YO EL NINGUNO
Soy un ninguno, ninguneado en mi propio país; uno de esos cientos de miles que en el último censo nos quedamos confundidos al tener que responder si éramos Aymaras, Quechuas o Guaraníes y como Dios dispuso que no fuéramos nada de eso, la única opción que nos dieron fue marcar ninguno.
Soy uno de esos ninguneados que jamás tendrá tierra en Bolivia, porque nunca participó del poder para apropiarse indebidamente de ella, nunca ha tenido los recursos para comprarla y no tiene los rasgos ni el apellido indígena para esperar que el régimen del MAS le de nada, ni siquiera una mísera pega.
Soy de los que cuando me encuentro con los otros ninguneados preguntamos ¿dónde estás?, con la esperanza de encontrar un contacto para una pega o por lo menos una consultoría, quizás un negocito, pero nada: ya los corrieron por qaras, por neoliberales, o por lo que sea, pero andan igual o más jodidos que yo.
Soy de esos ninguneados que siempre se esforzó por educarse, que invirtió años de estudio, miles de dólares e incontables noches de desvelo para lograr la licenciatura, la maestría o el doctorado. De esos que por tener formación se sintió co-responsable de lo que pasaba y alguna vez se entusiasmó con un proyecto político o un programa de gobierno; de los que escribió algo o trabajó a favor de lo que le parecía bueno para el país pero que terminó defraudado e ignorado por los maleantes de turno en el poder y, para colmo, ahora es despreciado por los nuevos administradores del Estado.
Soy también de esos ninguneados que jamás participó en política, ni trabajó para el Estado, que siempre hizo lo mejor que pudo por un sueldo digno y ahora lo descalifican tildándolo de neoliberal sin saber si quiera cómo piensa.
Soy de esos ninguneados que se preocupa porque le nacionalizaron su empresa o le están corriendo del país a sus empleadores y porque siempre hay cientos de postulantes para una sola pega debido a que ya nadie se anima a invertir en Bolivia.
Soy además de los ninguneados que optó por trabajar en su propio negocio, de los que su pinta, su barrio y su forma de vida lo han hecho siempre blanco de las autoridades tributarias y aduaneras y no le han permitido gozar de la informalidad, o por lo menos del régimen simplificado. De esos que tienen que hacer malabarismos para mantener a flote su negocio y competir con los afortunados gremialistas, pero que no calificaría ni por asomo para la ayuda al desarrollo productivo que Evo Morales está ofreciendo a los cuatro vientos.
Soy de esos anti-imperialistas de siempre, que nunca estuvimos de acuerdo con que los gringos nos impongan las cosas y que ahora vemos espantados como a un presidenzuelo con delirio de grandeza le abren las puertas de nuestro país para que haga lo que le de la gana a cambio de unos centavos de caja chica para el proselitismo de Evo.
Soy de aquellos que se hartaron de la partidocracia de antes, que añoró y abrazó el cambio, pero que ahora le angustia la idea de que nos quieran imponer una nueva constitución parida con sangre y engaño, que además de ser incongruente y discriminatoria contra los ninguneados, condenaría a todos los bolivianos indígenas o no - al perpetuo subdesarrollo y pobreza.
Finalmente soy de los ninguneados que, aunque no seamos los más, sí somos los suficientes! suficientes para parar esta locura y hacer que se respeten nuestros derechos como bolivianos.