La felicidad es un camino, no un destino.
Ser feliz es bastante fácil: disfruta en cada momento con lo que haces y da gracias siempre por estar vivo.
Nadie es responsable de tu felicidad, solo tú.
Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.
Es imposible ser feliz cuando los deseos no están en proporción con lo que se puede lograr.
Lo que convierte la vida en una bendición no es hacer lo que nos gusta, sino que nos guste lo que hacemos.
La felicidad no depende de lo que cambies en tu vida... salvo que te cambies a ti mismo.
Es increíble lo bien que uno se siente cuando cree en lo que está haciendo y lo disfruta.
La esencia de la felicidad consiste en que aceptes ser el que eres.
No hay mejor momento para ser feliz que ahora mismo.
El éxito consiste en conseguir lo que se desea. La felicidad, en disfrutar de lo que se consigue.
Quien encuentra la paz en su hogar, ya sea rey o campesino, es el más feliz de los humanos.
Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas.
En todos los caminos siempre hay un desvío para ir a la felicidad.
La clave de la felicidad está en el equilibrio espiritual de quererse a sí mismo y amar a los demás.
Para ser feliz hace falta sobre todo estar a gusto con uno mismo.
La felicidad no depende de lo que uno tiene, sino del buen uso que hace de lo que tiene.
Sólo puede ser feliz siempre el que sepa ser feliz con todo.
La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.
Una vida feliz nunca es un regalo del destino. Hay que hacer algo para conseguirla.
La mayoría de las personas son todo lo felices que ellas mismas deciden ser.