Pedro Martínez Borrego avance manual 10 de Nisán del 33

Grano de trigo. “De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere lleva mucho fruto” Juan 12,24.

10 de Nisán del 33. Con la alusión a un grano de trigo, Jesús da a entender que debe ser plantado en la muerte para que se produzca fruto que lleve a la vida eterna. Pide a su Padre que glorifique su nombre y del cielo se oye una voz que dice: “Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez”. Más tarde Jesús insta a los oyentes a evitar la oscuridad y andar en la luz, y cuando la fuerza de las tinieblas les acose pide a la gente que pongan fe en él “como luz que ha venido al mundo”.

Jesús en su corto ministerio había sufrido triunfos y desengaños, pero el resultado total de sus desvelos por la paz y la libertad ya se avecinaba.

Llegaría la hora en que los hombres, unidos en una causa común, serían llevados hasta el logro de un nuevo mundo ansiado y presentido. Que ya se adivinaba.

En aquel día alcanzarían la libertad deseada y vivirían en paz En aquel día alcanzarían la libertad deseada y vivirían en paz. Y lo harían cumpliéndose lo que le diría a los griegos: “De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto”.

Al día siguiente, madrugó Al día siguiente, madrugó. Tibias ráfagas de aire jugaban entre los altos trigales, marcando caprichosos surcos que daban a las espigas una curiosa vivacidad. La suave brisa esparcía su fragancia al amanecer.

El momento para cumplir su misión estaba cerca El momento para cumplir su misión estaba cerca. Miró por última vez la aldea; la amplia perspectiva de las tierras cultivadas y su pausada placidez.

- ¡Adiós, Betania! - exclamó, asombrándose del tono apagado de su voz al descubrir su emoción.

Empezó a caminar por el sendero de Jerusalén. Iba a pie.

El aroma de un macizo de humildes margaritas al borde del camino le hizo detenerse. Se agachó, cogió una flor y la besó. Cuando la dejó, aquella florecilla estaba rociada con sus lágrimas.

10 de Nisán del 33. Jesús en su corto ministerio había sufrido triunfos y desengaños, pero el resultado total de todos sus desvelos por la paz y la libertad ya se avecinaba. Llegaría la hora en que los hombres, unidos en una causa común, serían llevados hasta el logro de un nuevo mundo ansiado y presentido. Que ya se adivinaba. En aquel día alcanzarían la libertad deseada y vivirían en paz. Y lo harían cumpliéndose lo que le que diría a los griegos: “De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto”. Al día siguiente, madrugó. Tibias ráfagas de aire jugaban entre los altos trigales, marcando caprichosos surcos que daban a las espigas una curiosa vivacidad.

La suave brisa esparcía su fragancia al amanecer La suave brisa esparcía su fragancia al amanecer. El momento para cumplir su misión estaba cerca. Miró por última vez la aldea; la amplia perspectiva de las tierras cultivadas y su pausada placidez. -¡Adiós Betania! - exclamó, asombrándose del tono apagado de su voz al descubrir su emoción. Empezó a caminar por el sendero de Jerusalén. Iba a pie. El aroma de un macizo de humildes margaritas al borde del camino le hizo detenerse. Se agachó, cogió una flor y la besó. Cuando la dejó, aquella florecilla estaba rociada con sus lágrimas.

10 de Nisán del 33. Texto: Pedro Martínez Borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: Padre nuestro - Los sonidos del silencio. R..Clayderman.

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