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SELECCION DE TEXTOS y FOTOGRAFIAS DE INTERNET POR JOSE ELIAS BONELLS

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Presentación del tema: "SELECCION DE TEXTOS y FOTOGRAFIAS DE INTERNET POR JOSE ELIAS BONELLS"— Transcripción de la presentación:

1 SELECCION DE TEXTOS y FOTOGRAFIAS DE INTERNET POR JOSE ELIAS BONELLS
HISTORIA DE LA JARDINERIA EN ESPAÑA.-CAPITULO Ii.- del siglo xvii al siglo xx. SELECCION DE TEXTOS y FOTOGRAFIAS DE INTERNET POR JOSE ELIAS BONELLS

2 Siglo XVII En el siglo XVII, época estilísticamente perteneciente al Barroco, pervivió en jardinería la influencia renacentista italiana, si bien los sucesores de Felipe II no tuvieron especial interés por la jardinería. El sello renacentista perduró principalmente en la concepción unitaria del espacio, mientras que en decoración se desarrolló el gusto manierista por lo recargado y lo escenográfico.

3 Entre los proyectos reales uno de los más destacados fueron los Jardines del Buen Retiro de Madrid, una iniciativa de Felipe IV que confió al conde-duque de Olivares, quien encargó el proyecto a los arquitectos Giovanni Battista Crescenzi y Alonso Carbonell, mientras que los jardines corrieron a cargo del italiano Cosimo Lotti. Las obras se iniciaron en 1628, pero a la muerte del rey en 1665 se abandonó el proyecto. Los trabajos se efectuaron sin un trazado general, tan solo una serie de espacios articulados entre sí y abiertos al coto de caza colindante. Los jardines se fueron extendiendo por sucesivas parcelas a lo largo de un vasto territorio (desde Vallecas hasta Alcalá), que contaba con jardines de trazado geométrico, frondosas arboledas, huertas y estanques.

4 Vista de la fachada este del Casón desde los Jardines del Buen Retiro de Madrid.

5 El jardín más antiguo es el llamado Ochavado, que se caracterizaba por sus calles cubiertas de celosías, y que contaba con un teatro, casinos, una pajarera, un estanque («de las Campanillas») y unas rías navegables donde se realizaban espectáculos de naumaquia. Junto a los apartamentos reales se encontraba el Jardín del Príncipe, de planta formal geométrica, ubicado en un largo rectángulo dividido en dieciséis compartimentos, en dos hileras de ocho cuadros, con dos fuentes monumentales. Al norte de este se hallaba el Jardín de la Reina, formado por cuatro compartimentos de boj o mirto recortado, con una fuente central y una estatua ecuestre de Felipe IV, obra de Pietro Tacca (actualmente en la Plaza de Oriente).

6 Más al norte se encontraba el Jardín del Rey, dividido en dos partes por el edificio del Casón, cada una de ellas con cuatro compartimentos de boj o mirto tallado y una fuente central. Todos los jardines estaban jalonados de estatuas —la mayoría de escultores italianos—, y contaban con ermitas, grutas, un laberinto, estanques y canales, pabellones y cenadores, paseos arbolados y varios eriales en la periferia, como el Campo Grande, el Prado Alto y el Campo de San Blas.

7 Plano del Buen Retiro, de Pedro Teixeira (1656).

8 Otro proyecto real fueron los jardines de La Zarzuela, en el bosque de El Pardo, una iniciativa del cardenal-infante don Fernando, que compró los terrenos en 1625, aunque a su marcha hacia los Países Bajos se encargó de su construcción el propio Felipe IV, quien en encargó el proyecto a Juan Gómez de Mora. Estos jardines tuvieron un sello más unitario que los del Buen Retiro, con un matiz más puramente renacentista. Estaban distribuidos en dos grandes terrazas, la superior dividida a su vez en dos por los pórticos laterales de la fachada principal del palacio, con veintiséis cuadros geométricos dentro de una cuadrícula formada por dos calles rectilíneas; de estos cuadros, veinte estaban compuestos de boj, y el resto de rosales y fresones.

9 Al nivel inferior se accedía por un paseo de dos rampas con balaustrada, y estaba dedicado a huertas, especialmente de árboles frutales. Ambos niveles presentaban fuentes, una cascada y numerosas estatuas, y el muro de contención entre ambos presentaba una galería de arcos ciegos al estilo de los criptopórticos romanos, una solución que había adoptado Bramante en el Belvedere. El resto de actuaciones reales de la época se centraron en Aranjuez, donde se procedió al arreglo y sustitución de las fuentes del Jardín de la Isla, así como la colocación de diversas estatuas de bronce y mármol. Hacia mediados de siglo se hizo cargo de las obras de mejora el arquitecto Sebastián Herrera Barnuevo, bajo cuya dirección se sustituyó la fuente de Diana por la de Hércules, obra de Alessandro Algardi.

10 Otras fuentes colocadas en la época fueron: la de Apolo, obra del italiano Nacheris; la de las Harpías (1617), de Juan Fernández y Pedro de Garay; la de Neptuno (1650), de Algardi; y la de los Tritones (1656, actualmente en el Campo del Moro). También se construyó un laberinto, se colocaron dos medallas de Leone Leoni que representaban a Carlos I e Isabel de Portugal, y diversas estatuas, como la de Baco, la de Apolo y la de Felipe II.

11 Real Sitio de la Florida.
En cuanto a jardines privados destaca el del Palacio Ducal de Lerma (Burgos), promovido por el duque de Lerma, Francisco de Sandoval y Rojas, quien encargó el proyecto al arquitecto Francisco de Mora. Los jardines, que lamentablemente se han perdido, fueron elaborados entre 1602 y 1608, en tres zonas diferenciadas: parque, huerta y soto. Al parque se accedía desde el palacio por un paseo circundado de árboles frutales, desde donde partían caminos poblados de álamos, fresnos, sauces y olmos.

12 En el centro había un estanque con cisnes, junto al cual se hallaba un cenador, y en el terreno aledaño se situaba un jardín geométrico de mirto tallado. En el área colindante se hallaban siete ermitas, que fueron precedente de las del Buen Retiro. Al oeste se encontraba una huerta de frutales, junto a la que había otro jardín geométrico de boj recortado, con fuentes de alabastro y diversas «burlas de agua». En la parte meridional de esta huerta se hallaba un cenador de sillería, con columnas y esculturas, una fuente y dos estanques, además de una plaza cuadrada poblada de álamos y decorada con estatuas de mármol.

13 Otros proyectos privados fueron: el jardín-huerto de Santo Tomás del Monte, en Málaga, y los jardines de La Florida, en la madrileña montaña del Príncipe Pío. El primero fue promovido por el obispo de Málaga, Alonso Henríquez de Santo Tomás, y elaborado entre 1664 y 1692, siendo origen del futuro Retiro de Churriana. Se estructuró a partir de un paseo cruciforme con una fuente octogonal en el centro, decorada con azulejos, mientras que una doble escalinata con una fuente y una gruta conducía a un estanque de forma cuadrada, con una isla artificial en el centro. Por su parte, La Florida fue propiedad inicial del marqués de Auñón, aunque fue pasando por diversas manos hasta pertenecer a la corona en el siglo XVIII. Contaba con unos amplios jardines con fuentes, estatuas, escalinatas y grutas, divididos en dos ámbitos;

14 un jardín rectangular con flores y árboles frutales, así como una gruta que representaba el Monte Parnaso; y una huerta de legumbres, con una gruta excavada en la misma montaña. En la actualidad el jardín ya no existe, y el terreno está en gran parte edificado. En esta época se efectuaron además algunos trabajos urbanísticos que representaron una incipiente preocupación por la habilitación de espacios verdes para el disfrute común, como en el Prado de San Jerónimo de Madrid, cuya alameda configurada el siglo anterior fue ampliada a partir de 1613 hacia los Recoletos Agustinos, con un proyecto de Juan Gómez de Mora. Se construyó entonces una Torrecilla de la Música, y se instalaron diversas fuentes y empedrados.

15 Siglo XVIII.-Barroco El Barroco se desarrolló entre el siglo XVII y principios del XVIII. Fue una época de grandes disputas en el terreno político y religioso, en la que surgió una división entre los países católicos contrarreformistas, donde se afianzó el estado absolutista, y los países protestantes, de signo más parlamentario. El arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo clasicista pero con formas más dinámicas y efectistas, con gusto por lo sorprendente y anecdótico, por las ilusiones ópticas y los golpes de efecto.

