La descarga está en progreso. Por favor, espere

La descarga está en progreso. Por favor, espere

La cultura institucional de género II

Presentaciones similares


Presentación del tema: "La cultura institucional de género II"— Transcripción de la presentación:

1 La cultura institucional de género II
PUEG UNAM 30 de octubre, 2015 Cristina Palomar Verea

2 Punto de partida de la investigación:
Tomamos al género como principio de ordenamiento simbólico y el determinante social fundamental para entender la cultura institucional de género en la UdeG, y afirmamos que dicho orden no se descifra al sumar los sujetos corporal y anatómicamente diferenciados en posiciones y tareas, sino que debe analizarse la lógica simbólica general en tanto reflejo de los esfuerzos de elaboración cultural acerca de la diferencia sexual que modela las relaciones sociales según dicha lógica, pero que además está en estrecha conexión con otros registros de la vida institucional. El dato estadístico cobró entonces para nosotros el sentido de ser solamente una de las expresiones del orden de género, dado que este orden antecede a la distribución de los sujetos en las posiciones, jerarquías y lugares en la Universidad.

3 Particularmente central nos parecía el vínculo del género con los registros del poder y del saber. Sabíamos ya de la existencia de un nexo entre el género y el poder aunque, dicho nexo no es transparente en tanto que cada uno de estos conceptos es polémico en sí mismo, lo cual hace imposible hablar de una teoría unificada y conclusiva sobre ninguno de ellos. Por otra parte, consideramos que moverse metodológicamente de la dimensión imaginaria en la que suele interpretarse la realidad social a la dimensión simbólica del género y del poder, nos permitiría un análisis mucho más móvil y matizado de los fenómenos sociales. Desde esta perspectiva, la tarea de analizar las dinámicas institucionales que el género y el poder producen al ponerse en juego con las propias del ámbito del saber, que es el objeto propio del mundo académico, se tornó mucho más compleja y profunda.

4 Planteamos que, cuando se hace investigación, no es posible asumir que el género aparece igual en todas partes. A partir de nuestra definición de género, entendemos que con este ocurre lo mismo que planteaba Foucault en relación con el poder: es algo que hay que aprehender en la singularidad de su aparición en cada momento y contexto particular, ya que su expresión depende de cómo se entrelaza con los otros circuitos discursivos que conforman el ámbito estudiado. También es similar el género al poder en el sentido de que la pregunta más adecuada para estudiarlo comienza con un “¿cómo?” y en que es posible de ser analizado solamente a través de ciertas acciones, no en abstracto.

5 El procedimiento que se ideó para la investigación fue mixto; aunque para la fase de corte cuantitativo era necesario establecer un marco básico de datos numéricos generales que nos permitiera contar y conocer la distribución de hombres y mujeres en las distintas áreas, posiciones y estructuras universitarias esto solamente tendría sentido al ponerse en relación con los datos que se obtendrían en la aplicación de un instrumento de recolección de información que nos permitiera hacer un análisis de la cultura institucional de género a partir de la realización de cruces de variables determinadas con anterioridad.

6 La fase cuantitativa de la investigación inició en el 2004
La fase cuantitativa de la investigación inició en el Los avatares de su desarrollo fueron múltiples y de gran complejidad. La historia de esta investigación no fue fácil y no tuvo un final feliz. Hubo tropiezos, obstáculos, errores e impasses que alargaron los tiempos previstos, consumieron el poco presupuesto que se nos dio, y que nos hicieron preguntarnos frecuentemente si lograríamos llegar a alguna conclusión válida y útil para hacer afirmaciones ciertas acerca de nuestro objeto de estudio.

