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EL HORROR A LA MUERTE ¡Ay muerte! ¡Muerta seas!

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Presentación del tema: "EL HORROR A LA MUERTE ¡Ay muerte! ¡Muerta seas!"— Transcripción de la presentación:

1 EL HORROR A LA MUERTE ¡Ay muerte! ¡Muerta seas!
PARTE PRIMERA EL HORROR A LA MUERTE ¡Ay muerte! ¡Muerta seas!

2 ARCIPRESTE DE HITA LIBRO DE BUEN AMOR
¡Ay muerte! ¡Muerta seas, muerta y mal andante! Me has matado a mi vieja, ¡matárasme a mí antes! Enemiga del mundo, a ti nada hay semejante, De tu recuerdo amargo, nadie hay que no se espante. Muerte, a aquel que tú hieres arrástraslo, cruel, Al bueno como al malo, al noble y al infiel, A todos los igualas por el mismo nivel; Para ti, reyes, papas, valen un cascabel [...] ¡Ay, mi Trotaconventos, mi amiga verdadera! Viva, te querían muchos; muerta, yaces señera. ¿Dónde te me han llevado? No sé cosa certera: con noticias nunca vuelve quien anda esa carrera.

3 EN LA MUERTE DE MI PADRE Como se va una nube, Se quedó como adobe,
así se ha ido mi padre el campesino, al son del ángelus. Esperó a que llegara. Unos suspiros leves, un aspirar cansino, mi salmodia de amores y se marchó en silencio como se marcha el alba. Esto es su cuerpo: una casa vacía, una morada deshabitada. No me podía oír, por más que lo llamaba. Se quedó como adobe, tierra y silencio pero él ya no estaba, ni su mirada, ni su gozoso ingenio, ni su impaciente calma, ni su palabra. Se nos había marchado hacia lo suyo, los suyos, mares de vides y olivares y trigales en caña, hacia la amada –la madre- ¡la Madre! su mayo florido, el mayo que él soñaba

4 HORACIO (65 a.C.- 8 a.C.) ODA XIV LIBRO II
Eheu fugaces, Postume, Postume, Labuntur anni nec pietas moram Rugis, et instanti senectae Adferet indomitaeque morti, Non si trecenis quotquot eunt dies, Amice, places inlacrimabilem Plutona tauris, qui ter amplum Geryonen Tityonque tristi Conpescit unda, scilicet omnibus, Quicumque terrae munere vescimur, Enaviganda, sive reges Sive inopes erimus coloni. Ay, ay, Póstumo, Póstumo, fugaces se deslizan los años y la piedad no detendrá las arrugas, ni la inminente vejez, ni la indómita muerte! No, amigo, ni aunque inmolases cada día trescientos toros al inexorable Plutón, el que retiene al tres veces enorme Gerión y a Ticio en las tristes aguas que habremos de surcar todos. Cuantos nos alimentamos de los frutos de la tierra, seamos reyes o pobres, seremos campesinos.

5 ODA XI DE HORACIO Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris numeros. Ut melius, quidquid erit, pati! seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam, quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrhenum. Sapias, vina liques, et spatio brevi spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero. No quieras saber, pues ello nos está vedado, qué fin, Liconoe, han señalado para mí y para ti los dioses. Y no interrogues a los cálculos babilónicos. ¡Cuánto mejor es sufrir todo lo que pueda suceder! Y ora Júpiter te conceda más de un invierno, ora sea éste el último que ahora quebranta el mar Tirreno contra los acantilados de desgastadas rocas, sé prudente. Filtra tus vinos y, ya que la vida es corta, ajusta esperanza larga. Mientras hablamos, el tiempo celoso huyó. Atiende al día presente, y no te fíes lo más mínimo del porvenir.

6 LOS ÚLTIMOS RENGLONES DE MI VIDA RAFAEL ALBERTI “Tiempo. Tiempo
LOS ÚLTIMOS RENGLONES DE MI VIDA RAFAEL ALBERTI “Tiempo. Tiempo. ¿Por qué no hay más tiempo? ¿A quién hay que pedir más tiempo?” Todo es belleza a mi alrededor, lianas perfumadas me codean y arrebatan de los aterradores y oscuros abismos de la vejez, de la muerte. Me voy con los ojos llenos de acontecimientos de un siglo. Un siglo de horrores, de enfrentamientos, de dolorosísimas separaciones, de hechos que habitan en mis bosques interiores y en los que casi a mis 94 años, aún puedo caminar, sin perderme entre su frondosidad Pero no me quiero ir. No quiero morirme. Sigo sin querer morirme. ¿Por qué tengo que morirme? Todavía me retienen muchas cosas, muchos atrayentes sabores que no quiero dejar de percibir.

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8 BRUEGHEL EL VIEJO El triunfo de la muerte

9 EL TRIUNFO DE LA MUERTE Obra apocalíptica que se interpreta como una alegoría de la peste negra, que asolaba periódicamente a la población de la época. Ejércitos de esqueletos avanzan incontenibles desde el horizonte, arrasando todo a su paso. En un primer plano se libra la batalla final contra las huestes del mal, que usan tapas de ataúd a guisa de escudos. La masacre es apoteósica, los hombres son empujados en masa hacia un túnel que parece la puerta del infierno (derecha). Un esqueleto montando un famélico caballo recorre el campo de batalla segando cabezas con una guadaña (centro), mientras el carro de los muertos recoge los cráneos (izquierda). Sucumben a la muerte nobles y plebeyos sin distinción. En el primer plano (de izquierda a derecha) el rey agoniza mientras la muerte roba sus riquezas. Obispos y monjas caen, y de nada sirve a los nobles caballeros enfrentarse a ella espada en mano. A la derecha el avispado bufón se oculta bajo una mesa. Como único signo de esperanza, el juglar y una dama dedican sus últimas horas al cortejo amoroso, ajenos a tanta destrucción (extremo derecho) ).