16 Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, fachada del palacio desde los jardines

17 El prototipo de jardín barroco fue el jardín francés (también llamado clásico o formal), caracterizado por mayores zonas de césped y un nuevo detalle ornamental, el parterre, como en los Jardines de Versalles, diseñados por André Le Nôtre. El gusto barroco por la teatralidad y la artificiosidad conllevó la construcción de diversos elementos accesorios al jardín, como islas y grutas artificiales, teatros al aire libre, ménageries de animales exóticos, pérgolas, arcos triunfales, etc…. Surgió la orangerie, una construcción de grandes ventanales destinada a proteger en invierno naranjos y otras plantas de origen meridional.

18 En España, en el siglo XVIII la jardinería recibió un nuevo impulso con la llegada de los Borbones, cuyo origen francés favoreció la llegada de jardineros de este país. Felipe V y sus sucesores quisieron emular los grandes palacios ajardinados del país vecino, lo que se efectuó principalmente en dos conjuntos palaciegos: Aranjuez y La Granja. El estilo barroco se circunscribió principalmente a los Reales Sitios, ya que la nobleza prefirió mantener el canon renacentista de la centuria anterior. Cabe señalar que la creación y ampliación de los jardines reales, junto a la arquitectura palaciega y otras comitencias artísticas, respondía a una visión política importada de Francia, el absolutismo, ya que la creación de un círculo cortesano en torno al monarca perseguía un propósito de ostentación y manifestación del poder que sin duda Felipe V aprendió de su abuelo Luis XIV, el Rey Sol.

19 Reales Sitios Una de las primeras intervenciones se efectuó en los Jardines del Buen Retiro, el proyecto inacabado de Felipe IV, que fue retomado en con un diseño del francés Robert de Cotte. Inspirado en las grandes realizaciones del jardinero de Versalles, André Le Nôtre, De Cotte diseñó dos proyectos, uno en 1712 y otro en 1714: el primero preveía una zona de parterres con un hemiciclo flanqueado de escalinatas que ascendían hasta un estanque cuadrangular, y bordeado de cuatro bosquetes con plazas en su interior con juegos acuáticos;

20 Jardín del Parterre, en el Buen Retiro de Madrid.

21 el segundo estipulaba nuevamente un parterre dividido en dos secciones, con fuentes centrales en cada una y rematadas con un hemiciclo con una gran fuente poligonal, junto a bosquetes y un sistema de calles radiales. Este jardín se prolongaba en el horizonte, en el sentido de las amplias perspectivas establecidas por Le Nôtre, con sucesivas secciones de parterre à l’anglaise o de césped, con fuentes y nuevos hemiciclos, y con una avenida central a imitación del Tapis Vert de Versalles. Sin embargo, su ambicioso proyecto fue rechazado por su elevado coste, y solo se efectuó un parterre de broderie (a modo de bordado) en una pequeña zona del parque conocida como Jardín de Francia o del Parterre, frente al Casón, que sustituyó al antiguo jardín ochavado, con diseño del ayudante de Cotte, René Carlier.

22 El principal proyecto borbónico de la época fue el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia), construido entre 1720 y siguiendo un trazado diseñado por Teodoro Ardemans, aunque la fachada fue elaborada por Filippo Juvara y Giovanni Battista Sacchetti. Tanto el palacio como el jardín, diseñado por René Carlier —a cuya muerte se hizo cargo del proyecto Étienne Boutelou—, se inspiraron en Versalles, por lo que se le conoce como el «Versalles español». La decoración escultórica fue obra de René Frémin y Jean Thierry. Desde la fachada del palacio parte un eje central flanqueado de dos eras rectangulares, que conduce a un estanque decorado con un grupo escultórico dedicado a Anfítrite, tras el cual se sitúa una cascada, coronada por un pabellón octogonal con una fuente dedicada a las Gracias.

23 Al este del palacio se instaló un parterre al que se accede a través de unas escaleras en rampa, decorado con esculturas que aluden al mito de Andrómeda, mientras que en un lateral se halla un bosquete con un laberinto. Desde el patio de honor del palacio, llamado de la Herradura, parte una avenida que conduce a otro parterre con fuentes, en cuyo centro una roca artificial prefigura el monte Parnaso, coronado por la figura alegórica de la Fama montada a lomos de Pegaso, de la que surge un surtidor de agua de 50 metros de altura, considerado el más alto de Europa. El conjunto se completa con diversas fuentes, dedicadas a Saturno, Minerva, Hércules, Ceres, Neptuno, Marte, Cibeles y la Victoria, aunque en La Granja no se siguió un programa iconográfico unitario, como en Versalles…

24 …quizá por el carácter de residencia temporal del conjunto, por lo que evoca más al lugar de recreo y descanso de Luis XIV, el Palacio de Marly, que no a un Versalles con su carácter oficial y propagandístico. Cabe remarcar en última instancia que el trazado de La Granja no siguió un modelo unitario como era habitual en los jardines franceses, quizá por las dificultades del terreno, por lo que se diseñó con un componente de libertad y autonomía que lo integran con la naturaleza circundante en perfecta simbiosis, concepto que por otro lado defendía el tratadista francés Antoine Joseph Dezallier d'Argenville, por lo que no es del todo ajeno al jardín barroco francés.

25 Jardín del Parterre, Aranjuez.

26 Otra importante actuación real se produjo en Aranjuez: tras el Jardín de la Isla, de estilo italiano, con la llegada al poder de Felipe V se inició un ambicioso proyecto de reforma tanto de los jardines como del palacio, construido en estilo neoclásico por Santiago Bonavía y Francesco Sabatini entre 1748 y 1771. Se instaló entonces el Jardín del Parterre ( ), en estilo barroco francés, con diseño de Étienne Marchand —mientras que de las plantaciones se encargó Étienne Boutelou—, compuesto de varias zonas de parterre dispuestas de forma simétrica y jalonadas de estanques y fuentes (de Hércules y Anteo, de Ceres y de las Nereidas), así como numerosas esculturas, obra de Joaquín Dumandré. Los caminos se cubrieron con treillages, unas arcadas con enrejados de madera que proporcionaban sombra.

27 Este jardín fue reformado en 1872 al estilo isabelino, por lo que se perdió el trazado barroco en su mayor parte. También se efectuaron algunas intervenciones en el Jardín de la Isla, básicamente en lo referente a obras hidráulicas y de mantenimiento, así como el traslado de la fuente de los Tritones a la zona conocida como la Isleta, donde se plantaron nuevos cuadros de flores a cargo de Esteban Boutelou II. Otro proyecto real que finalmente no fue realizado en la época fue el ajardinamiento del Palacio Real de Madrid, en la zona conocida como Campo del Moro.

28 Festejos navales en los jardines de Aranjuez

29 Para esta zona, situada entre el río Manzanares y el Real Alcázar de Madrid, se hicieron sucesivos proyectos que no llegaron a ejecutarse, desde un primer jardín renacentista concebido por Patricio Cajés en 1567, pasando por un muro de cerramiento que inició Juan Gómez de Mora en 1626, hasta varios proyectos barrocos: el primero fue de Teodoro Ardemans, quien en propuso un jardín de planta cruciforme compuesto por parterres; el segundo se diseñó tras el incendio del Alcázar en 1734 y la creación de un nuevo Palacio Real, obra de Giovanni Battista Sacchetti, quien también elaboró los planos del jardín, que no fueron del agrado del rey; en 1746 se pidió un nuevo diseño al jardinero mayor de Versalles, Louis Le Normand, que envió algunas plantas desde Francia…

30 …pero cuyo proyecto tampoco prosperó; tras otro proyecto de Ventura Rodríguez en 1757, el último fue de Francesco Sabatini (1767), del que solo se realizó la ordenación viaria (paseo de la Virgen del Puerto y puerta y cuesta de San Vicente). Finalmente fue en el siglo XIX cuando se elaboró el proyecto definitivo, aunque ya en estilo paisajista. A nivel urbanístico, en el siglo XVIII se conformó el trazado definitivo del Prado de San Jerónimo, que pasó a ser el Salón del Prado (actual Paseo del Prado).

