La descarga está en progreso. Por favor, espere

La descarga está en progreso. Por favor, espere

Ciclo B Domingo VI del Tiempo Ordinario «Le desapareció la lepra y quedó limpio»

Presentaciones similares


Presentación del tema: "Ciclo B Domingo VI del Tiempo Ordinario «Le desapareció la lepra y quedó limpio»"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo B Domingo VI del Tiempo Ordinario «Le desapareció la lepra y quedó limpio»

3 1 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: 2 Cuando aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o una mancha lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona será llevada al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes, 44 se trata de un leproso. Esa persona es impura, y el sacerdote deberá declararla como tal: tiene lepra en la cabeza. 45 La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: «¡Impuro, impuro!» 46 Será impuro mientras dure su afección. Por ser impuro, vivirá apartado y su morada estará fuera del campamento. Palabra de Dios Te alabamos Señor Primera Lectura - Levítico 13,1-2.44-46

4 «El leproso vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento» El Levítico, comprende las tradiciones, leyes, costumbres antiguas referentes en su mayor parte a los sacerdotes y al mundo donde estos se mueven. La tradición sacerdotal, presenta la santidad de Dios bajo un aspecto marcadamente cultural. Por eso tanto el sacerdote como el pueblo en su trato con Dios deben aparecer Santos cultualmente. De ahí las leyes referentes a la puridad e impuridad.

5 Por su fácil contagiosidad, en un mundo falto de defensas, no podía menos de poner en guardia a los dirigentes responsables de la comunidad. La lepra amenaza su existencia seriamente. El diagnóstico pertenece al sacerdote, más instruido, conocedor oficial del valor cultual de las cosas. La lepra era una enfermedad terrible y contagiosa. La descomposición del individuo no podía aparecer disociada de la impureza legal -cadáveres, suciedad, muertos… -

6 Debía caminar y vivir solo, anunciando a grandes voces su presencia a los transeúntes. Todos se alejaban de él como de una maldición. Se le consideraba un castigo de Dios. Al leproso se le aleja por impuro de las reuniones litúrgicas, por contagioso de la vida de sociedad. Se le arranca de la familia y de los amigos; se le priva de la alegría de la convivencia social y del gozo que uno experimenta en el culto a Dios en lugares de concurrencia popular.

7 1 ¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! 2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez! 5 Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: «Confesaré mis faltas al Señor». ¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! 11 ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón! Salmo 32(31) 1-2.5.11

8 «Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación» Introducción sapiencial. Este salmo llama dichoso al pecador que ha logrado recuperar la amistad divina por el perdón de sus pecados. Puesto que “no hay hombre que no peque”, este segundo movimiento de penitencia en el corazón humano es totalmente necesario para rehabilitarse en los senderos de la vida.

9 El salmista llama dichosos a los que han logrado que sus pecados fueran borrados por Dios; el pecado significa extravío, o mejor, no dar en el blanco debido. El sufrimiento y la enfermedad han servido para abrir los ojos al salmista y concentrarse, reconociendo así sus debilidades y transgresiones. Según la mentalidad del A.T., las enfermedades eran consecuencia de pecados perpetrados más o menos conscientemente.

10 Pasada esta primera situación, el decide confesar y reconocer sus pecados, que pudieran ser causa de su enfermedad y siente que se le ha perdonado, lo que representa el principio de su rehabilitación física y espiritual. Dios acoge siempre al corazón contrito y arrepentido. Al principio se sentía reacio a reconocer sus faltas pasadas, y así, mientras callaba, la enfermedad seguía avanzando, y sus huesos se consumían mientras él gemía día y noche; pero, al no sentir arrepentimiento por sus pecados, estos gemidos no le servían de nada.

11 10,31 Sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios. 32 No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios. 33 Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse. 11,1 Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo. Palabra de Dios Te alabamos Señor Segunda Lectura I Corintios 10,31-33.11,1

12 «Sigan ustedes mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo» S. Pablo da fin al problema sobre la libertad en las comidas y bebidas, posible escándalo de algunos. La regla de Pablo es siempre la misma: Libertad, limitada y ordenada por la Caridad. Esta ha de ser la que determine y dirija las acciones en el mundo cristiano.

13 A la luz de esto debe de entenderse la frase:…Haced todo para gloria de Dios. Nuestras acciones no servirán para gloria de Dios, si con ellas herimos la caridad. No ha de ser la propia comodidad, el propio gusto o provecho, sino la caridad el móvil de nuestras acciones. Con ella todo va hacia Dios; con ella lo indiferente se vuelve santo. Lejos de nosotros, abusando de la libertad que hemos adquirido, el escándalo, ya con unos ya con otros. Ahí está el ejemplo de Pablo: todo para todos.

