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UN PENSADOR CORDOBÉS: SÉNECA.

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Presentación del tema: "UN PENSADOR CORDOBÉS: SÉNECA."— Transcripción de la presentación:

1 UN PENSADOR CORDOBÉS: SÉNECA

2 Datos biográficos Lucio Anneo Séneca
Nació en Córdoba el año 4 d. de C. Marchó a Roma con su familia y allí se formó como retórico, jurista y filósofo. Se dedicó a la abogacía, destacando por sus extraordinarias dotes de orador. Fue nombrado preceptor de Nerón. Hijo de Marco Anneo Séneca el Retórico. Acusado de haber participado en una conjuración contra el emperador, fue condenado a muerte. Se suicidó cortándose las venas y bebiendo la cicuta estoicamente de acuerdo con su doctrina. Lucio Anneo Séneca

3 La ambivalente personalidad de Séneca (I)
La inclinación de Séneca por la intriga y su apetencia de poder le llevó a dedicar una parte de su tiempo a la vida cortesana, a los asuntos públicos y a los negocios. Las referencias a su conducta pública que nos han llegado nos lo muestran dispuesto a toda clase de oportunismos y a métodos no muy limpios a la hora de satisfacer la propia ambición. Causa perplejidad el desacuerdo entre la elevada doctrina moral que propone y la vida de cortesano que practica así como su habilidad a la hora de acumular riquezas.

4 La ambivalente personalidad de Séneca (2)
Vivió una vida dramática y se vio mezclado en las turbias luchas que se tramaban en torno al poder. Durante varios años la responsabilidad pública de Séneca fue enorme y de él dependía la suerte de muchas personas. Pretendió llevar a la práctica las doctrinas de los teóricos estoicos, pero al tropezar con la realidad se manchó con sus impurezas, y así tuvo, por ejemplo, que excusar los crímenes de Nerón mientras él mismo se enriquecía. Había en Séneca dos personalidades, muchas veces disociadas y enfrentadas. El moralista estoico, severo e idealista, y el hombre público, apasionado por la vida política y ambicioso. El estoicismo llenaba profundamente su corazón, pero las intrigas políticas le hicieron muchas veces olvidarse de las máximas elevadas. El destierro y la desgracia purificaron su alma, y renunciando a cambiar al mundo imponiéndole la felicidad mediante la política, purificó y acendró su vida interior, desligándose de las vanidades del mundo y sometiéndose al orden del cosmos.

5 Séneca y el estoicismo Fundado por Zenón de Citio en el 301 a.C. El término estoicismo proviene del lugar en el que Zenón comenzó a dar sus lecciones la stoa, que era el “Pórtico pintado” del ágora de Atenas. El primer estoicismo se denomina “Estoicismo antiguo”. Entre los siglos II y I antes de Cristo el estoicismo dejó de ser una escuela griega; había penetrado en el mundo romano y llegó a ser, bajo la influencia del amigo de Escipión, Panecio y Posidonio la filosofía oficial del Imperio Romano. Séneca, Epicteto y Marco Antonio son los máximos representantes del estoicismo tardío, que se desarrolló en el Imperio Romano desde el siglo I al siglo III después de Cristo.

6 La naturaleza en el estoicismo
El universo es un todo armonioso y causalmente relacionado, que se rige por un principio activo, el Lógos cósmico y universal del que el hombre también participa. Este lógos cósmico, que es siempre el mismo es llamado también Pneuma necesidad y destino, nombres todos ellos que hacen referencia a un poder que crea, unifica y mantiene unidas todas las cosas y que no es simplemente un poder físico: el pneuma o lógos universal es una entidad fundamentalmente racional: es Dios (panteísmo), un alma del mundo o mente (razón) que todo lo rige y de cuya ley nada ni nadie puede sustraerse.

7 El destino y el azar en el estoicismo
La concepción de un cosmos dotado de un principio rector inteligente desemboca en una visión determinista del mundo, donde nada azaroso puede acaecer: todo está gobernado por una ley racional que es inmanente (como su lógos) y necesaria; el destino no es más que la estricta cadena de los acontecimientos (causas) ligados entre sí: “Los sucesos anteriores son causa de aquellos que les siguen, y en esta manera todas las cosas van ligadas unas a las otras, y así no sucede cosa alguna en el mundo que no sea enteramente consecuencia de aquélla y ligada a la misma como a su causa.” (SVF, II, 945). El azar no existe; es el simple desconocimiento causal de los acontecimientos. Si nuestra mente pudiera captar la total trabazón de las causas podría conocer el presente y predecir el futuro. Este mundo es el mejor de todos los posibles y nuestra existencia contribuye a este proyecto universal, por lo que, como veremos, no hay que temer al destino, sino aceptarlo .

8 La libertad en el estoicismo
Al estar todos los acontecimientos del mundo rigurosamente determinados y formar parte el hombre del lógos universal, la libertad no puede consistir más que en la aceptación de nuestro propio destino, el cual estriba, fundamentalmente, en vivir conforme a la Naturaleza.

9 Séneca y la mitología El Universo es conjunto orgánico y debe ser dominado por un solo ser: Dios, Júpiter. Las divinidades no son sino aspectos y caracteres de este ser supremo. La conciencia debe obrar según lo que en cada momento exija de nosotros el orden del Universo. Eso es el Destino. Lo demás es atribuible a la pasión o a la fortuna, al azar.