31 El proyecto definitivo se ejecutó en 1767, obra de José de Hermosilla, que lo estructuró en forma circoagonal, flanqueado de hileras de árboles y con tres fuentes en su eje central (Cibeles, Neptuno y Apolo); en 1775 fue relevado por Ventura Rodríguez, quien desarrolló el programa iconográfico de las fuentes. En esa época también se abrieron paseos en numerosas ciudades españolas, inspirados en la tipología del boulevard francés, como los paseos de San Benito y de la Cruz del Campo en Sevilla, los paseos del Salón y de la Bomba en Granada, las alamedas de la Victoria y del Marqués de Villafiel en Málaga, la Alameda de Priego en Córdoba, el Paseo del Malecón en Murcia, el Campo Grande de Valladolid, la Alameda de Valencia o la Rambla de Barcelona.

32 Jardines privados Quinta del Duque del Arco.
Durante el siglo XVIII el jardín de La Granja inspiró numerosos proyectos de ajardinamiento de fincas de familias nobles, que aunaron naturaleza y arquitectura en aras de unos espacios lúdicos al aire libre para el esparcimiento y el descanso. Algunos de los mejores ejemplos fueron: La Quinta del Duque del Arco, en el camino que conduce a El Pardo, que fue cedida a la corona por la viuda del duque del Arco, don Alonso Manrique de Lara y Silva.

33 Además de la explotación agrícola contaba con un jardín articulado en cuatro niveles en terrazas, con estanques, parterres bordeados de setos de boj, estatuas, una gruta y una cascada inspirada en la del parisino Parque de Saint- Cloud. El diseño, de 1726, fue obra de Claude Truchet. Los proyectos del infante Luis de Borbón y Farnesio, que promovió unos magníficos jardines en Boadilla del Monte y en el Palacio de la Mosquera (Arenas de San Pedro), ambos proyectados por Ventura Rodríguez. El de Arenas era más agrícola, con frutales y parras que convivían con zonas de parterre, mientras que el de Boadilla era más sofisticado, con tres niveles de terrazas sostenidas por muros de contención, el primero con parterres de broderie y una fuente llamada de las Conchas (actualmente en el Campo del Moro), el segundo con más parterres y el tercero que albergaba una huerta.

34 Los proyectos relacionados con la casa de Alba: el Palacio de Buenavista, con proyecto a Ventura Rodríguez (1770); el Palacio de Liria, residencia de los duques de Alba en Madrid; los jardines de La Moncloa, constituidos por Mariana de Silva- Bazán y Sarmiento, duquesa viuda de Arcos, y por su hija María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo, duquesa de Alba, a cuya muerte en 1802 fue comprada la finca por Carlos IV para incorporarla al Real Sitio de La Florida; y el Palacio de los duques de Alba en Piedrahíta, construido en 1757 al estilo de un château francés, con unos jardines que se extienden alrededor de la fachada del palacio y se cierran de forma absidal en el lado contrario con dos grandes rampas.

35 El Jardín del Retiro de Churriana (Málaga) sucedió al jardín-huerto de Santo Tomás del Monte, con un proyecto elaborado en 1780 por José Martín de Aldehuela, dispuesto en terrazas con cascadas y realizado en sus elementos ornamentales con rocalla y conchas, además de una gran profusión de estatuas y un gran número de fuentes y juegos de agua. Su forma en hemiciclo, con diversos niveles con escalinatas y abundantes efectos hidráulicos, recuerdan el modelo renacentista italiano, y algunos expertos lo vinculan con la Villa Farnesio en Caprarola, de Jacopo Vignola. El Jardín de Ávalos en Haro (La Rioja) fue promovido por Francisco Antonio Ramírez de la Piscina, y presentaba un diseño clásico con una galería de arcadas al estilo de la logia renacentista.

36 Neoclasicismo El auge de la burguesía tras la Revolución Francesa favoreció el resurgimiento de las formas clásicas, más puras y austeras, en contraposición a los excesos ornamentales del barroco y rococó, identificados con la aristocracia. A este ambiente de valoración del legado clásico grecorromano influyó el hallazgo arqueológico de Pompeya y Herculano, junto a la difusión de un ideario de perfección de las formas clásicas efectuado por Johann Joachim Winckelmann.

37 Jardín del Príncipe, Aranjuez.

38 Culturalmente, el neoclasicismo se vinculó a la Ilustración, que supuso el paso de una razón normativa a una crítica, donde el conocimiento es un proceso continuo, en transformación. El principal proyecto ilustrado fue la Enciclopedia, intento de síntesis del conocimiento universal, bajo la dirección de Diderot y D'Alembert. El jardín neoclásico heredó ciertos componentes del formalismo barroco, aunque poco a poco se fue poniendo de moda un estilo más naturalista de concebir el entorno natural, cuyo paradigma fue el «jardín inglés» (o «jardín de paisaje»), que tuvo su máximo desarrollo entre los siglos XVIII y XIX. El jardín inglés, frente al geometrismo italiano y francés, defendía una mayor naturalidad en su composición, sin fronteras entre el jardín y la naturaleza circundante, con intervención únicamente en una serie de detalles ornamentales…

39 … como templetes u otros motivos grecorromanos, grutas, ermitas, pérgolas, estatuas mitológicas, setos de cipreses o incluso la colocación de ruinas, ya sean surgidas de forma natural o simuladas. Muchos diseñadores de jardines de la época se inspiraron en la pintura de paisaje, especialmente de artistas como Claude Lorrain, Nicolas Poussin, Gaspard Dughet, Salvator Rosa, Jan Frans van Bloemen o Pieter van Lint, autores de un tipo de paisaje intelectualizado donde junto a la naturaleza aparecen edificios, ruinas y otros elementos anecdóticos, en consonancia con la categoría estética de lo pintoresco. También influyó en buena medida la teoría del retorno a la naturaleza esbozada por el filósofo Jean-Jacques Rousseau.

40 El botánico José Celestino Mutis, que dirigió la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada ( ).

41 Por otro lado, en esa época se recibió la influencia de jardinerías orientales como la china y la japonesa, cuya concepción naturalista convenía a las nuevas ideas paisajistas; a este tipo de jardines se le denominó en francés chinoiserie o jardin anglo-chinois, y una de sus características fue la construcción de elementos como quioscos, pagodas, puentes de forma curva (taikobashi) o linternas ornamentales (tōrō), así como jardines zen de rocas y arena, o bien la introducción de prácticas como la del bonsái, árboles y plantas a las que se les reduce su tamaño mediante diversas técnicas.

42 En España no tuvo mucho arraigo el estilo paisajista inglés, por un lado por las condiciones climáticas y geomorfólogicas de la península, distintas sustancialmente de las de las islas británicas; y por otro por las particularidades sociales, ya que la nobleza y aristocracia españolas, las únicas junto a la monarquía que podían permitirse la creación de grandes jardines, estaban en aquella época arraigadas al ambiente urbano de la corte, con escaso interés por la vida rural. Sin embargo, a nivel teórico llegaron plenamente las nuevas ideas, ya que numerosas obras de escritores, filósofos y estetas ingleses fueron traducidas por autores como Jovellanos, Antonio Ponz o José Luis Munárriz, así como los artículos de Addison en The Spectator tuvieron eco en El Pensador por parte de José Clavijo y Fajardo.

43 Aun así, los principios estéticos de la jardinería inglesa no tuvieron un resultado práctico en la concepción de jardines en España hasta mediados del siglo XIX, excepto en casos contados. Al igual que anteriormente con el jardín francés, en España se adoptaron las soluciones formales de las nuevas modas paisajísticas sin profundizar en su esencia, por lo que en buena parte perdieron su sentido original. Por lo demás, la práctica de la jardinería seguía vinculada a la agricultura: en 1778 se fundó la Escuela Práctica de Agricultura, que incluía la especialidad de jardinería.

44 En esta época la botánica fue cobrando cada vez mayor importancia como ciencia, especialmente gracias a los trabajos de Carl von Linné. Se organizaron numerosas expediciones científicas por todo el mundo, y se importaron gran número de nuevas plantas a Europa, que fueron utilizadas desde sectores como la horticultura o la herboristería medicinal hasta la jardinería. En este terreno, se importaron diversas plantas ornamentales, como una especie de orquídea, la Bletia verecunda, y diversas especies de azaleas, camelias, magnolias, robles y arces. La difusión de nuevas especies vegetales favoreció la implantación de un nuevo tipo de jardín especializado en su estudio y conservación, el jardín botánico, que proliferó especialmente entre finales del siglo XVIII y el siglo XIX.