14 40 Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». 41 Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». 42 En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. 43 Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: 44 «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». 45 Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos, y acudían a él de todas partes. Lectura del Santo Evangelio - Marcos 1,40-45 Palabra de DiosGloria a Ti, Señor Jesús

15 «Le desapareció la lepra y quedó limpio» El leproso era, para los judíos, alguien a quien Dios mismo había rechazado y castigado con esa terrible enfermedad. De ahí el nombre mismo de la lepra, en hebreo tzara’at, que significa “golpe” o “azote divino”.

16 Este leproso cargado de esperanza, va a Jesús y se arrodilla ante Él para suplicarle. Él sabe y cree que el Señor tiene el poder de curarlo, sin embargo, sabe también que no tiene derecho alguno a reclamar tal beneficio y con toda humildad se pone en las manos del Señor. Había leprosos que aunque debían vivir aislados no eran recluidos. A estos se les permitía venir a las ciudades a pedir limosna o ayuda a los suyos, no pudiendo acercarse a nadie a menos de “cuatro codos” de distancia.

17 En efecto, la Ley declaraba impuro al que tocaba a un leproso (Lev 15,7) y eso es lo que menos querían los rabinos tan celosos de mantener la pureza legal. Sin embargo, el Señor no sólo permite que se le acerque aquel leproso sino que movido por la compasión lo toca y le dice: «Quiero: queda limpio». El Señor permitió que aquel leproso anhelante de ser curado se le acercase, a diferencia de los rabinos que, por no correr ningún riesgo de contaminarse legalmente por el contacto con algún leproso, los evitaban al verlos o les arrojaban piedras para apartarlos de su camino.

18 Por tocar al leproso no será el Señor quien es contagiado o hecho impuro, sino Él quien cura al enfermo y lo purifica. Pero no sólo cura el Señor la enfermedad física, también lo limpia de sus pecados. El contacto físico es para el Señor un vehículo para comunicar su poder restaurador. Con este gesto unido a la palabra el Señor realiza el milagro solicitado: su carne de inmediato quedó limpia de la lepra.

19 El pecado es ciertamente como una lepra que va despedazando no la carne sino el espíritu, una lepra que destruye la comunión con los demás y termina por hundir al pecador en la total lejanía de Dios y en la más absoluta soledad y desesperación.

20 La reconciliación en sus cuatro niveles, con Dios, consigo mismo, con el hermano y con la creación, mediante el perdón de los pecados obtenido por el sacrificio reconciliador de Cristo en la Cruz, es la respuesta de Dios frente a la situación de ruptura en la que el ser humano ha incurrido. El Señor Jesús vino a sanar al hombre entero, con una curación que va a las raíces de todo mal y sufrimiento que experimenta el ser humano.

21 Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

22 ¡ESTAS DE NUESTRO LADO, SEÑOR! Palpas nuestras miserias, y nos levantas con tu mano, mudas nuestra pobreza, en riqueza nuestra desilusión en encanto. Derramas tu misericordia y nos contagias con tu amor. Despliegas tu misericordia y nos integras de nuevo sanos, alegres y radiantes en el mundo y en la realidad que nos rodea. ¡ESTAS DE NUESTRO LADO, SEÑOR! Cuando, el ambiente y las ideas, no nos acompañan y nos dejan de lado. Cuando, por nuestra forma de ser, por creer en Ti o ver el mundo de otra manera, sentimos que nuestras voces y hasta nosotros mismos contamos poco o casi nada. ¡ESTAS DE NUESTRO LADO, SEÑOR! Cuando no entendemos el volcán de tantos dolores, injusticias, enfermedades, llantos, soledades y heridas que se estallan en la tierra y en el corazón del hombre. ¡ESTAS DE NUESTRO LADO, SEÑOR! Y sentimos que, Tú como nadie, sabes estar cerca de nosotros, que te encanta vivir y compartir nuestras aflicciones que sabes, como ningún médico lo hace, acercarte a cada enfermo, a cada situación y preocuparte, día y noche, por aquel que sufre amargamente. ¡ESTAS DE NUESTRO LADO, SEÑOR! Por eso, porque estás junto a nosotros, sentimos que no es tan grande nuestra soledad que no es definitivo nuestro abandono que, con tu mano, sanas nuestras heridas y las cargas, todas ellas, sobre tus hombros. ¡Gracias, Señor! ¡Estás de nuestro lado! Oración: P. Javier Leoz

23 http://siembraconmigo.blogspot.com Si deseas recibir el Evangelio del Domingo envía un correo a: siembraconmigo@gmail.com Con el título: “Suscripción a Siembra Sagrada” Servicio Gratuito con Fines Educativos


Descargar ppt "Ciclo B Domingo VI del Tiempo Ordinario «Le desapareció la lepra y quedó limpio»"

Presentaciones similares


Anuncios Google