7 Principales obstáculos
Para empezar, encontramos que en las oficinas administrativas de la universidad no se contaba con información precisa ni accesible para nosotros que nos facilitara el arranque del trabajo, además de que muchos de los datos que necesitábamos ni siquiera estaban desagregados por sexo. Esto nos llevó a recurrir a vías indirectas para hacer estimaciones, tales como la revisión de los informes anuales del rector general de la universidad, las llamadas Numeralias institucionales y otros documentos oficiales públicos. Por otra parte, el mundo de la UdeG en la ZMG es tan amplio, que planteaba retos enormes para un equipo de investigadores poco numeroso y sin gran presupuesto, por lo que se tomó la decisión de contratar los servicios profesionales de un centro especializado en levantamiento de datos, para el diseño y la aplicación de las encuestas, lo cual resultó sumamente problemático pero muy iluminador respecto a la complejidad metodológica involucrada en la investigación en el campo de los estudios de género.

8 Ante la calidad desastrosa del trabajo de aplicación del instrumento, se tomó la determinación de salvar lo salvable y de validar esos datos con información proveniente de otras fuentes. La información estadística que se logró salvar de la encuesta aplicada separadamente a los tres sectores de la comunidad universitaria, permitió producir dos primeros cuerpos de datos: 1) Datos generales: sociodemografía, situación y movilidad en el trabajo, escolaridad, condiciones socioeconómicas; y, 2) Cultura de género en la universidad: prácticas, identidad, percepciones, presupuestos, actitudes y creencias de género, y violencia y discriminación. Este segundo cuerpo de datos se amplió considerablemente con información proveniente de otras fuentes.

9 El dato estadístico perdió centralidad y fue solo uno entre los diversos datos con los que se trabajó el análisis de la cultura institucional de género. Es decir, fuimos poco a poco avanzando en un proceso que nos permitió tomar los pocos “datos duros” solamente como pinceladas parciales en el proceso de componer la imagen buscada, como un elemento más para el trabajo interpretativo de la información general de la investigación, en vez de tomarlo como el centro de ésta. Las otras fuentes de datos fueron la investigación etnográfica, la consulta de estudios e investigaciones sobre aspectos particulares de la UdeG, entrevistas y notas en los medios, entre otras. De esta manera, la primera fase de investigación que no resultó ser tan cuantitativa como suponíamos.

10 Se trabajaron los datos de cada sector por separado: académico, administrativo y alumnado, aplicándoles el mismo esquema para presentar dichos datos: Descripción general del sector Datos generales de la muestra del personal académico encuestado Cultura de género entre el personal académico encuestado A partir de datos estadísticos y de los números accesibles se hizo un bosquejo de la cultura institucional de género en la Universidad de Guadalajara. Después se precisó más el trazo de dicho bosquejo apoyándonos en otro tipo de información disponible, tal como los datos que surgieron colateralmente en el trabajo de campo, en la observación participante, en los informes y documentos oficiales revisados, así como en otros trabajos académicos realizados en torno a la UdeG. La pregunta que nos guiaba es la siguiente: ¿Cuál es la precisa forma de convivencia que, a partir del orden de género, se construye en el mundo universitario como parte de la cultura institucional?

11 Improvisamos un método interpretativo que consideraba, en un mismo plano, la información estadística disponible, la información etnográfica obtenida vía la observación participante, y la revisión de diversos tipos de documentos. Procedimos también haciendo descartes, registrando los vacíos y los datos marginales, dándoles a éstos el mismo estatuto que el que asignábamos a los “datos positivos”. Esto significó que algunos detalles que suelen considerarse sin importancia en muchas investigaciones, fueran en ésta tomados como claves para la comprensión de los datos logrados, reconociendo igual importancia a la información secundaria proveniente de detalles aparentemente insignificantes. A continuación presentaremos sólo el caso del alumnado.

