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Camino de dolor, angustia y muerte

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Presentación del tema: "Camino de dolor, angustia y muerte"— Transcripción de la presentación:

1 Camino de dolor, angustia y muerte
Viacrucis Camino de dolor, angustia y muerte

2 Oración preparatoria Creo firmemente, Dios mío, que estoy en tu presencia divina; te adoro desde el abismo de mi nada, y te doy gracias con todo mi corazón por los incontables beneficios que te dignas concederme. Me humillo y confundo por lo mucho que te he ofendido. “He pecado, Padre mío, contra el Cielo y en tu presencia, no soy digno de llamarme hijo tuyo, pero admíteme siquiera como uno de tus esclavos”. “Señor, ten piedad de mí por tu misericordia infinita”. Yo te prometo con todo mi corazón y ayudado de Ti mismo, nunca más volver a ofenderte. ¡Perdón, Señor, misericordia!. Abrasa con tu amor mi helado corazón; oblígame a corresponderte ya con una vida santa y úneme estrechamente contigo, en la Eucaristía. A Ti acudo también, Madre afligidísima, a Ti que fuiste la primera en recorrer esta senda del dolor, para ofrecerte mi tierna compasión, y para que llenes mi alma de los mismos sentimientos que entonces experimentaste.

3 Primera estación: Jesús es condenado a muerte
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Contempla, alma mía, a tu divino Redentor en el Pretorio... Es cruelísimamente azotado... coronado con agudas espinas... burlado... y sentenciado a muerte... Jesús todo lo sufre por ti en silencio y con amor infinito!. Vuelve ahora tu mirada al Sagrario. Considera el silencio de Jesús y el amor sin medida que te tiene, no obstante que con tus irreverencias, pensamientos malos, afectos pecaminosos y demás crímenes, de continuo le azotas, escarneces, coronas con bárbara crueldad y sentencias a muerte. ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Tú inocente, y yo el abominable reo que merece sentencia de muerte eterna; pero no la des contra quien tanto te ha costado... Te prometo no más pecar, imitarte en tu silencio en medio de mis penas y devolverte amor por amor. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

4 Segunda estación: Jesús es cargado con la Cruz
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Jesús es cargado con la pesadísima cruz de tus iniquidades... Con qué alegría... con cuánto amor la recibe... La abraza, la estrecha contra su divino Corazón y la lleva por ti... También en el Sagrario, ¡qué cruces tan pesadas cargas sobre Jesús: tus frialdades, ultrajes y tal vez sacrilegios... Y Jesús abraza estas cruces con amor infinito... y las aceptaría aún más pesadas con tal de ganarte, alma mía!... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Es cierto que te he cargado con las cruces de mis iniquidades, pero yo te prometo aliviarte con mi respeto, alabanzas, amor y reparaciones a Ti en el Sagrario, y con la aceptación amorosa de todas las cruces que te dignes mandarme. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

5 Tercera estación: Jesús cae por primera vez
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Jesús cae por vez primera bajo el peso de la Cruz... Tu Salvador yace por tierra... Su rostro divino, encanto de los Cielos, confundido con el asqueroso polvo... A Jesús en la Eucaristía no le faltan mortales caídas. Muchas veces habrá tenido que descender, por fuerza de la obediencia a sus ministros, a ti, mal dispuesto a recibirle... Jesús se ha visto entonces obligado a unir su Corazón Santísimo contigo, tierra sucia y hedionda... charca de vicios. ¡Qué humillación... qué caída... qué amor de Jesús!... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Cómo me angustio, Dueño mío, al considerar tu caída bajo el peso de la Cruz y las incontables que sufriste, con tanta paciencia, viniendo Sacramentado a mi corazón. Perdóname, Señor, y ya me apresuro a levantarte con mi arrepentimiento y a consolarte con el firme propósito de jamás acercarme a la Mesa de los Ángeles sin una fervorosa y digna preparación. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

6 Cuarta estación: Jesús se encuentra con su Madre
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Contempla alma en esta cuarta estación, cómo es el lugar donde, caminando el Señor con la Santa Cruz a cuestas, se encontró con su Santísima Madre, triste y afligida. Bendita y alabada sea la Sagrada Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y los dolores y angustias de su purísima Madre, María Santísima, Señora nuestra, concebida sin mancha de pecado original. ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, ayúdanos a contemplar a Nuestra Señora del cielo afligida por el cruel dolor que traspasó su corazón mirando a su Hijo, desfigurado de su rostro, maltratado y hecho oprobio de los hombres. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

