De la serie poe-canciones del poeta Mariano Estrada
Una cita. Las diez. Un restaurante. Un rincón en el fondo. Una balada.
Y nosotros sentados a una mesa con dos velas, dos copas, dos miradas.
Ofreciendo los ojos a los ojos hicimos que la noche se llenara de burbujas de vino y de silencio, de sonrisas en labios de manzana, de erupciones de piel interminables y bocas en ausencia de palabras.
Salimos a bailar y al abrazarnos lo hicimos con la fuerza de las brasas. Como juego de manos, mil caricias, como hiedras del cuerpo, dos tenazas, y por hilo de amor un sentimiento sin resquicios ni grietas ni distancias.
Desgranando los besos como espigas recorrimos la noche hasta gastarla. Una luna muy alta nos bendijo y empujó nuestros cuerpos hacia el alba.
Gloria Gutiérrez Albiach.