12 El caso del alumnado de la UdeG
Rasgos generales. Los alumnos de la UdeG están ahora lejos de ser, como en 1925, “el fin, el principio y la esencia de la universidad”; en los Estatutos vigentes son definidos ahora simplemente como “quienes han sido aceptados mediante el concurso de admisión”, han acreditado capacidad suficiente para los estudios que aspiran, han cubierto la aportación económica correspondiente y cubren los demás requisitos que establece el dictamen que aprueba el correspondiente plan de estudios. Parece que los alumnos (sobre todo su cantidad) son ahora el pretexto para gestionar un presupuesto cada vez mayor, de transparencia problemática en su destino y en el proceso de rendición de cuentas universitario. Por otra parte, los fuertes cambios en las políticas de admisión que han tenido lugar como consecuencia de las políticas de financiamiento universitario, han acarreado también un cambio en el perfil de la población estudiantil de la UdeG (Acosta, 2006).

13 Los alumnos de la Universidad de Guadalajara, ya no pueden ser entendidos como esos hombres útiles a la sociedad a los que se dirigía Díaz de León en La población estudiantil es, hoy por hoy y sobre todo, una población mayormente despolitizada, probablemente como consecuencia del desencanto social general con la democracia y con la política en nuestro país. También es una población feminizada, en tanto que el número de mujeres que componen el estudiantado es prácticamente la mitad, y también es una población que muestra mucha mayor diversidad social que la que antaño tenía.

14 Algunos trabajos hablan del alumnado de la UdeG como estudiantes que parecen no demostrar la relación entre el desempeño escolar y la formación de un capital universitario. Son alumnos con capitales académicos y sociales bajos, y con patrones de bajo consumo cultural, es decir: no conocen ni se interesan mucho por la oferta cultural universitaria, leen poco y mal, no les atraen el cine de arte, la literatura no comercial, ni escuchar música distinta de la comercial; además, no les interesa la participación política ni ponen atención en lo que ocurre más allá de su propio entorno inmediato, y tienen representaciones negativas del poder y la política. Todo esto está necesariamente relacionado con el desinterés por la participación política a través de las organizaciones estudiantiles y también de las de la vida social, cultural y política extra universitaria. (Miranda, 2006; 2008),

15 Datos generales de la muestra de alumnos encuestados
Las cifras relativas a la población estudiantil de la UdeG no siempre han sido claras; durante mucho tiempo los números que se manejaban oficialmente de los estudiantes matriculados obedecían a las necesidades de calcular el presupuesto sobre esa base. Sin embargo, los cambios en los criterios del financiamiento de las universidades públicas que tuvo lugar en la década de los 90s, el número de alumnos pasó a ser solamente uno entre varios criterios considerados para la asignación del subsidio público a las universidades (Acosta, 2006) . En enero del 2005, se reportaba un total de alumnos de 181,633 personas, de los cuales 75,104 correspondían al Nivel Superior y 106,529 alumnos al Nivel Medio Superior.

16 Si sumamos los alumnos de pre y posgrado de los Centros Universitarios Temáticos de la UdeG, tenemos que en el 2004 había un total de 53,593 alumnos, de los cuales 27,607 (51.51%) eran varones y 25,986 (48.48%) eran mujeres. Estos datos hablan de que la población de los Centros Universitarios Temáticos de la Universidad de Guadalajara es, en términos generales, una universidad que prácticamente tiene paridad numérica entre los sexos en el alumnado de pre y posgrado. Las diferencias en las cantidades de hombres y mujeres aparecen cuando se analizan los niveles educativos y por centros universitarios temáticos.

17 En esos planos se observa, en primer lugar, que entre los alumnos de pregrado hay un mayor balance entre alumnos varones y mujeres, pero que en el nivel de posgrados, ese balance se inclina a favor de los varones mientras es más alto el nivel educativo. En el plano de la temática de los centros universitarios, vemos claramente que la mayor concentración de mujeres está en las ciencias económico-administrativas, las ciencias de la salud y las ciencias sociales. Por su parte, los varones se encuentran en una notoria mayor concentración en ciencias exactas e ingeniería, mientras que en las ciencias biológico y agropecuarias, y en arte, arquitectura y diseño, hay prácticamente un balance numérico entre alumnos varones y alumnas mujeres. También es interesante observar que en los niveles educativos superiores la diferencia de alumnos varones y mujeres se suaviza en relación con los datos de los niveles inferiores. Otro dato interesante es que en el nivel del doctorado es notoria la diferencia de número entre los varones y las mujeres, sobre todo tomando en cuenta la feminización estadística del nivel de pregrado.