45 Proyectos reales La mayor parte de realizaciones jardinísticas en esta época fueron de iniciativa real, especialmente durante el reinado de Carlos III, un monarca ilustrado que pretendía con sus actuaciones en los Reales Sitios dar ejemplo de la nueva forma de proceder basada en los criterios de la razón y la ciencia. Bajo su iniciativa se acotaron con verjas o tapias los terrenos de diversos sitios como el Buen Retiro y la Casa de Campo, que sin embargo abrió al disfrute del público durante parte del día. Por otro lado, convirtió muchos de los terrenos de estos lugares en explotaciones agropecuarias.

46 Casita del Príncipe (El Escorial).

47 En la Casa de Campo instauró —gracias a la adquisición de nuevos terrenos— el Real Bosque, un coto de caza anexo a los antiguos jardines, mientras que el arquitecto Francesco Sabatini se encargó desde 1768 de la construcción de varios edificios, así como la restauración de varios estanques y la instalación de un nuevo canal de riego. Por su parte, el Buen Retiro sufrió un proceso de decadencia desde tiempos de Fernando VI, y Carlos III solo intervino en la creación de un cementerio en la zona, así como la construcción de la Real Fábrica de Porcelana, en el solar de la antigua ermita de San Antonio de los Portugueses.

48 En la zona de La Moncloa y la Montaña del Príncipe Pío se instauró con la adquisición de varios terrenos el Real Sitio de La Florida, hoy desaparecido, que contaba con unos jardines de los que se tienen pocos datos. Por último, en La Granja de San Ildefonso se creó entre 1765 y 1770 el Jardín de Robledo, uno de los primeros con toques pintorescos, proyectado por Luis Lemmi en un terreno con fuertes desniveles y con una abundante presencia de manantiales. Era un jardín de pequeño tamaño, dentro de un perímetro rectangular, con plantaciones de árboles frutales y alamedas, con un trazado irregular y adaptado a la topografía de la zona, con un sentido de integración en la naturaleza cercano al estilo paisajista.

49 Contaba con varios estanques y fuentes, así como escaleras para salvar los desniveles y diversos elementos de tono anecdótico, en el sentido de la moda pintoresquista, como una roca horadada con nichos para maceteros, puentes rústicos de madera, y una casita con ventanas de porcelana. La mayoría de actuaciones de la época se realizaron en Aranjuez, donde durante el reinado de Carlos III se efectuaron varias ampliaciones encaminadas básicamente a la explotación agrícola, un reflejo de las ideas fisiocráticas del monarca. Surgieron así fincas como El Deleite y el Real Cortijo de San Isidro, y complejos ganaderos como las casas de Sotomayor, Villamejor, Flamenca y de Vacas. Las plantaciones se enriquecieron con especies de América y Filipinas, cuidadas por diferentes miembros de la dinastía Boutelou.

50 Casita del Infante (San Lorenzo de El Escorial).

51 Por lo demás, a los antiguos jardines de la Isla y del Parterre se agregó entonces una nueva área ajardinada, el Jardín del Príncipe —por el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV—, cuyo sector occidental fue trazado por Pablo Boutelou entre 1772 y 1784, en diversos ámbitos: el Jardín Español, constituido por tres plazas bordeadas de plátanos, olmos y acacias, junto a unas huertas de flores y cítricos; y los jardines del Desierto, Anglo-Chino y de los Campos Elíseos, diseñados con los nuevos preceptos del jardín paisajista inglés. A partir de 1784 se incorporó al proyecto el arquitecto Juan de Villanueva, que se encargó del sector oriental, conocido como Estanque de los Peces (o Chinesco), también de estilo paisajista, donde construyó un templete octogonal de orden jónico inspirado en el Petit Trianon, así como un pabellón de estilo oriental —influido por la obra de William Chambers…

52 … destruido en la Guerra de la Independencia y reconstruido en 1826 por Isidro González Velázquez. También se situó en la zona la denominada Casita del Labrador, obra de 1789 de Isidro González, y la Montaña Artificial, coronada por un quiosco chinesco de madera, obra del mismo arquitecto. Jalonan este jardín numerosas esculturas de gran valor artístico, especialmente las elaboradas para las fuentes de Narciso, Ceres y Apolo, obra de Joaquín Dumandré. Cabe remarcar que pese a la influencia de la jardinería inglesa el Jardín del Príncipe no se puede considerar como plenamente paisajista, ya que alterna trazados de líneas sinuosas, característicos del esquema inglés, con trazados rectilíneos y ortogonales de herencia barroca…

53 ….aunque la ausencia de coordinación óptica y la yuxtaposición de espacios diversos sí serían propiamente ingleses; por otro lado, la fragmentación y la ausencia de coherencia espacial son habituales en los jardines españoles desde el siglo XVI, por lo que esta característica no puede considerarse importada del modelo inglés. Otros proyectos reales fueron las Casitas del Príncipe y del Infante en el Monasterio de El Escorial, obra de Juan de Villanueva, que además de los edificios se ocupó del trazado de unos pequeños jardines anexos.

54 El primero se construyó en dos fases: entre y 1775 se realizó el jardín frente a la casa, con una plaza circular central con una fuente y ocho calles radiales con setos de boj; entre 1781 y se trazó el jardín posterior, con un amplio espacio de forma cuadrada con diversos compartimentos geométricos plantados de árboles frutales, de donde partía un eje axial con una plaza circular con fuente en su intersección con el transversal, que se prolongaba hacia un jardín trasero con tres niveles con escaleras y rampas, donde se situaba una fuente rústica en cascada y un estanque cuadrado rematado en un hemiciclo con parterres de boj.

55 El jardín del Casino del Infante Don Gabriel (por Gabriel de Borbón, hijo de Carlos III) fue realizado al mismo tiempo que la primera fase del anterior, con un aire más clásico, estructurado en dos terrazas: la superior detrás de la casa, en forma de hemiciclo, con dos plazoletas en el eje axial, la primera con una mesa con asientos de piedra berroqueña y la segunda con una fuente; la inferior se sitúa en los dos laterales del conjunto más elevado, con diversos compartimentos geométricos de boj y diversas fuentes en la avenida central de cada lateral. Villanueva también se encargó de la Casita del Príncipe de El Pardo ( ), con unos jardines en dos terrazas, de forma rectangular y articulados con un eje axial, con plazoletas circulares con fuentes, y cuadros de boj, flores y árboles frutales.

56 Real Jardín Botánico de Madrid
Quizá el mejor exponente de la época sea el Real Jardín Botánico de Madrid, una iniciativa del rey Fernando VI para favorecer la nueva visión científica otorgada a la botánica. Situado inicialmente en el Soto de Migas Calientes, cerca del río Manzanares, Carlos III lo trasladó al Paseo del Prado, junto al Observatorio Astronómico y el Gabinete de Historia Natural (actual Museo del Prado), conforme a un eje dedicado a las ciencias. Un primer proyecto fue de Francesco Sabatini (1778), en un estilo tardobarroco influido por el tratadista francés Dezallier d'Argenville, así como por la obra de Luigi Vanvitelli en Caserta; de este proyecto solo se ejecutó la nivelación del terreno y el cerramiento perimetral.

57 El proyecto definitivo fue de Juan de Villanueva, de concepción clásica, con una estructura de cuadrícula con un amplio eje axial y otros paralelos y perpendiculares más pequeños. En ese esquema se articulan una serie de módulos con diferentes cuadros dedicados a plantaciones de todo tipo, mientras que al final del eje axial se sitúa el edificio de la Cátedra de Botánica. El jardín se estructuró en tres niveles, donde se colocaron las plantas en unos cuadros diseñados según la proporción áurea: el nivel inferior y la mitad del segundo se dedicó a las plantas clasificadas según el sistema linneano; la otra mitad del segundo estaba ocupada por plantas medicinales; y en el nivel superior se encontraban flores y árboles.

58 Al calor del Real Jardín Botánico se inició en el Jardín de Aclimatación de la Orotava, en Puerto de la Cruz (Tenerife), una iniciativa de Carlos III que encargó a Alonso de Nava y Grimón, VI marqués de Villanueva del Prado. Surgió con el objetivo de analizar y preservar la flora autóctona de las islas Canarias, y de servir de estación intermedia para las especies procedentes de América antes de su traslado a Madrid. El marqués realizó una incesante labor hasta su muerte en 1832, a menudo costeando el proyecto con fondos personales, ya que con el tiempo y la pérdida del interés real el jardín fue abandonado por el gobierno central.

