(Artículo de Prensa de Mayo 31 de 2008)

ROMPA LA CADENA DE LOS CORREOS ELECTRÓNICOS Ni la vida de la niña con sida en Estados Unidos, ni la salud del bebé que nació con Polio en Francia están en sus manos. Es más: ni la niña, ni el bebé existen. Los que sí existen son miles de personas que se dedican a crear y difundir falsas alarmas y promesas en mensajes que le piden difundir a sus amigos. Técnicamente hablando, su cuenta de correo es suya y es privada. Si bien es cierto que algunas páginas de Internet pueden donar dinero a organizaciones de caridad, esto no vale para los e- mails que usted remite a sus contactos, lo cual hace imposible, además, que usted reciba dinero o premios por enviar un mensaje a muchas personas.

EL PELIGRO DE LOS S REENVIADOS Cuando usted no escribe un correo electrónico, sino que lo envía tal y como lo recibió a algunos de sus contactos, ha hecho un reenvío. En general, los correos que piden ser reenviados, parecen tener buenas intenciones, y quienes se los han remitido a usted seguramente lo hicieron con objetivos nobles. El problema es que, en la gran mayoría de los casos, se trata de engaños. La lista de los trucos conocidos es muy grande y la de los desconocidos lo es aun más. Tenga en cuenta que para hacer un correo de esta clase no se requiere nada, ni una credencial, ni tener cierta edad, ni títulos académicos o formas de corroborar que lo que dice es cierto. No necesita ni siquiera pagar por una cuenta de correo especial. Así pues, los correos con historias fabulosas son mentirosos en mucha mayor proporción que genuinos. Empiece entonces por asumir que ese mensaje que le pone en guardia sobre traficantes de droga que quieren hacer daño a sus hijos, o sobre arañas venenosas bajo el asiento de los baños públicos, es totalmente falso. Por otro lado, hay algunos correos que están tan mal escritos que es evidente que los redactó un niño haciéndose pasar por el gerente de ventas de una organización poderosa, aunque hay otros que incluyen buena redacción, ortografía y datos que supuestamente corroboran la información.

CLAVES PARA DETECTAR EL ENGAÑO De ser una trampa, un correo le haría perder tiempo a sus familiares o amigos. Podría preocuparlos sin necesidad y, en el peor de los casos, les haría perder dinero. Es por eso que debe tomarse su tiempo antes de pulsar el botón de reenviar. La clave está en pensar con criterio lógico y adulto antes de alarmarse o tener miedo, e incluso de sentir simpatía o compasión. Recuerde que si alguien al otro lado del mundo está tratando de convencerlo de una causa real y justa, es casi seguro que se sepa de esta en medios de comunicación serios y confiables, y en páginas de Internet. Las páginas web son fuentes confiables de información. A diferencia de un correo, un sitio de Internet tiene una dirección fija y personas que responden legalmente por ella. Por lo tanto, puede ser sancionada si publica información falsa o peligrosa. En caso de que el correo que está leyendo no lo remita a fuentes confiables, haga usted mismo una prueba rápida. Si la historia le interesó o lo perturbó, seguramente no le importará averiguar más sobre ella. Haga una búsqueda en Google o Yahoo, trate de encontrar información en Wikipedia u otras fuentes más confiables como los periódicos. Quedará asombrado al ver que, en muchos casos, el resultado de la búsqueda es una referencia a la conocida estafa del Internet en que acaba de caer.

MEZCLA EXPLOSIVA PERO NO MORTAL El famoso caso del niño brasilero que murió por consumir Coca Cola y pastillas para el aliento, fue una broma de Internet que logró filtrarse a algunos medios de comunicación importantes. Está comprobado que la Coca Cola dietética, y otras bebidas similares, reaccionan químicamente con un componente de algunas pastillas para el aliento. En un episodio del programa de televisión Myth Busters, los Cazadores de Mitos, el fenómeno fue comprobado y explicado. Sin embargo, no se ha reportado la muerte de nadie, ni en Brasil ni en ningún otro país del mundo, por causa de este fenómeno. Al contrario, el sentido lógico indica que, por tratarse de una reacción tan rápida, provocaría hinchazón o vómito, pero no una muerte lenta y silenciosa como la descrita en el correo electrónico que avisaba sobre la muerte del pequeño estudiante de primaria.