18 Cultura de género entre los alumnos encuestados
La muestra establecida por el CEO para nuestro trabajo de campo fue de un total de 2,331 sujetos, de los cuales 1,189 fueron mujeres (51%) y 1,142 eran varones (49%). Los datos de la muestra establecen que la distribución del alumnado por sexo en los distintos centros universitarios temáticos tiene una variación del número de mujeres y varones, que coincide con los datos presentados anteriormente sobre la población total de los Centros Universitarios Temáticos de la UdeG, pero también con el marcaje del género en relación con las distintas profesiones: los centros universitarios de Ciencias de la Salud y de Ciencias Sociales tienen una matrícula predominantemente femenina (en el primer caso las mujeres superan con más de un tercio al número de varones, y en el segundo caso las mujeres son más de la mitad que los varones).

19 También en el centro universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias el número de mujeres supera ligeramente al de los varones. En cambio, en los centros de Ciencias Exactas, Ciencias Económico-Administrativas, y de Arquitectura y Diseño, la matrícula es predominantemente masculina, aunque en proporciones menores a las de los otros centros universitarios mencionados. En cuanto a la edad, la muestra de alumnos encuestados nos dice que el 68.8% de los alumnos están entre los 19 y los 22 años. Respecto al estado civil, fueron solteros el 95.4% de los encuestados (49.3% mujeres y 46.1% varones); casados, el 4.1% (2.1% mujeres y 2% varones), y el resto, en proporciones muy bajas, tenían otro estado civil.

20 Al parecer, la mayoría de los alumnos vive con su familia, al menos así lo manifestó el 82.1% de los alumnos encuestados y la mayoría (67.2%) refieren contar con el apoyo de sus padres para cursar sus estudios de licenciatura. De los alumnos encuestados, el 34.8% respondieron que al mismo tiempo que estudian, tienen un trabajo; de estos alumnos, más de la mitad colabora con los gastos familiares mientras que los demás no lo hace. El salario de la mayoría de los estudiantes trabajadores es menor a 2,500 pesos al mes. Del alumnado de la muestra, el 78% de las mujeres y el 62.1% de los varones fueron admitidos en la UdeG a la primera vez que hicieron los trámites de ingreso, mientras que el 13.1% de las mujeres y el 30.2% de los hombres lo tuvieron que intentar dos veces y, el 4.1% y el 3.6% de los hombres, hasta tres veces. El dato que parece más relevante es que las mujeres lograron entrar al primer intento que los hombres en un 16% más.

21 El 49% de las mujeres y el 44% de los varones encuestados manifestaron que, en la elección de su carrera, no influyó el hecho de ser mujeres u hombres. El 3% de las mujeres y el 4% de los varones aceptaron que sí influyó. El 78% de los alumnos encuestados dijeron tener un familiar que ha estudiado una carrera profesional. De éstos, el 59% reportaron que dicho familiar era su papá y el 12% su mamá. El resto, otros familiares. En cuanto a la procedencia del alumnado de nivel superior de la UdeG en la Zona Metropolitana, el mayor porcentaje de los alumnos encuestados proviene de escuelas preparatorias públicas, correspondiendo a las mujeres el 40.5% y a los varones el 38.4%. Entre el alumnado que procede de escuelas privadas, el 10.8% son mujeres y el 10.3% son varones.