59 El jardín fue proyectado por el arquitecto francés Le Gros, de trazado rectangular, con dos ejes transversales que lo cortan en cuatro secciones: el eje mayor se inicia en una alberca con plantas acuáticas, y desemboca en un umbráculo; en la intersección se halla un estanque circular. En las secciones hay una serie de caminos menores dispuestos de forma ortogonal y jalonados de glorietas, y en sus terrenos se sitúan las diversas especies clasificadas según el sistema linneano. En 1851 el jardín pasó a ser propiedad del Servicio Agronómico de Canarias, y fue restaurado por Germán Widpret.

60 Jardines privados Parque de El Capricho, Alameda de Osuna.
A nivel privado perduró hasta casi finales de siglo el modelo tardobarroco, aunque poco a poco se fue introduciendo la nueva moda paisajista, especialmente en el ambiente cortesano cercano a Madrid, con predilección por el Paseo del Prado, la nueva zona de moda, como el palacio de la duquesa de Villahermosa, construido entre y 1806 por Silvestre Pérez y Antonio López Aguado.

61 El estilo paisajista fue patrocinado principalmente por la duquesa de Osuna, María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, que lo introdujo en varias de sus propiedades, como el Palacio de Anglona, con un jardín colgante calificado de «romántico y frondoso», o el Palacio de Leganitos, construido al estilo de un hôtel parisino, con un terreno irregular estructurado en cuatro «escenas» (Pradera, Lago, Río y Bosque) que presentaban una naturaleza subordinada a un plan determinado, con diversas construcciones de inspiración romántica, como una pagoda china, un templete morisco, un mirador-belvedere de aire pintoresco y un Templo de los Hombres Ilustres dedicado a grandes figuras de la historia; lamentablemente, el proyecto quedó truncado por la invasión francesa.

62 Pero el mejor exponente creado por la duquesa fue el Parque de El Capricho en la Alameda de Osuna, diseñado en estilo anglo-chino por Jean- Baptiste Mulot —un primer proyecto de Pablo Boutelou efectuado en 1774 no se llevó a cabo porque el jardinero real se mantuvo al servicio exclusivo de la corte—, y realizado entre 1787 y por un ayudante suyo, Pierre Prévost, ya que Mulot se quedó en Francia. El jardín se situó en una zona anteriormente agrícola, con un trazado irregular cercado por tapias, y con una avenida principal arbolada que conducía al palacio, una solución aparentemente barroca pero sin llegar a serlo debido a la ausencia de simetría.

63 La zona ajardinada se estructuró a través de una serie de caminos y senderos de trazado sinuoso, y en los terrenos había estanques, montañas artificiales, un lago con un islote, y pequeñas construcciones de signo pintoresco, como un Templo de Baco en forma de tholos, una ermita y un abejero, así como una columna inspirada en Paestum coronada por el grupo escultórico Saturno devorando a sus hijos. Entre 1794 y 1795 el arquitecto Ángel María Tadey edificó dos caprichos, la Casa Rústica y la Casa de la Vieja, y pasada la guerra se construyó un casino de Baile, edificado por Antonio López Aguado en 1815 en estilo neoclásico.

64 La última fase constructiva fue entre 1834 y 1844, realizada por Martín López Aguado, cuando se construyó un palacio, un museo y un teatro, además de un fuerte con foso, un puente de hierro sobre la ría, un embarcadero de aire chinesco y dos monumentos, uno dedicado a la duquesa en la Plaza de los Emperadores y otro al III duque de Osuna en la isla del lago.

65 Parque del Laberinto de Horta.
Otro ejemplo de jardín neoclásico se halla en Barcelona: el Parque del Laberinto de Horta, una iniciativa de Joan Antoni Desvalls, sexto marqués de Llupià, construido por el arquitecto italiano Domenico Bagutti y el jardinero francés Joseph Delvalet entre 1794 y 1808. El jardín se extiende por tres terrazas escalonadas: en la inferior se encuentra el laberinto vegetal que da nombre al parque, formado por 750 metros de cipreses recortados, con una superficie de 45 x 50 metros; en la terraza intermedia, que se alza sobre el laberinto, se encuentra el Mirador o Belvedere, donde destacan dos templetes de estilo italiano con estatuas de Dánae y Artemisa y columnas toscanas, y dos fuentes decoradas con relieves y cuatro bustos;

66 ; en la tercera terraza se levanta el Pabellón de Carlos IV, de estilo neoclásico y aire italianizante —que evoca ligeramente a la Villa Capra de Palladio—, coronado por una escultura que representa a Apolo y las musas. Detrás del pabellón se encuentra un gran estanque nutrido por la fuente de la ninfa Egeria, inspirado en la gruta de Stowe. En el siglo XIX se añadió un jardín romántico.

67 Jardin Botanico de Valencia
En 1804 se creó el Jardín Botánico de Valencia, una iniciativa de la universidad de esa ciudad, que propició su instalación en unos terrenos situados en un huerto llamado de Tramoyeres, cerca del Turia. El alma máter del nuevo jardín fue el botánico Vicente Alfonso Lorente, que supervisó la creación de un trazado trapezoidal con un sistema linneano de cuadros, con herbarios, instalaciones para la cátedra de Botánica y otras dependencias. El jardín, considerado uno de los mejores de España, acoge unas 6000 especies vegetales, algunas de escasa presencia en la península, como algunas variedades de orquídeas y begonias, cactus, helechos, hiedras y plantas enanas y rastreras.

68 Siglo XIX.-Romanticismo
El romanticismo surgió en Alemania a finales del siglo XVIII con el movimiento literario Sturm und Drang, desde donde posteriormente se extendió a otros países, así como pasó igualmente de la literatura al resto de las artes. Fue un movimiento de profunda renovación en todos los géneros artísticos: los románticos pusieron especial atención en el terreno de la espiritualidad, de la imaginación, la fantasía, el sentimiento, la evocación ensoñadora y el amor a la naturaleza, junto a un elemento más oscuro de irracionalidad, de atracción por el ocultismo, la locura, el sueño.

69 Se valoró especialmente la cultura popular, lo exótico, el retorno a formas artísticas menospreciadas del pasado —especialmente las medievales— y adquirió notoriedad la pintura de paisaje, que evocaba plenamente conceptos tan románticos como lo sublime. En este período se otorgó más libertad a la naturaleza salvaje, con pequeñas intervenciones para acentuar el aire bucólico del paisaje. Estilísticamente perduró el «jardín inglés», cuyo naturalismo servía perfectamente a los ideales de libertad e integración con la naturaleza del romanticismo. Sin embargo, el paisajismo inglés tuvo durante el siglo XIX una marcada evolución, ya que abandonó el concepto de lo pintoresco en busca de un mayor purismo y autonomía artística de la jardinería, que no debía inspirarse en la pintura o recurrir a cualquier otro artificio, planteamiento que fue denominado como «estilo jardinesco» —en contraposición a pintoresco—.

70 Este concepto fue formulado principalmente por Humphry Repton, quien en su obra An Inquiry into the Changes of Taste in Landscape Gardening, with some Observations on its Theory and Practice (1806) señaló las principales características de la jardinería paisajista: mostrar la belleza natural y ocultar sus defectos; dar apariencia de extensión y libertad; evitar interferencias artísticas y parecer obra de la naturaleza; y ocultar o retirar cualquier elemento no decorativo. El jardín romántico destaca por la colocación de elementos como lagos, puentes o montañas artificiales, junto a grutas y otros elementos enfatizadores del paisaje, así como por sus caminos de trazado sinuoso.

71 Por otro lado, los adelantos técnicos en arquitectura, especialmente en cuanto a la construcción con hierro y cristal, favorecieron la creación de invernaderos, que podían incluir sistemas de calefacción para la conservación de especies vegetales a su temperatura ideal. En España, convulsionada por la invasión napoleónica, las nuevas tendencias románticas llegaron tarde y no tuvieron mucho arraigo, debido en parte a las características climáticas y topográficas del terreno de la península, que no casaban muy bien con los típicos jardines ingleses de colinas suaves surcadas de lagos y arroyos. Por ello, los pocos ejemplos de jardín romántico en la península se inspiraron en la forma de dicho estilo pero sin entrar en su fondo, sin tener en cuenta las proporciones y la configuración del lugar.

72 En todo caso, la nueva tendencia tuvo más implantación en jardines y parques públicos que en los de elaboración privada. En esta época se produjeron las últimas intervenciones reales de cierta relevancia: en el Buen Retiro, devastado por la guerra —período en que se acondicionó una fortificación en sus terrenos—, se acometió una intensa repoblación y se construyó un embarcadero en el Estanque Grande proyectado por Isidro González Velázquez —destruido en el siglo XX para colocar el monumento a Alfonso XII—, mientras que en tiempos de Isabel II se abrió el Paseo de las Estatuas, adornado con esculturas procedentes del Palacio Real, y se ajardinó el Campo Grande con paseos arbolados.

