POR: Luisa Fernanda Vásquez Rendón Ana Isabel Gómez Vásquez

Hace solo dos años, yo era Reina del Castillo Ibérico. Yo era una mujer feliz con muchos cargos encima, pero aun así me consideraba una mujer muy justa.

Mi infancia fue algo dura, mi padre y mi madre eran esclavos del rey. nunca me gusto lo que ellos hacían y me proyecte a mejorar sus vidas, las de los demás esclavos y claro, la mía. Mis padres no estaban de acuerdo, ya que a ellos les daba miedo que yo marcara la diferencia en mi generación o fallará en ello. Fue difícil, sí. Pero no imposible!

Mi vida comenzó a tener sentido cuando me enamore del hijo del rey. Era muy apuesto, gentil, era una persona muy inteligente. Él se llama Santiago, la primera vez que lo vi, me pareció que tenía algo diferente, algo inexplicable, su sonrisa! Siempre hice todo aquello para poderlo observar.

cuando salía en su caballo blanco yo me escondida entre árboles y arbustos, admirando su forma de hacerlo. Todos los días buscaba la forma de encontrármelo, de casualidad, claro! Él no se fijaba en mí.

Pero un día observándolo desde un arbusto que daba justo al frente de la ventana de su habitación, caí, me di un gran golpe en la cabeza y me fracture 3 costillas, la tibia de mi pierna izquierda y unos que otros raspones. Su padre y él corrieron a ver que sucedía y al verme en el jardín me levantaron y me llevaron hacia dentro, allí tuve un buen rato para hablar con él, relacionamos nuestras cosas en común y así comienza una nueva etapa.

Pasaron los años y cuando cumplí los diecinueve años, procedí a casarme con el esos días fueron los mejores de mi vida, pero con los años la relación se fue deteriorando. Al casarme con el hijo del rey podría demostrarles a mis padres y a los demás esclavos que para lograr algo era necesario sentir el valor, las ganas, las fuerzas y más aún anhelar con esperanza.

Al dirigirme a ellos, lo tomaron como una humillación, lo que los llevo a ponerme en contra del rey. Inventaban cosas, ilógicas, incoherentes; en ocasiones mi esposo, el rey, les creía. El comentario más doloroso para mí fue decir que yo era una interesada, que solo buscaba la fortuna de su reino.

Pero yo no soy de esas personas que me dejo decaer por comentarios, al contrario en ese instante me hice más fuerte, y con más coraje hice todo lo que estaba en mis manos para los esclavos, les mande construir viviendas, una institución para una mejor educación, siempre me base que para poder salir adelante tenía que educarme aunque en mi caso fue voluntad.

Transcurridos 5 años, los esclavos, que ya era parte de una sociedad, es decir, unas personas más civilizadas, con una mejor educación, decidieron venir hacia mí, agradeciendo lo que en un pasado hice por ellos. Me sentí una persona orgullosa de sigo misma, supe que era tener un buen liderazgo, una comunicación; aunque lo aprendí después de suceso. Desde ahí comenzaron a marchar las situaciones de una manera inesperada, jamás pensé que ser reina hubiera cambiado tanto mi vida y por supuesto, las de ellos.

Yo decidí continuar ayudando a quienes necesitaban de mi ayuda y no negué nada que estuviera a mi alcance, aquí comienza mi falla. Fui una persona muy solidaria con los demás y me excedí, mi esposo me lo había advertido te aseguro que si sigues repartiendo tanto dinero, vamos a quedar como lo que tú eras.

Pues yo era incapaz de negar algo, y con el pasar del tiempo el castillo y mi relación se deterioraba cada día mas, mi esposo se negó a seguir con una mujer tan tolerante con las dificultades de los demás y en la realeza solo habían malos entendidos, problemas y muy poco dinero. Tomé conciencia y me puse a pensar si ellos necesitan porque no se lo consiguen, yo pase por lo mismo y luche hasta lograrlo, aunque mucha parte fuera amor.

Me volví una mujer rígida, aunque por dentro sentía que mi corazón se desvanecía, yo no cambie mi modo de ver las cosas. Al cambiar mi manera de actuar frente estas situaciones, se desató una guerra, en la cual nuestro ejército como deber tenía que protegerme, me llevaron a una isla totalmente desconocida para mí. mi esposo se quedó luchando y mientras yo andaba allí sin saber que ocurría, el rey Santiago se enamoró de nuevo, y por supuesto no fue de mí, claro! Fue de otra chica.

Ella logro enamorarlo hasta quitarme mi trono, aunque las cosas con él ya no marchaban bien pienso que fue mejor así, me dolió, demasiado. Pero aun así soy feliz, vivo agradecida con mis padres por la educación que pudieron darme y estoy satisfecha de ayudar a quien necesitó de mí.