22 Los alumnos encuestados refirieron algunas prácticas institucionales vinculadas con la imagen personal y con el género, tales como los concursos de belleza que tienen lugar en algunas instancias universitarias, o las invitaciones de parte de las autoridades para participar como edecanes en los distintos eventos institucionales. Reportan también que participar en dichas prácticas reporta algunos beneficios para ellos, tales como mejores calificaciones o ser considerada una actividad curricular. En las actividades de edecán predomina la participación de las mujeres, quienes obtienen más beneficios que los varones que han participado. Los alumnos encuestados reportaron utilizar deliberadamente la imagen personal como estrategia para aprobar una materia o mejorar las calificaciones, tanto en el caso de los varones como de las mujeres estudiantes.

23 El 45.3% de las mujeres y el 43.6% de los varones encuestados señalaron no haber tenido limitaciones en su vida de estudiantes derivadas de su pertenencia a uno u otro sexo. Por otra parte, a la pregunta de si el o la estudiante había sufrido algún tipo de maltrato de parte del profesorado o funcionarios universitarios, el 93.3% contestaron negativamente. Por otro lado, 6.7% de los encuestados contestaron afirmativamente, de los cuales el 3.9% eran mujeres y el 2.8% eran varones. Se preguntó también a los estudiantes si consideran que en la Universidad hay un trato diferenciado por género. El 37.1% (17% de las mujeres y el 20.1% de varones) de los alumnos encuestados señalan que sí lo hay. El 62.9% restante consideran que no lo hay.

24 Refieren los estudiantes encuestados que en la UdeG existe la costumbre de que los profesores y las profesoras tengan contacto más allá del que se da en las estrictas relaciones docente- alumno, y hay convivencia en actividades sociales. Al parecer esto ocurre tanto con las como con los estudiantes y con profesores de ambos sexos también. Se preguntó a los alumnos de la muestra si habían recibido de parte de sus profesores las siguientes ofertas: a salir, a ser tocados o a tener relaciones sexuales. Un 15.4% de las mujeres y un 10.8% de los varones han sido invitados a salir; un 2.3% de las alumnas y un 3.9% de los alumnos reportaron que hubo intento de sus profesores de tocarlos, y un 3.2% de las mujeres y un 1.8% de los varones estudiantes recibieron claras invitaciones a tener relaciones sexuales. El sexo de los profesores que realizaron estas acciones hacia mujeres estudiantes, fueron 5.9% mujeres y 22.6% varones. En relación con los varones, hubo un 5.6% de profesoras y un 19.9% de profesores.

25 Se preguntó después a los alumnos cómo habían respondido ellos a esas demandas de los y las profesoras. El 13% de la muestra respondió que dichas demandas fueron rechazadas, y de estos estudiantes reportan haber padecido algún tipo de consecuencias a la negativa, en un 31.6%. Por otra parte, los y las alumnas que aceptaron esas demandas (6.5%), refirieron haberlo hecho por las siguientes razones: temor a represalias (8.8% de las mujeres contra el 12.2% de los varones), mejorar la situación escolar (3.4% de las mujeres y 9.5% de los varones), por gusto o ganas (2.0% de las mujeres y 13.6% de los varones), y por razones inespecíficas (27.2% de las mujeres y el 23.1% de los varones). Se reportaron en porcentajes poco significativos estadísticamente casos de violación, tanto en estudiantes mujeres como en estudiantes varones (0.7% de mujeres y 1% de los varones). Sin embargo, los datos relativos a la respuesta ante este hecho y a sus consecuencias son muy escasos e inútiles en términos estadísticos.

26 La cultura cotidiana de género entre el alumnado de los centros universitarios temáticos de la UdeG
Es relevante partir de la consideración del índice de masculinidad o feminidad presente no solamente en las distintas carreras (derivado de las pre- concepciones de género asociadas con las distintas profesiones), sino también en los distintos campi temáticos de la ZMG. De alguna manera puede decirse que, por ejemplo, Ciencias Sociales y Ciencias de la Salud son femeninos, mientras que Ciencias Exactas e Ingeniería o Arquitectura son masculinos. En cada uno de éstos ámbitos se presentan fenómenos culturales distintos a partir de ese marcaje de género; por ejemplo, en los campi más masculinizados hay, con mayor frecuencia, eventos que implican elementos de género tales como concursos de belleza para las alumnas o lucha libre de mujeres casi desnudas, por ejemplo, y en los más feminizados hay mayor número de encuentros estudiantiles relacionados con temáticas feministas o con la diversidad sexual.