73 En los años 1840 François Viet y Narciso Pascual y Colomer proyectaron unos jardines paisajistas para los antiguos Jardín de la Primavera y Huertas de San Jerónimo. El mismo Pascual y Colomer diseñó en 1844 unos jardines para el Campo del Moro, pero las obras quedaron a medias: se instalaron dos fuentes, la de las Conchas y la de los Tritones, y se instaló un sistema hidráulico, el Canal de Isabel II. En la Casa de Campo continuó la explotación agraria, y se construyeron diversas edificaciones a cargo de Isidro González Velázquez. En el Real Sitio de La Florida se instaló una fábrica de porcelana. Aparte de eso, la mayoría de nuevas intervenciones se hizo en los denominados «reservados reales», unos lugares de recreo y descanso acotados por Fernando VII para disfrute de la familia real …

74 …jalonados de caprichos pintorescos, como en La Florida, donde se construyeron la Casa Rústica, la del Duende y la del Choricero. En la Casa de Campo, Isidro González Velázquez proyectó un jardín anglo-chino, que no fue realizado hasta tiempos de Isabel II. Pero la mayor parte de estas intervenciones fueron en el Buen Retiro, donde se instaló un jardín anglo- chino al estilo de los Osuna, con proyecto de Pablo Boutelou. A partir de 1815 se construyeron una serie de caprichos esparcidos por sus terrenos, como una Montaña Artificial o Rusa, coronada por un templete desde donde caía una cascada; la Casa del Pescador, situada en medio de un estanque y decorada con motivos renacentistas y pompeyanos; ….

75 …la Casa del Contrabandista, construida con ladrillo y pizarra; la Casa Rústica, con decoración de estilo persa; la Casa Rústica, con decoración de estilo persa; la Casa del Pobre, hecha de madera y ya desaparecida, como la anterior; por último, una Casa de Fieras y una pajarera. Por otro lado, François Viet reconstruyó el Jardín del Parterre devolviéndole su aspecto francés, con parterres de broderie y dos estanques con fuentes. Además de la remodelación o ampliación de estos jardines de épocas anteriores, en tiempos de Fernando VII se crearon dos nuevos Reales Sitios: el Casino de la Reina y Vista Alegre.

76 El primero fue creado en 1817 en unos terrenos entre la Ronda de Toledo y la calle Embajadores, que el Ayuntamiento de Madrid regaló a la reina María Isabel de Braganza. La parcela era conocida como Huerta del Romero, y allí se construyó un palacete y unos jardines de trazado geométrico, con un proyecto de los arquitectos Antonio López Aguado y Narciso Pascual y Colomer, así como el pintor Vicente López y el escultor José Tomás. La estructura del conjunto era irregular, porque aunaba los recorridos sinuosos propios del jardín romántico con algunas calles rectas y parterres geométricos de recuerdo tardobarroco.

77 El componente pintoresco estaba formado por diversos caprichos como una Casa Rústica y una de Vacas, templetes, puentes y embarcaderos. En la reina Isabel II cedió este terreno para sede del Museo Arqueológico Nacional. El Real Sitio de Vista Alegre fue un regalo del Ayuntamiento de Madrid a Fernando VII por su boda con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1829). Estaba ubicado en Carabanchel Bajo, y contaba con una zona de explotación agrícola, paseos arbolados, parterres, bosquetes y emparrados, y unos jardines con fuentes, estatuas, grutas, invernaderos, pajareras y zonas de juegos, en unos terrenos de caminos sinuosos al estilo inglés, con los típicos caprichos y pabellones de tipo pintoresco. En 1859 el terreno fue comprado por el marqués de Salamanca, y en la actualidad es un barrio de Madrid.

78 A nivel privado existieron diversas iniciativas de jardines a la inglesa, aunque siempre adaptados a las peculiaridades hispánicas. Cabría citar el de la Quinta de la Fuente del Berro en Madrid, con un jardín rústico, emparrados, invernaderos, cenadores, una ría con puentes y una isla con embarcadero; y el Palacio de San Telmo en Sevilla, propiedad de los duques de Montpensier, con unos jardines con glorietas unidas por caminos sinuosos, estanque con isletas, juegos de agua, grutas, montañas artificiales, quioscos y estatuas.

79 Monasterio de Piedra, Nuévalos (Zaragoza).

80 Otro exponente fue el jardín de la Real Fábrica de Paños en Brihuega (Guadalajara), situado sobre el valle de Tajuña, del que ofrece unas excelentes vistas. La fábrica, fundada en 1750, se dedicaba a la confección de uniformes militares; en 1840 fue adquirida por Justo Hernández Pareja, que creó junto a la fábrica un jardín de aire romántico, formado por cuadros de setos de boj y madreselva, con paseos y glorietas jalonados de los típicos elementos románticos, como un cenador, una pajarera y arcos de ciprés.

81 Jardín Botánico La Concepción, Málaga
Hacia 1855 se inició el Jardín Botánico La Concepción de Málaga, por impulso del empresario Jorge Loring y Oyarzábal, marqués de Casa Loring. Su propietario, aficionado a la botánica, quiso crear un jardín de aclimatación de especies exóticas, que llegaban por mar desde América y Filipinas. Se estableció un jardín típicamente romántico, con caminos sinuosos, estanques, cascadas, riachuelos y diversas edificaciones. El jardín parte de una amplia avenida de ficus que conduce hasta la casa, desde donde se desciende a un estanque con nenúfares rodeado de caquis, drago, ficus y cicas,

82 , así como una pérgola con glicinias; el camino acaba en un templete con cúpula de media naranja revestido de azulejos, que presenta una magnífica vista de la ciudad y el monte de Gibralfaro. La vegetación está compuesta de especies tropicales y subtropicales, entre las que destaca una colección de 500 palmeras de 25 especies distintas. En 1990 el jardín fue adquirido por el Ayuntamiento de Málaga.

83 Monasterio de Piedra De esta época data también el ajardinamiento del Monasterio de Piedra, un enclave natural de incomparable belleza situado en Nuévalos (Zaragoza). El monasterio data del siglo XIII, y perteneció a la orden cisterciense, aunque en 1835 fue expropiado durante las desamortizaciones de Mendizábal y pasó a manos privadas. A mediados del siglo XIX su propietario, Juan Federico Muntadas, realizó diversas actuaciones, como la apertura de caminos y la plantación de diversas especies, así como estableció una piscifactoría; en 1860, tras el descubrimiento de la gruta Iris, abrió el parque al público.

84 La riqueza de la zona proviene del río Piedra, que al llegar a la altura del monasterio se bifurca en dos ramales, uno que riega la huerta y otro que se desborda en una serie de cascadas y saltos de agua, como la llamada Cola de Caballo, de 50 metros de altura, y luego forma diversos lagos y estanques, como el del Espejo. También hay diversas grutas, como la del Artista, de la Pantera o de la Bacante. La vegetación es densa en algunas zonas, de la que destacan unos bosques de ribera de gran riqueza biológica.

85 Huerto del Cura, Elche. Otro singular paraje es el Huerto del Cura, situado en el Palmeral de Elche, una extensa plantación de cerca de palmeras de la especie Phoenix dactylifera, originarias de la época de ocupación musulmana, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. En sus terrenos era frecuente la instalación de huertos que crecían en una zona predominantemente árida gracias a la sombra producida por las palmeras, y entre ellos destaca este jardín, de tipo botánico, una iniciativa del sacerdote José Castaño Sánchez, que aclimató en una zona de m2 diversas especies de origen subtropical y una magnífica colección de cactáceas. En sus terrenos se ubica un estanque con una reproducción de la Dama de Elche.

86 Señorio de Bértiz-Arana
En Navarra se encuentra el Señorío de Bértiz, situado al norte de Pamplona, en Bértiz-Arana, un enclave natural de 2000 hectáreas de gran riqueza botánica, con zonas forestales, praderas y landas, donde crece un tipo de vegetación caducifolia compuesta principalmente por hayas, robles y castaños. En este parque natural se encuentra la casona que le da nombre, originaria de 1847, con un jardín anexo que fue diseñado por el francés Félix Lambert, de unos 6700 m2, que cuentan con una fuente-surtidor y un invernadero. En la primera mitad del siglo XX perteneció a Pedro Ciga, que amplió el jardín en estilo paisajista, con una serie de caminos alrededor de un lago con una cascada de rocalla, así como una gruta y varias isletas.