7 Quinta estación: El Cirineo ayuda a Jesús con la Cruz
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Los sayones obligan al Cirineo a llevar la Cruz del moribundo Salvador, no porque la compasión los moviera a ello, sino para tener el infernal capricho de contemplarle crucificado en el Gólgota... Desde el Tabernáculo, Jesús está continuamente pidiendo un Cirineo que le consuele y repare con amor y servicio las ingratitudes de sus hijos... “¿No habrá un alma que quiera sacrificarse por Mí?” “Busco una víctima para mi Corazón”, ¿dónde la hallaré?... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Si hasta ahora he sido tu cruz, desde hoy y para siempre seré tu Cirineo; he oído tus angustiosas quejas y me determinan a decirte de lo íntimo de mi alma; Yo quiero sacrificarme por Ti... Víctima tuya quiero ser...; dame tu cruz, dame tu amor... nada más te pido... Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

8 Sexta estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: La Verónica enjuga con su velo el rostro de Jesús. No la retraen de acto tan piadoso, ni la ferocidad de los verdugos, ni el temor de aparecer ella sola como la única que no se avergüenza del divino Sentenciado a la muerte de cruz. Aunque pocas, pero no faltan almas abrasadas de amor por la Eucaristía; almas que, hollando el infierno, el funesto qué dirán del mundo y su propia flaqueza, tienen su morada en el Sagrario y ahí, como otras Verónicas dulcifican las amarguras de Jesús con sus constantes reparaciones. Alma mía, ¿no envidias morada y ocupación tan santas? ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Bien conoces y sufres hondamente mi debilidad y bajeza al obrar a impulsos de mis pasiones y del respeto humano. ¡Cuántas veces, a la sombra nomás del qué dirán, te he abandonado y he renegado de Ti!... ¿Qué hacer ahora?... Venceré mis pasiones, pisotearé el respeto humano y viviré contigo en el Sagrario. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

9 Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Jesús cae segunda vez en tierra... Sus dolores son más intensos que en su primera caída... Con qué dificultad se levanta... le falta el aliento... Y a medida que decrece su fortaleza, multiplicase el encarnizamiento de los verdugos... A golpes y fuertes sacudidas, peor que si tu Dios fuera una bestia... le obligan a proseguir. Así de crueles y humillantes son las segundas caídas de Jesús Hostia, al ser recibido sacrílegamente por aquellos corazones que han gustado las delicias de su amor, y a quienes incontables veces ha dado el abrazo y el beso del perdón. ¿Has sido tú del número de estas almas verdugos?... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! He abusado de tu amor paciente... Me he escudado con tu misericordia para ofenderte con más saña y libertad. Perdón, mil veces perdón, y haz que tus misericordias las aproveche en lo venidero para reparar con todos mis actos, los sacrilegios que sufriste en el Santísimo Sacramento. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

10 Octava estación: Jesús consuela a las mujeres
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Jesús consuela a las hijas de Israel. ¡Oh caridad incomparable del Salvador!  Hállase sumergido en el mar amargo de todas las angustias y de todos los dolores y, no obstante, como que olvida sus propios tormentos para consolar a las afligidas mujeres que lloraban por Él. No de otra suerte, sino como Consolador divino, aparece Jesús en el Sagrario. A los que sufren, a los que lloran, a los fatigados por la Cruz, a todos sin excepción llama y dice: “Venid a Mí y Yo os aliviaré”. Ve, alma mía, vuela al Corazón de Jesús que te espera en su prisión de amor. Él te dará paz, consuelo, fortaleza y perseverancia… ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión!. Consuélame, Jesús mío. Tú no ignoras mis necesidades y mis angustias; y enséñame, como a las hijas de Jerusalén, a llorar primero mis pecados que se han multiplicado sobre los cabellos de mi cabeza, para llorar después, con un corazón muy puro, tu sacratísima Pasión. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

