NAVIDAD 2011 NAVIDAD 2011

Como todos los años esta mañana hemos ido a visitar Nacimientos. Mi abuela lo tiene como costumbre, montar su Belén un par de días antes de la Navidad y en cuanto nos dan las vacaciones el peregrinaje de la visita a los Nacimientos más emblemáticos: el de la Comunidad, el del Palacio Real, el de San Ginés, etc. y el mismo día de Nochebuena el de San Rafael.

Por eso como digo esta mañana habíamos ido a ver este Nacimiento, que según voy siendo mayor me gusta más. El Portal con la Virgen, San José, el Niño Jesús, los Reyes allá lejos, el castillo de Herodes, aún más lejos, las estrellas, la luna, la noche, amanecer… Sin olvidarnos de los pastores. Mi abuela siempre copia cosas para luego incluirlas el próximo año en su Nacimiento, que cada vez es mayor.

Pero esta tarde ha ocurrido algo extraordinario. Algo que no acabo de comprender.

Después de comer, habíamos ayudado a mamá a poner la mesa y los regalos. Pequeños detalles que nos encontrábamos sobre los platos desde hacía un par de años. De pronto mamá se da cuenta de que falta el regalo de la abuela. Y decide que nos acerquemos al centro a comprar algo, algo que mamá sabe le va a gustar.

Hace frío, mucho frío, incluso esta empezando a nevar, pero no nos importa, es más tanto a mi hermano como a mí nos hace mucha ilusión salir ¡ojala nieve mucho, tanto que cuando volvamos haya cuajado!

A la vuelta mamá ha querido que antes de coger el autobús, nos parásemos a ver un Nacimiento que había en una iglesia, cerca de Moncloa, y que precisamente no lo ponen hasta ese día, el día en que nace el Niño Jesús. Me ha gustado mucho y no sé porque me he fijado en el portal, lo guapa que era la Virgen, parecía muy joven y San José, con una barba morena (no blanca como había visto en otros) y el Niño no estaba en la cuna, sino en los brazos de su Madre, arropadito en una manta blanca.

En vez del autobús cogemos el Metro. Hacía mucho frío y estaba nevando muchísimo. Además del regalo de la abuela, hemos comprado una tarta y no sé… carne, pero ya hecha, por si acaso, dice mamá, no teníamos bastante comida.

Pero lo extraño sucedió al salir del Metro. La nieve había cuajado y justo junto al quiosco de periódicos debajo de una especie de caseta hecha con cartones había unas personas. Mejor dicho eran una pareja. El señor, con barba negra estaba intentando encender un fuego en una lata y la señora, muy joven, apretaba contra su pecho un bebé, debía ser un bebé porque abultaba muy poco, envuelto en una manta blanca, blanca como la nieve que caía.

Mi hermano y yo nos hemos parado delante del grupo y entonces el señor nos ha dicho que si podíamos darles algo para poder cenar. La señora sonreía, sonreía, de una manera muy extraña. Mamá les ha preguntado que si iban a pasar allí la noche con el frío que hacía y ellos han respondido que más tarde, si seguía nevando se meterían en el Metro..

Entonces mamá les ha dado la bolsa con la comida que habíamos comprado y ha quedado en que les bajaríamos un cacharro con caldo caliente. Nos han dado las gracias y nos han dicho si queríamos ver al niño. Hemos dicho que sí. Era guapísimo y sonreía

Al llegar a casa se lo hemos contado a la abuela, pero lo extraño ha sido que al fijarme en nuestro Nacimiento me ha parecido que la Virgen sonreía y se parecía mucho a la señora del Metro y también nuestro San José tenía barba negra y no blanca C.Navarro

DICIEMBRE 2011