nos ayuda a resolverlos.

¿Alguna vez has sentido una inmensa tristeza en el alma y al día siguiente la tristeza ha pasado?… Aquí estaba Dios… que te va madurando a través de los golpes de la vida.

¿Alguna vez has sentido que todo el mundo te va en contra y que las cosas ya se están saliendo de su cauce, y de pronto lo sabes mirar desde el otro lado?... Ése es Dios… que te ayudó para que pusieras todos tus sentimientos en el lugar que les corresponde.

Todo es tan sencillo como... Dejar de darse vueltas a uno mismo, y abandonarse en manos de Dios...

¿Piensas que has leído este mensaje accidentalmente ¿Piensas que has leído este mensaje accidentalmente?... Fue Dios… que a través de él te iluminó y se acordó que estas ahí, y que eres su amigo.

Recuerda que en todo lo que hagamos debemos acordarnos de Él, debemos agradecerle todos los días las bendiciones que nos regala y tener siempre fe en que esas bendiciones continuarán multiplicándose.

Dios está más cerca de ti que tu mismo...

Amonestado por Ti y con Tu ayuda, entré en mi interior Amonestado por Ti y con Tu ayuda, entré en mi interior. Entonces vi sobre mi alma una LUZ inexpresable. No estaba encima de mi, sino EN mi, porqué me había creado. Y me estremecí de AMOR. ¿Que tarde Te amé, o verdad tan antigua y tan nueva! Tu estabas dentro de mi y yo estaba fuera. Tu estabas en mi, pero yo no estaba en Ti. Me retenían fuera de Ti estas cosas que, si no fuesen por Ti no existirían. Tu rompiste, por fin, mi sordera. Me tocaste, y me ha inundado tu PAZ. Confesiones de San Agustín