¿Cambio climático o colapso ambiental? Casifop, 2010

I. El Problema

Del 29 de noviembre al 10 de diciembre de 2010 se realizará en Cancún la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), referida sucintamente en los medios como COP 16. Se trata de una reunión regular entre los gobiernos que participan en la ONU, con el fin de alcanzar un acuerdo complementario al Protocolo de Kioto (firmado en la COP 3 en 1997) que permita identificar científicamente y frenar supuestamente el cambio climático con medidas de mitigación ante el cambio climático o bien proponer medidas de adaptación frente al mismo.

Las llamadas medidas de mitigación son tecnologías y medidas supuestamente destinadas a limitar y reducir las emisiones de GEI, o bien para mejorar los sumideros de GEI. Tecnologías y medidas que pueden adoptarse en tres sectores de uso final de la energía (edificios comerciales/residenciales/institucionales, transporte e industria) así como en el sector del suministro de energía y en los sectores agrícola, forestal y de gestión de residuos. Medidas potenciales, que comprenden programas basados en el mercado, acuerdos voluntarios, medidas reglamentarias, investigación, desarrollo y demostración (IDyD), impuestos sobre las emisiones de GEI y permisos/cuotas para las emisiones. Se supone que los países pobres deben tener en cuenta lo antes posible las medidas de mitigación, mucho antes que las de adaptación, porque estas últimas muy probablemente les resultarán inasequibles.

Como no van a bastar las medidas de mitigación, se requiere que los países y comunidades adopten medidas de adaptación para protegerse de los daños y perturbaciones probables, pues el cambio climático afectará dramáticamente las condiciones materiales de la sociedad, comenzando por el acceso al agua potable, la agricultura, la sanidad, los ecosistemas, la biodiversidad y las infraestructuras, por nombrar unos cuantos. Las naciones deben tener en cuenta los efectos del cambio climático sobre la planificación urbanística y el uso del terreno, la gestión del agua (protección ante inundaciones y sequías), la tierra (desertificación y erosión), la planificación de infraestructuras y transporte, la obtención de energía, la producción agrícola y la silvícola, la atención sanitaria, los seguros y la financiación, la construcción, los sistemas de prevención de catástrofes, la biodiversidad y el turismo. Para ello se propone la elaboración de mapas de peligrosidad, de riesgo, migración, conflictos sociales, etc. (por inundaciones repentinas o marinas, olas de calor, corrimientos de tierra, desertificación, salinización, incendios, etc.), mostrando las posibles consecuencias territoriales, ambientales y sociales del cambio climático, así como planes de evacuación y reasentamientos. Si bien la adaptación también incluye el diseño y venta de técnicas, materiales y productos agrícolas, industriales, nuevas reglas y materiales de construcción, transporte, manejo de ríos, etc., todo a prueba de clima. Mientras las aseguradoras desarrollan productos para reducir los riesgos y la vulnerabilidad ante los desastres, etc.

En la actualidad, no se tiene claridad ni se dispone de experiencias sobre la manera de lograr este proceso de adaptación. Hay una carencia de análisis de riesgo sistemático, que permitiría predecir cual sector se verá afectado y cuándo. Lo que único que se sabe es que los impactos afectarán con mayor fuerza a aquéllos que tienen la menor capacidad de adaptarse debido a sus carencias técnicas y financieras: los países pobres y las personas pobres en dónde sea. En medio de esta incertidumbre ambiental los Estados nacionales, sujetos a la pulsión neoliberal, han abierto este campo vital a la participación libre de las empresas privadas, que ven aquí la oportunidad para desarrollar todo tipo de negocios lucrativos. Tanto mas altos cuanto más criticas y urgentes sean las necesidades de la población. Para ello las empresas transnacionales deben impedir hasta donde resulte posible la actuación pública de los Estados, pero sobre todo de las comunidades autoorganizadas. En medio de este caos global, los países en desarrollo sólo atinan a exigir de las naciones industrializadas – como los principales responsables del cambio climático – un apoyo técnico y financiero en la planificación y ejecución de sus medidas de adaptación y mitigación. El problema estriba en que estas naciones del norte son justamente las principales promotoras del neoliberalismo, las vendedoras de las tecnologías a prueba de clima y de la nueva mega burbuja especulativa de la llamada ECONOMÍA VERDE y de los grandes mercados del agua

Para no dejarnos encerrar dentro de los discursos que sólo hablan de cambio climático y sus respectivos mercados verdes y azules, hoy necesitamos hablar mas que de una crisis climática, de una crisis ambiental general (que naturalmente es climática, pero también hídrica, biológica, química, de salud, agrícola, de saberes locales, etc.), pues en virtud a la forma integral en que todas estas crisis interaccionan lo que esta comenzando a suceder ya es una catastrofe ambiental y civilizatoria planetaria, que requiere urgentemente de una organización social autónoma respecto del capital, en vistas al logro de cambios profundos en el patrón técnico, en la forma económica y social, así como en los modos de ejercer nuestra politica y cultura.