87 Parque Samà, Cambrils.

88 Jardin Botanico Marquesa de Arucas
El Jardín Botánico de la Marquesa de Arucas se inició en 1880 en Arucas (Gran Canaria), trazado por un paisajista francés para Ramón Madam y Uriondo, primer marqués de Arucas. Tiene un trazado irregular, jalonado de caprichos pintorescos, como un castillete, una montaña artificial coronada por un mirador, una gruta poblada de líquenes y un pabellón junto a un estanque de aspecto selvático. Gracias a su peculiar microclima, debido a la proximidad a la costa y la protección que le ofrece la montaña, se plantaron diversas especies exóticas, como araucarias, jacarandas, ficus y chorisias, así como palmeras y bananeras, y un magnífico drago de más de dos siglos. En fue abierto al público.

89 En 1881 se creó en Cambrils el Parque Samà, promovido por Salvador Samà i Torrens, marqués de Marianao, un indiano enriquecido en Cuba, quien encargó el proyecto a Josep Fontserè. El palacete es de estilo colonial, al que se accede por una larga avenida bordeada de plátanos, y junto a la casa hay parterres formales y una fuente, llamada de las Conchas. A ambos lados de la avenida hay plantaciones de palmeras y mandarinos, y en la parte sudeste se encuentran dos construcciones: la Casa de Loros, una pajarera elaborada en madera y rocalla, en uno de cuyos lados se convierte en una gruta con una estatua de Hércules sobre un pedestal de conchas marinas; y la Torre, de estilo medieval, situada sobre una montaña artificial con dos grutas. En la fachada posterior del palacio se encuentra una logia que da al parque, donde se sitúa una glorieta con una fuente central.

90 El parque, de planta rectangular, es una excéntrica muestra de fantasía e ingenio, donde destaca un gran lago abastecido por un largo acueducto que transporta el agua desde acuíferos subterráneos de la zona, y que al llegar al parque se desborda en una gran cascada sobre el lago, donde se sitúan varias isletas conectadas por un sistema de puentes, con construcción de rocalla. La vegetación es de tipo exótico, en recuerdo de las propiedades cubanas del propietario, así como de pinos, plátanos y palmeras, principalmente.

91 Urbanismo y parques públicos
En el siglo XIX se expandió el fenómeno de la Revolución Industrial iniciado el siglo anterior, lo que conllevó al aumento de los entornos urbanos, en condiciones a veces de degradación del medio ambiente debido a las escasas condiciones higiénicas y al aumento de la contaminación por parte de la cada vez más abundante industrialización. Para paliar esos efectos se potenció la creación de grandes jardines y parques urbanos, que corrieron a cuenta de las autoridades públicas, con lo que surgió una «jardinería pública» que se fue diferenciando de la comitencia privada que hasta entonces había monopolizado los grandes proyectos jardinísticos;

92 ; ello conllevó la introducción del concepto de arquitectura paisajista, así como el desarrollo del urbanismo .Hasta entonces, frente a los barrios proletarios cercanos a zonas fabriles y carentes de las más elementales medidas higiénicas, sin luz, agua corriente o alcantarillado, en condiciones insalubres y paupérrimas, se situaban los barrios burgueses, con calles amplias y limpias, y con todas las comodidades que estaban a su alcance, donde se situaron inicialmente la mayoría de parques y jardines. Así pues, el nuevo urbanismo desarrollado en el siglo XIX pretendía ampliar a todas las clases sociales los beneficios que el incremento de la riqueza estaba proporcionando únicamente a la burguesía.

93 Surgieron así conceptos nuevos como el de la ciudad-jardín, formulado por Ebenezer Howard en Tomorrow: A Peaceful Path to Real Reform (1898), donde plantea la necesidad de superar el antagonismo ciudad-campo. En España, la jardinería pública fue fomentada con la creación de la Escuela Normal de Jardineros- Horticultores por iniciativa de Isabel II, donde se impulsó una paulatina racionalización de los trazados jardinísticos, que abandonaron las sinuosidades románticas y los caprichos pintorescos, de alusión aristocrática, por proyectos más sencillos y accesibles, con caminos más naturales, agrupación de especies vegetales y mayores espacios de césped, y elementos decorativos como grutas y templetes más sobrios y dispuestos en concordancia con las perspectivas del parque.

94 El estilo siguió siendo paisajista, pero desprovisto de ornatos innecesarios y veleidades caprichosas. Se siguieron nuevos principios como la unidad, el relieve y la ordenación, propugnados por teóricos franceses como Jean-Charles Alphand y el barón de Ernouf. Los nuevos modelos a emular fueron las ciudades de París y Londres, que implantaron en aquella época la introducción de espacios verdes con fines sanitarios. Se adoptaron así modelos como el boulevard francés, un paseo arbolado con una zona central para quioscos, fuentes y bancos; el square inglés, un tipo de plaza ajardinada; o incluso la introducción de vegetación en cementerios, al estilo de los camposantos franceses.

95 Campo del Moro (Madrid)

96 Durante el siglo XIX continuó la apertura de paseos y alamedas en la mayoría de ciudades españolas, como el Paseo de Recoletos de Madrid, las Delicias Nuevas de Sevilla (1827), la Alameda de Salamanca, la Alameda de La Coruña (1868), el Paseo de Gracia de Barcelona, la Alameda Principal de Málaga, la Alameda de San Sebastián, la Alameda de Capuchinos de Jaén, la Alameda de Colón de Murcia, la Alameda Cervantes de Soria, el Paseo Cánovas de Cáceres, etc. Durante el reinado de Isabel II surgieron un gran número de parques públicos en un estilo denominado «isabelino», inspirado en el jardín paisajista —preferentemente en la utilización de la línea curva— pero con la adopción de la nueva moda francesa de la mosaicultura …

97 …una técnica de disposición de arreglos florales en forma de mosaico, como un tapiz vegetal, surgida hacia 1830 y puesta de moda especialmente a raíz de la celebración de la Exposición Universal de París de 1878. Se efectúan entonces decoraciones florales con platabandas y canastillos, y se otorga especial relevancia al color, a través de la búsqueda de profusas sensaciones cromáticas. Algunos ejemplos de este tipo de parques son: el Parque de la Dehesa en Gerona, la Alameda de Vigo, el Paseo del Espolón en Burgos, el Parque de la Glorieta en Valencia, el Campo Grande de Valladolid, los Campos Elíseos de Lérida o el Parque de Málaga.

98 También surgieron en esa época varios proyectos de reforma y ensanche de ciudades, que entre otros factores multiplicaba el espacio de zonas verdes para uso y disfrute de la población, como los realizados en Madrid con proyecto de Carlos María de Castro (1860), en Barcelona con el trazado de Ildefonso Cerdá (1860), en San Sebastián con una propuesta de Martín Saracíbar (1864), en Bilbao con diseño de Severino de Achúcarro (1876), etc. En 1868 Ángel Fernández de los Ríos publicó El futuro Madrid, donde defendía la creación de grandes espacios verdes, como la conversión de las Vistillas en terrazas ajardinadas, la reforma de la Casa de Campo al estilo del parisino Bois de Boulogne, o la unión del Prado con el Parque del Retiro;

99 su proyecto, casi utópico, no prosperó
su proyecto, casi utópico, no prosperó. Por otro lado, Arturo Soria concibió el esquema de ciudad lineal, con anchura mínima de 500 metros y longitud indefinida, y estructurada alrededor de una gran calle comunicada mediante tranvías, que entre otras cosas preveía una gran abundancia de espacios verdes, de tal forma que se conciliase la vida urbana con la rural; aunque solo se construyó un tramo en las afueras de Madrid —entre la carretera de Aragón y el Pinar de Chamartín— sus ideas influyeron notablemente en el urbanismo del siglo XX.

100 Parque de la Florida.-Vitoria
Uno de los primeros parques públicos fue el de La Florida de Vitoria, iniciado en 1820 con un pequeño jardín alrededor de un quiosco de música y ampliado sustancialmente en 1855 con terrenos del antiguo Convento de Santa Clara. Su trazado denota la influencia francesa, especialmente del Parc des Buttes-Chaumont, caracterizado por un estilo rústico elaborado en rocalla. Así, se construyeron puentes y pasamanos con cemento a imitación de troncos y rocas, uno de los elementos más singulares del parque. El conjunto presenta un aspecto romántico, enfatizado por colinas artificiales, grutas y cascadas, así como caminos sinuosos y una vegetación marcada por los sauces, chopos, castaños, plátanos y coníferas.