27 No obstante, la operatividad de un orden simbólico de género al interior de cada uno de los distintos campi y de las distintas áreas intra campus, está en estrecha relación con las posiciones que los y las alumnas ocupan, el prestigio que se tiene en el medio estudiantil, la participación institucional que se desarrolla, los nexos políticos y clientelares con que se cuentan, y otras variables que habría que determinar con mayor exactitud. Por otra parte, hay que distinguir dos planos en los que se juega el género entre los estudiantes: el plano de la propia comunidad de alumnos, y el plano en el que éstos se vinculan con el sector docente. García (2004) analizó el género en la organización estudiantil más importante de la UdeG en la década de los noventa, y relata que el activismo femenino en dicha organización inició a mediados de los años setenta en una proporción muy pequeña, siendo la organización estudiantil un organismo preponderantemente masculino y con un cerrado control de los puestos por los hombres y para los hombres

28 En la medida en que avanzó el proceso de apertura de las organizaciones estudiantiles a partir de mediados de los noventa, la participación de las mujeres en éstas fue progresivamente mayor y más activa, aunque la estructura continuaba siendo predominantemente masculina. García (op.cit.) mostró que antes de este periodo era fundamental haber participado en las organizaciones estudiantiles para luego poder tener acceso a puestos importantes en el ámbito académico en el ámbito de la administración y gobierno universitarios, pero también eran importantes “la clase, el estatus matrimonial y los lazos clientelistas” (p. 132). Un aspecto llamativo de la cultura de género presente entre el alumnado de la UdeG es el relacionado con el plano de la cultura sexista naturalizada en las prácticas cotidianas entre el alumnado, y de los alumnos con el profesorado. Dicha cultura implica varios tipos de ofensas, el uso de lenguaje sexista, el hostigamiento sexual, y el uso y la reproducción de estereotipos sexistas y homofóbicos, que también dan lugar a prácticas como la negociación de la calificación a través de la concesión de favores sexuales o como el intercambio de favores (recomendaciones para becas, para estímulos, para trabajos) por parte de los profesores a las alumnas o alumnos que acceden a sostener una relación con ellos.

29 Este tipo de fenómenos han sido reportados también en otros trabajos sobre el género en las universidades (Moreno Esparza, 2003; Bedolla, 2003; Cooper, 2003; Olvera, 2003; Valls, 2007 y 2008), y casi todos coinciden, primero, en que es indudable la presencia de estos fenómenos, y segundo, en la gran dificultad que hay para definir y para demostrar su existencia debido, en parte, a la insuficiencia de los criterios que puedan servir para fincar responsabilidades, y en parte por la retórica de las autoridades que disuelven el fenómeno. Agregamos que, para nosotros, la principal dificultad radica en que se trata de prácticas que conforman la cultura institucional de género, coherentes con los valores hegemónicos de género del contexto social más amplio y que, en esa medida, son parte natural del paisaje universitario y de las relaciones de poder entre hombres y mujeres.

30 Por otra parte, conocemos abundantes relatos que narran historias más dramáticas de abuso sexual en la UdeG, tales como violaciones o prostitución de alumnas. Encontramos estos relatos en distintos espacios de los alumnos universitarios, casi siempre narrados en tercera persona y casi nunca vividos por quien los cuenta. Se trata de historias a las cuales, si bien es posible conceder que tengan cierto núcleo de verdad, no es posible encontrar evidencias acerca de su ocurrencia; no obstante, consideramos que estas narraciones son importantes porque parecen servir de vehículo de una serie de contenidos simbólicos de género presentes en el imaginario estudiantil.