10 (José Luis Hidalgo) Yo pregunto el destino de los muertos
que antes que yo nacieron y gimieron para darme a la luz, de los que en siglos y siglos, se tendieron como gérmenes para que el fuego vivo de mi cuerpo alma les diera cuando los recuerde. Yo pregunto el destino de su sangre corriendo como un río sin orillas al inquietante reino donde todo -la carne con la carne, el cuero húmedo, la tierra junto al tacto deshaciéndose- forman breves coronas desoladas, transparentes cenizas que se rinden. Busco en la sombra. Allá, por los confines de la mano que elevo como un pájaro más alta que mi frente. Aquí termina todo entero mi ser, la carne acaba y comienza la estela de los astros, la clamorosa luz de las estrellas. Aquí comienza el mar. Yo soy el único junto al que habita solo, desde siempre, la eternidad errante de la tierra. Aquí comienza el mar, aquí termino. Solo después que yo mi voz humana, un recuerdo sereno en el vacío. -Por debajo de mí los enterrados, como fríos veleros, navegando por otro mar sombrío, el de la muerte, donde un viento, que es tierra, los empuja hasta el confín ardiente de mi vida. Dios no pregunta, porque Dios se basta. La tierra calla, porque nada espera. El mar hermoso, bajo los luceros, y el hombre solo, bajo los planetas, su muerte inútil, sin morir, rechazan contra la roca ciega del futuro.

11 CEZANNE

12 ANTONIO MACHADO Galerías XC
Los árboles conservan verdes aun las copas, pero del verde mustio de las marchitas frondas. El agua de la fuente, sobre la piedra tosca y de verdín cubierta, resbala silenciosa. Arrastra el viento algunas amarillentas hojas. ¡El viento de la tarde sobre la tierra en sombra

13 La "Danza de la Muerte" castellana
Es de principios del siglo XV. Se conserva en un manuscrito de la Biblioteca de El Escorial. Consta de más de seiscientos versos y en ella, la Muerte va llamando a bailar a diversos personajes, como el Papa el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el Labrador, etc., Al tiempo que les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han de morir. Todos caen en sus brazos.

14 DANZA DE LA MUERTE A la dança mortal venid los nascidos que en el mundo soes de qualquier estado; el que non quisiere a fuerça de amidos facerle e venir muy toste parado. Pues ya el freire vos ha pedricado que todos vayais fazer penitencia, el que non quisiere poner diligencia por mi non puede ser más esperado

15 Danza macabra en la iglesia de San Nicolás en Tallin

16 GRABADO

17 Jorge Manrique Esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas, por casos tristes, llorosos, fueron sus buenas venturas trastornadas; así que no hay cosa fuerte, que a papas y emperadores y prelados, así los trata la muerte como a los pobres pastores de ganados.

18 FRANCISCO DE QUEVEDO FRAGILIDAD DE LA VIDA, ENGAÑOS Y ENEMIGOS
¿Qué otra cosa es verdad sino pobreza en esta vida frágil y liviana? Los dos embustes de la vida humana, desde la cuna, son honra y riqueza. El tiempo, que ni vuelve ni tropieza, en horas fugitivas la devana; y, en errado anhelar, siempre tirana, la Fortuna fatiga su flaqueza. Vive muerte callada y divertida la vida misma; la salud es guerra de su proprio alimento combatida. ¡Oh, cuánto, inadvertido, el hombre yerra: que en tierra teme que caerá la vida, y no ve que, en viviendo, cayó en tierra!

19 BREVEDAD DE LA VIDA, SALTEADA DE LA MUERTE
Fue sueño Ayer; Mañana será tierra: Poco antes nada, y poco después humo, ¡Y destino, y presumo Apenas punto al cerco que me cierra! Breve combate de importuna guerra, En mi defensa soy peligro sumo: Y mientras con mis armas me consumo, Menos me hospeda el cuerpo, que me entierra. Ya no es Ayer; Mañana no ha llegado; Hoy pasa, y es, y fue, con movimiento Que a la muerte me lleva despeñado. Azadas son la hora y el momento, Que a jornal de mi pena y mi cuidado, Cavan en mi vivir mi monumento.

20 EL BARROCO ENGAÑO/ DESENGAÑO VALDES LEAL VANITAS

21 ANTONIO PEREDA EL SUEÑO DEL CABALLERO

22 CALDERÓN DE LA BARCA EL GRAN TEATRO DEL MUNDO
Y pues que yo escogí de los primeros los hombres, y ellos son mis compañeros, ellos, en el teatro del mundo, que contiene partes cuatro, con estilo oportuno han de representar. Yo a cada uno el papel le daré que le convenga, y porque en fiesta igual su parte tenga el hermoso aparato de apariencias, de trajes el ornato, hoy prevenido quiero que, alegre, liberal y lisonjero, fabriques apariencias que de dudas se pasen a evidencias. Seremos, yo el Autor, en un instante, tú el teatro, y el hombre el recitante.

23 KLIMT VIDA Y MUERTE

24 MUNCH

25 EL GRITO

26 JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Y se quedará mi huerto con su verde árbol, y con su pozo blanco. Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se morirán aquellos que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y lejos del bullicio distinto, sordo, raro del domingo cerrado, del coche de las cinco, de las siestas del baño, en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado, mi espíritu de hoy errará, nostáljico... Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido... Y se quedarán los pájaros cantando.

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