101 Monumento a Alfonso XII, Jardines del Retiro de Madrid.

102 Parque del Retiro.- En Madrid, el Parque del Retiro pasó de propiedad real a manos del Ayuntamiento de la capital, en dos fases: en 1865 Isabel II vendió al estado un 20 % del parque, la zona comprendida entre la calle de Alfonso XII y el Paseo del Prado; poco después, tras la revolución de 1868, el resto del parque fue expropiado y cedido por el Gobierno provisional al Ayuntamiento de Madrid. Desde esa fecha se fueron efectuando sucesivas intervenciones sin un plan unificado: se abrió un Paseo de Coches, así como varias puertas de entrada (la Coronela, la Puerta de España y la de la plaza de la Independencia), se instalaron quioscos y puestos de venta, se instaló un Telégrafo Óptico, y diversas fuentes, como la de la Alcachofa, la de los Galápagos y la del Ángel Caído.

103 También se construyó el Palacio de Velázquez, construido para la Exposición Nacional de Minería (1883), obra de Ricardo Velázquez Bosco; del mismo arquitecto fue el Palacio de Cristal, erigido con motivo de la Exposición de Filipinas de 1887, un invernadero de hierro y cristal, junto al que se situó una gruta de rocalla sobre la que se erguía un templete neonazarí. En 1885 se trasladaron al parque las ruinas de la ermita de San Pelayo y San Isidoro de Ávila, de estilo románico. Ya en el siglo XX, el parque se ha ido decorando con numerosas esculturas — entre las que destaca el Ángel Caído de Ricardo Bellver— y monumentos conmemorativos, como los dedicados a Ramón y Cajal, Pérez Galdós o los hermanos Álvarez Quintero, así como el gran monumento dedicado a Alfonso XII, con una escultura ecuestre de Mariano Benlliure.

104 En 1935 el parque fue declarado Jardín Histórico Artístico, y con motivo del nombramiento se configuraron unos nuevos jardines diseñados por Cecilio Rodríguez. Otra antigua posesión real que pasó al patrimonio público gracias a la revolución de fue el Campo del Moro, donde sí se efectuó un proyecto paisajista unitario e innovador, obra de Ramón Oliva (1890), que efectuó una repoblación de la zona y creó un parque con paseos ondulados y zonas de bosquetes alrededor de un parterre central de césped con dos caminos transversales en cuyas intersecciones se sitúan dos plazoletas con fuentes (de las Conchas y de los Tritones).

105 También construyó un pabellón rústico revestido de corcho, mientras que el arquitecto Enrique Repullés Segarra se encargó de construir una entrada para el túnel que conectaba con la Casa de Campo, así como un chalet «a la suiza», casetas y viviendas de guardas y jardineros.

106 Campo Grande de Valladolid
Ramón Oliva fue también el artífice del parque del Campo Grande de Valladolid, situado en la confluencia entre los ríos Pisuerga y Esgueva. El terreno se remonta al siglo XVI, cuando era una de las entradas a la ciudad, y en el siglo XVIII empezó a ajardinarse, aunque su actual trazado se diseñó en 1877 por iniciativa del alcalde Miguel Íscar, quien encargó el proyecto a Oliva, ayudado por Francisco Sabadell. El parque está dividido en dos grandes jardines con una plaza central, donde se sitúa la Fuente de la Fama, en forma de mujer alada que toca la trompeta. En el recinto hay también un estanque con una gruta y una cascada de agua, así como varias construcciones, como pajareras y palomares.

107 En cuanto a especies vegetales destacan los cedros, los plátanos, los castaños de Indias, las celindas y los rosales, y habitan diversos animales como patos, ocas y pavos reales. También hay varios monumentos, dedicados a Miguel Íscar, Gaspar Núñez de Arce y Rosa Chacel.

108 Parque Alberdi-Eder San Sebastian
En 1880 se creó en San Sebastián el Parque Alberdi-Eder («lugar hermoso» en euskera), situado en un antiguo campo de maniobras militares junto a la bahía de La Concha. Su primer objetivo fue el de lugar de recreo y atracciones, por lo que se situaron en su recinto un circo, un velódromo y un teatro de guiñoles. Sin embargo, en 1887 se construyó un casino — obra de Luis Aladrén y Adolfo Morales de los Ríos—, que posteriormente pasó a ser sede del Ayuntamiento de San Sebastián, por lo que se reformó toda la zona. El jardín fue proyectado por el jardinero francés Pierre Ducasse, y destaca por la presencia de un centenar de tamarindos que proporcionan sombra al espacio, además de parterres de flores y setos verdes, y diversas fuentes y estatuas.

109 Cascada del Parque de la Ciudadela, Barcelona.

110 Parque de la Ciudadela en Barcelona
En Barcelona se constituyó el Parque de la Ciudadela en los antiguos terrenos de la fortaleza de la ciudad, a imagen y semejanza del Jardín del Luxemburgo de París. Con motivo de la Exposición Universal de 1888, el alcalde Francesc Rius i Taulet encargó la urbanización del parque a Josep Fontserè, que proyectó unos amplios jardines para esparcimiento de los ciudadanos, bajo el lema «los jardines son a las ciudades lo que los pulmones al cuerpo humano». Junto con la zona verde proyectó una plaza central y un paseo de circunvalación, así como una fuente monumental y diversos elementos ornamentales, dos lagos y una zona de bosque, además de diversos edificios auxiliares e infraestructuras, como el Mercado del Borne, un matadero, un puente de hierro sobre las líneas de ferrocarril y varias casetas de servicios.

111 Fontserè contó con la colaboración del joven Antoni Gaudí, que intervino en el proyecto de la Cascada Monumental, donde realizó el proyecto hidráulico y diseñó una gruta artificial bajo la cascada. El monumento destaca por su profusión escultórica, en la que intervinieron varios de los mejores escultores del momento, como Rossend Nobas, Venanci Vallmitjana, Francesc Pagès i Serratosa, Josep Gamot, Manel Fuxà, Rafael Atché y Joan Flotats. Varios de los edificios construidos para la Exposición se han conservado: el restaurante, conocido como Castillo de los Tres Dragones y actual Museo de Zoología, obra de Lluís Domènech i Montaner, de estilo neogótico pero con unas innovadoras soluciones estructurales que apuntaban ya al modernismo;

112 ; el Hibernáculo, obra de Josep Amargós, realizado en hierro y vidrio siguiendo el ejemplo del Crystal Palace de la Exposición de Londres de 1851; el Museo Martorell de Geología, de Antoni Rovira i Trias; y el Umbráculo, de Josep Fontserè. Dentro de su recinto se sitúa el Zoo de Barcelona, así como diversas edificaciones que perviven de la antigua fortaleza: la capilla, el palacio del gobernador y el arsenal, actual sede del Parlamento de Cataluña. En la antigua plaza de armas hay un estanque ovalado con la célebre escultura Desconsuelo, obra de Josep Llimona. Uno de los centros neurálgicos del parque es el lago, con varios islotes y gran profusión de plantas exóticas y animales acuáticos; se puede navegar en él con barcas de remos. Junto a la Cascada figura el Jardín Romántico, con una gran variedad de especies vegetales.

113 A finales de siglo se dieron los últimos vestigios de jardín paisajista: en Betanzos se creó el Parque del Pasatiempo ( ), un jardín de sello excéntrico que presentaba quizá los últimos coletazos de pintoresquismo decimonónico; en Madrid se instituyó en unos terrenos de la Montaña del Príncipe Pío el Parque del Oeste ( ), una iniciativa del director de Paseos, Arbolado y Parques de Madrid, Cecilio Rodriguez. El parque presenta un trazado de tipo inglés pero sin sus habituales sinuosidades, con paseos amplios, grandes extensiones arboladas — principalmente de coníferas— y zonas de césped, así como un quiosco, una cascada, fuentes y esculturas.

114 Otros parques públicos de la época que merecerían al menos mencionarse son: el Jardín de San Carlos (La Coruña), el Parque de la Concordia (Guadalajara), el Parque Genovés (Cádiz), el Campo de San Francisco (Oviedo), el Parque de Canalejas (Alicante), el Parque Nicolás Salmerón (Almería), el Parque Ribalta (Castellón), los Jardines de la Agricultura (Córdoba), el Salón de Isabel II (Palencia), etc…


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