31 Dichos contenidos hablan de un juego de fuerzas en el cual los profesores varones usan su poder y su posición en la institución para abusar sexualmente de las alumnas y, en ocasiones, también de los alumnos, ofreciendo a cambio calificaciones, exámenes, trabajos, becas, prestigio o cualquier otro objeto necesario o codiciado por ellos. En estos relatos las alumnas y alumnos aparecen ocupando la posición de víctimas, lo cual habría que confrontar con el hecho de que el juego de fuerzas existe debido a la colaboración activa de los distintos actores, y también a la consideración de los beneficios que las supuestas víctimas obtienen al participar en éste.

32 Resultados y conclusiones
Los datos estadísticos mostraron, en general, que en el caso de la Universidad de Guadalajara, el proceso de “feminización institucional” es una realidad: tanto el número de mujeres que ingresan cada año a estudiar a la UdeG, como el número de académicas o el número de trabajadoras administrativas, parecen hablar de casi una paridad de género en términos estadísticos. No obstante, hay trabajos que muestran que es en el alumnado en donde la presencia de las mujeres es cada vez más paritaria, pero no en todos los espacios de igual manera. Por otra parte, en los otros dos sectores la distribución por sexo es más problemática. En el sector administrativo se reportan datos que muestran una situación cercana también a la paridad, aunque no igual en todas las posiciones. Y en el sector académico la diferencia en el número de hombres y mujeres es todavía grande y más si se toman en cuenta las categorías establecidas en el tabulador.

33 A pesar de esos datos, encontramos que ese proceso de feminización de todos los sectores universitarios no implica la subversión del principio de la dominación masculina que rige de manera definitiva la vida cotidiana y la cultura institucional. Probablemente el principal efecto de dicho principio es la consideración de que el sujeto universitario es un sujeto exento de género, es decir, es un sujeto masculino, racional, ilustrado y ajeno al ámbito de lo privado. Esto acarrea problemas serios para quienes, en todos los sectores e independientemente de su posición y a pesar de ciertas variaciones, siguen siendo responsables de las tareas de género en la vida privada: el trabajo doméstico, el cuidado de los niños, los viejos y los enfermos. Lo que ahora es nuevo es que esta dimensión se intenta “dejar fuera” de lo que implica la vida universitaria: hasta cuesta trabajo hablar de ello; su importancia se minimiza y no se reconoce que eso tenga relevancia en el desempeño en la universidad.

34 En nuestro trabajo topamos con que los sujetos universitarios no reconocían en sí mismos los efectos del género; en todo caso podía hablarse de fenómenos externos a sí mismos vinculados al tema, tales como si hay mayor o menor presencia de mujeres en ciertos espacios universitarios, si se da un comportamiento machista en los ámbitos universitarios “masculinizados” –como los departamentos de ingeniería o derecho– o incluso de si hay acoso sexual en las aulas universitarias, pero generalmente como acontecimientos ajenos y de los cuales no hay evidencias concretas.

35 Por otra parte, el tema de la violencia y la discriminación en la Universidad se mostró en nuestra investigación como un aspecto muy difícil de aprehender; particularmente en este tema enfrentamos un gran problema para obtener evidencias y no logramos generar datos estadísticos al respecto. Optamos por tomar los relatos que se producen en torno a estos temas como una narrativa que expone ciertos aspectos de la cultura institucional cotidiana de género en la UdeG, en donde se anudan las tensiones implicadas entre distintos planos de la vida institucional, particularmente la que existe entre el discurso oficial que se produce en espacios y momentos rituales, y lo que ocurre en la vida cotidiana universitaria.

36 Encontramos que el género es un elemento importante en los significados y comportamientos que son entendidos como “normales” en el marco de la institución, a partir de los valores, expectativas y creencias que conforman la identidad institucional y la de sus miembros, pero de ninguna manera es el centro de su identidad como universitarios. La identidad subjetiva de éstos se vincula sobre todo con los ideales de cada sector de la comunidad universitaria y de su ubicación en la estructura institucional.

