Padre Fermín María O.F.M. Del Libro CORAZONES Y ROSAS
Joaquín
Yo sé, SEÑOR, que soy inacabable…. Yo sé que soy eterno… Me lo dicen mis ansias y el atroz aleteo de mi ESPIRITU prócer, amarrado al barro de mi cuerpo. Yo creo en TI, DIOS mío, y en tu poder inmenso. Porque sólo la mano poderosa que sostiene los astros en el cielo, es capaz de tener aprisionado este Fénix atroz y gigantesco. ¡Oh, qué bellos caprichos los tuyos, SEÑOR nuestro! A la rosa le has dado todo el campo por cerco; a la gota del agua, el océano; y el espacio al insecto. Y al Mar y al Corazón nos encierras en límites de cieno…..
¡Qué tortura, SEÑOR, ser sólo hombre ante el Amor eterno! No miréis a la rosa para creer en DIOS…. SEÑOR, yo creo porque he cerrado los absortos ojos y me he visto por dentro. No vayáis a la mar los que queréis oír la voz que hizo el Universo. Juntad vuestros oídos a mi espalda, a mi pecho; y escuchad el clamor impetuoso de mi alma de fuego, de mi Espíritu, pájaro escapado de los ignotos cielos, que canta su canción incomprensible, como la tempestad y como el trueno.
. ¡Oh, sí!… Yo sé que soy inacabable…. Yo sé que soy eterno; pues para aniquilar mi amor enorme toda la eternidad no tendrá tiempo. Creo, SEÑOR, en mi supervivencia porque no existe un viento capaz de consumirme este amor devorante… este incendio que abrasa y no consume, ¡oh gran milagro! esta pálida zarza de mi cuerpo. ¡Gracias!, gracias te doy porque me hiciste eterno. TÚ sabías que yo debo amar mucho y me has dado la eternidad para eso.