10 Séneca. La sabiduría A Séneca le interesa más la filosofía como forma de vida que como especulación teórica, y gira toda ella en torno a la figura del «sabio», del «sofós». Para Séneca la sabiduría y la virtud son la meta de la vida moral, lo único inmortal que tienen los mortales. La sabiduría consistirá según la doctrina estoica en seguir a la naturaleza, dejándose guiar por sus leyes y ejemplos. Y la naturaleza está regida por la razón. Por tanto, obedecer a la naturaleza es obedecer a la razón, y poder de este modo ser feliz.

11 Séneca. El hombre En la vida psicológica del hombre se contrapesan la pasión y la reflexión. La inteligencia debe analizar y clarificar las pasiones, despejándolas de todo lo oscuro e irracional. Por eso la virtud consiste en una inteligencia que juzga acertadamente de un modo estable. De hecho la virtud racional es ahogada y oscurecida por múltiples circunstancias que favorecen la perversión. El placer, el dinero, el orgullo, cosas en sí «indiferentes», puesto que no son bienes, pueden esclavizar al hombre.

12 Séneca. La felicidad del sabio
Sólo es feliz el que, dejándose guiar por la razón, ha superado los deseos y los temores. La virtud debe desearse por sí misma, no por otra cosa; el premio de la virtud es la misma vida virtuosa y razonable que nos pone al abrigo de las turbaciones. La moral exige extinguir los deseos desordenados, especialmente la ira. El sabio debe esforzarse por mantenerse impávido. No se le exige una insensibilidad, pues perdería su condición humana, pero debe soportar las adversidades. No ha de tratar de reformar el mundo, que tiene sus leyes necesarias, sino procurar adaptarse a sus exigencias.

13 Séneca. La muerte y el suicidio
La muerte no es un bien ni un mal, puesto que es algo inexistente. Sin embargo, puede ser una liberación cuando las circunstancias de la vida condenan al hombre a una esclavitud incompatible con la libertad. Entonces el hombre tiene el camino abierto para dejar la vida. Nada nos fuerza a vivir en la miseria, en la necesidad. Séneca propugna, pues, el suicidio en cualquiera de sus formas como una liberación. Sólo ha de temerse lo incierto, pero la muerte viene con necesidad absoluta y nadie se libra de ella. En el caso extremo el sabio sigue siendo dueño de la vida, dejando voluntariamente la vida sin odiarla.

14 Séneca: Cosmopolitismo y fraternidad
Séneca predica la fraternidad universal y la superación de los límites estrechos de la ciudad o la patria. El sabio tiene por patria el Universo y el destierro es un mero cambio de lugar. Condena la esclavitud y proclama la igualdad de los hombres; pide que se perdone al enemigo y que se haga el bien a todos; exige el dominio de sí mismo y condena los combates de gladiadores.

15 Séneca: Fragmentos sobre la esclavitud
“Así pues, no importa tratándose del hombre, cuántos campos de cultivos posea, con cuánto dinero cuenta, por cuántos es saludado, en qué precioso lecho reposa o en qué transparente vaso beba, sino cuan bueno sea". "La virtud, de entrada, no esta vedada a nadie: ella abre a todos su santuario, invita a todos, hombres libres, emancipados por nacimiento, esclavos, reyes y proscritos....Un esclavo puede ser justo, valiente, magnánimo". "Es un error creer que la condición de esclavo afecta al hombre entero. La mejor parte de su ser queda libre. Los cuerpos están sometidos al deseo del dueño, pero el espíritu es dueño de sí mismo: es enteramente libre y tiene alas. A pesar de la cárcel que lo contiene, su ímpetu que nada cautiva, se eleva y realiza los actos más sublimes y remontándose al infinito trata con los seres más elevados. Es pues, el cuerpo lo que la Fortuna entrega al dueño. Es el cuerpo lo que él compra y vende. La parte interior no puede ser cedida en propiedad. Todo lo que procede de ella es libre y ni el dueño puede mandarle cualquier cosa, ni los esclavos están obligados a obedecer en todas las cosas." Insiste en que es la Fortuna la que hace a uno dueño y a otro esclavo: "Quieres decirte a ti mismo que este ser que tú llamas esclavo nace de la misma semilla que tú; que goza del mismo cielo, que respira el mismo aire, que vive y muere como tú. Tú puedes verle libre a él, como él te puede ver a ti esclavo."

16 El senequismo como actitud ante la vida
“Senequismo es una actitud ética, de atención casi exclusiva al individuo, obsesionada por la exigencia moral del bien y la presencia real del mal, que implica sentido trágico y ofrece como notas afirmativas realismo, celo por la dignidad de la persona, sentimiento del deber de fidelidad a esa misma dignidad, admiración al individuo egregio por sus cualidades de ánimo, sentido de la radical igualdad de los hombres, concepto del hombre "hijo de sus obras", ilimitado amor a la independencia, rigor en la autoimposición de deberes, primado de la voluntad, culto a las virtudes viriles, sobriedad, frugalidad, ascetismo, honda preocupación por la muerte y agudo sentido de pervivencia“. García Borrón


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