37 Encontramos, por ejemplo, que en el caso del sector académico, mientras más alto nivel se tenga, la identidad de género será menos relevante en la construcción del sí mismo de sus miembros, en comparación con el peso que ésta tiene para el personal administrativo; igualmente, para los académicos tienen más peso el prestigio y el reconocimiento en circuitos extra institucionales, mientras que para los administrativos tiene mayor peso la identificación con la institución.

38 Asimismo, en los universitarios con más altos cargos administrativos, la identidad subjetiva está mucho más determinada por la lealtad política y la disciplina institucional que por la identidad de género o la identidad profesional. Dicho de una manera burda: estos sujetos son “más universitarios” que “mujeres” u “hombres” o “profesionistas”. Las y los académicos son “más científicos” o “académicos” que “universitarios”, así como son menos “hombres” o “mujeres”; por su parte, los administrativos son “más institucionales” y más “hombres y mujeres” que los académicos o los funcionarios, mientras que entre el alumnado hay un mayor peso de las identidades de género y las propias de sus grupos sociales de referencia.

39 Encontramos también que en el contexto de la cultura institucional de la UdeG, la retórica de género puede dar ciertas ventajas a quienes la utilizan para reposicionarse en la institución y tener mejores condiciones para gestionar recursos y apoyo político, pero en otros casos, puede ser un factor que favorece la discriminación y ahonda las desigualdades subjetivas.

40 A partir de lo anterior, planteamos que institucionalizar la perspectiva de género en la educación superior debería significar, de entrada, desnaturalizar y hacer visibles los efectos del género en la cultura institucional, haciendo también contable y evaluable el conjunto de variables que determinan las posiciones, oportunidades y condiciones diferenciales de los sujetos a partir del eje que parte de la diferencia sexual, pero yendo luego más allá de este plano, para profundizar en otras dimensiones de la cultura institucional.

41 Es fundamental conocer primero la cultura institucional para hablar de la institucionalización de la perspectiva de género en esta y luego evaluar si ya se han establecido los valores, fines y orientaciones ligados con el reconocimiento del orden de género que regula las relaciones y la dinámica social propia de ese plano educativo y de los principios éticos involucrados, para saber si se cuenta con un terreno apto para poder convertirlos en reglas formales y procedimientos consensados que sean traducidos en prácticas estandarizadas y en la solución de los conflictos de la vida cotidiana institucional. Estas reglas y prácticas podrían entonces ser efectivas para estructurar la relación entre los individuos que componen las comunidades académicas y entre las diversas unidades de las universidades, modelando sus estrategias y fines, a partir de los principios de equidad y no discriminación.

42 Nuestro trabajo hizo evidente que el discurso oficial en la UdeG que parecía destinado a legitimar y difundir las propuestas derivadas del conocimiento y la información para impulsar una política institucional de equidad de género, no era, al parecer, capaz de generar una sensibilidad colectiva que permitiera que el tema pudiera permear todos los planos institucionales de manera que fuera observable en la vida cotidiana universitaria y, de esta manera, transformara sus prácticas inequitativas y discriminatorias.

43 También encontramos la falta de capacidad para articular los intereses de los actores sociales ligados al tema con las comunidades de profesionales abocadas a su estudio, por un lado, y con los funcionarios, administrativos y estudiantes involucrados, por otro.

44 Finalmente, en términos del interés original de hacer la investigación, llegamos a la conclusión de que no existe en la UdeG la promoción de una política institucional de equidad de género que, al mismo tiempo, combata los intereses en contra. En este escenario, parece que en nuestra universidad estamos aún lejos de que la perspectiva de la equidad de género haya permeado la estructura institucional y de que se cuente con las condiciones para remover las resistencias y las inercias cristalizadas en la compleja cultura universitaria.


Descargar ppt "La cultura institucional de género II"

Presentaciones similares


Anuncios Google