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I «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» Lc 23,34

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Presentación del tema: "I «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» Lc 23,34"— Transcripción de la presentación:

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2 I «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» Lc 23,34
Aunque he sido tu enemigo, mi Jesús: como confieso, ruega por mí: que, con eso, seguro el perdón consigo. Cuando loco te ofendí, no supe lo que yo hacía: sé, Jesús, del alma mía y ruega al Padre por mí.

3 II «Hoy estarás conmigo en el Paraíso»
Lc 23, 43 Vuelto hacia Ti el Buen Ladrón con fe implora tu piedad: yo también de mi maldad te pido, Señor, perdón.  Si al ladrón arrepentido das un lugar en el Cielo, yo también, ya sin recelo la salvación hoy te pido.

4 III «He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre»
Jn 19, 26 Hijo tuyo quiero ser, sé Tu mi Madre Señora: que mi alma desde a ahora con tu amor va a florecer.

5 ¿Por qué me has abandonado?»
IV «Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?» Mt 27, 46 Desamparado se ve de su Padre el Hijo amado, maldito siempre el pecado que de esto la causa fue. Quién quisiera consolar a Jesús en su dolor, diga en el alma: Señor, yo te doy mi corazón.

6 V «Tengo sed» Sed, dice el Señor, que tiene; para poder mitigar la sed
Jn 19, 28 Sed, dice el Señor, que tiene; para poder mitigar la sed que así le hace hablar, darle lágrimas conviene. Hiel darle, ya se le ha visto: la prueba, mas no la bebe: ¿Cómo quiero yo que pruebe la hiel de mis culpas Cristo?

7 VI «Todo está consumado» Jn 19,30
Con firme voz anunció Jesús, ensangrentado, que del hombre y del pecado la redención consumó. Y cumplida su misión, ya puede Cristo morir, y abrirme su corazón para en su pecho vivir.

8 encomiendo mi espíritu»
VII «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» Lc 23, 46 A su eterno Padre, ya el espíritu encomienda; si mi vida no se enmienda, ¿en qué manos parará?. En las tuyas desde ahora mi alma pongo, Jesús mío; porque solo en ti confío de aquí a la eternidad.

9 en las tres horas de agonía de Jesús, dígnate asistirme también a mí,
Madre mía dolorosísima, por el intenso dolor que padeciste al pie de la Cruz en las tres horas de agonía de Jesús, dígnate asistirme también a mí, que soy hijo de tus dolores, en mi agonía a fin de que con tu intercesión, pueda pasar del lecho de la muerte a acompañarte en el santo paraíso.

10 De repentina y de improvisa muerte. líbrame, Señor.
De las acechanzas del espíritu del mal, líbrame, Señor. De la muerte eterna, líbrame, Señor.

11 Oh Dios, que para la salvación del género humano nos diste ejemplo
y auxilio en la muerte dolorosísima de Tu Hijo, te pedimos nos concedas que en aquel extremo peligro de nuestra muerte alcancemos el efecto de una tan grande caridad y merezcamos acompañar en la gloria al mismo Redentor. Amén

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