11 Novena estación: Jesús cae por tercera vez
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Jesús cae tercera vez en tierra. Si su omnipotencia y el deseo infinito de padecer aún más por ti, no le animaran, no hubiera podido levantarse. Tan lastimosa fue la caída de tu Salvador!... Se levanta por fin!... contempla la cumbre del Calvario y agonizante, pero gozoso, sigue subiendo... Estas terceras, mortales caídas y dolorosas sobre toda ponderación, las sufre Jesús en la Eucaristía al descender al criminal corazón de las personas que le están especialmente consagradas. “Si mi enemigo me ultrajase, lo sufriría ciertamente”... pero que tú, hijo mío, que te sientas conmigo a la Mesa, que tú me ultrajes... ¡Ah! No lo puedo sufrir... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Te agradezco con tu mismo amor infinito la paciencia que me has tenido. Cuánto me amas y a qué precio tan subido me has rescatado! A tu ejemplo, te prometo levantarme siempre que tenga la desgracia de caer, subir gozoso el Calvario que me prepares y reparar con generosidad las ofensas que recibes de tus almas predilectas. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

12 Décima estación: Jesús despojado de sus vestiduras
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Habiendo llegado al lugar indicado, le desnudaron y le dieron a beber vino mezclado con hiel, es ahí donde Jesús está a punto se subir a su Cruz, su eterna compañera, aquella que lo acompañó en el momento de máximo sufrimiento por cada uno de nosotros. ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, a quien quitaron sus vestiduras y revivieron sus heridas, quedando desnudo delante de todos. Te rogamos Señor, por estos dolores y por el que sentiste cuando te ofrecieron el vino con hiel, que no beba yo los deleites que me ofrece el mundo. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

13 Décima primera estación: Jesús es clavado en la Cruz
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Jesucristo es clavado en la Cruz. Le mandan los verdugos se tienda sobre ella y obedece al punto... “Jesús fue obediente hasta la muerte y muerte de Cruz”. Taladran después con gruesos clavos sus santísimos pies y manos... Contempla, alma mía, a tu Padre; te espera con los brazos abiertos... El amor tiene como clavado a Jesús en la Eucaristía. “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”. “Mis delicias son estar con vosotros, hijos de los hombres”. Y la obediencia de Jesús en este Sacramento, ¡qué incomprensible es! Aunque el sacerdote sea otro Judas, le obedece ciegamente... ¿Qué responderás de tu falta de sujeción, de tu habitual desobediencia a tus superiores?... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Para enseñarme a obedecer, Tú, nuestro Dios, te sujetaste a tus verdugos; y yo, vilísima criatura, a Ti mismo desobedezco, como otro ángel rebelde. Pero, Salvador y modelo mío, ya no seré así; te prometo sujetarme pronta, voluntaria y ciegamente a todos mis superiores, sean quienes sean. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

14 Décima segunda estación: Jesús muere en la Cruz
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Jesús muere en la Cruz. “E inclinando su cabeza entregó su Espíritu”. Alma mí, contempla, si puedes, tu obra!... No los gendarmes, sino tus propios pecados han arrancado la vida a tu Salvador! ¿Aún no estás satisfecha? Jesús no puede hacer más por ti: Su Inmaculada Madre, su sangre, su vida, todo te ha entregado... La muerte de Jesús se repite sin cesar en nuestros altares. Bajo las especies de pan y de vino es inmolado por el Sacerdote y ofrecido al Padre como Hostia de propiciación por los pecadores. También aquí se entrega totalmente a sus hijos: Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, todo se da a quien le quiere recibir. Jesús en el Sagrario, ¿qué más puede hacer por Ti?... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión!. Yo, inhumano, te he dado la muerte, y Tú, misericordiosísimo, me has dado la vida y vida eterna! “Qué volveré al Señor por todos sus beneficios?”. Aquí estoy, Señor, dispón de mí según tu divina voluntad. Mas, no sé ni puedo decirte. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

15 Décima tercera estación: Jesús es bajado de la Cruz
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: Bajan de la Cruz el Cuerpo divino del Salvador y le depositan en los brazos de su afligidísima Madre. ¿No conoces a tu Hijo, Señora? Es el mismo “Hermosísimo entre los hijos de los hombres” que llevabais a tus pechos virginales... Su amor lo ha desfigurado... Y tú eres, alma mía, el reo y eres también el verdugo... El sacerdote puede bajar algunas veces a Jesús-Hostia del Sagrario donde ha sido ultrajado, al corazón de verdaderos amantes, de almas que saben, como María, compadecer a su Dios y lavar y ungir su destrozado cuerpo con lágrimas de arrepentimiento y con besos de amor. Sé tú, alma mía, no ya verdugo, sino del número dichoso de estas almas reparadoras.... ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión!. Virgen Dolorosa, yo quiero reparar mi crimen y así mitigar tu quebranto; para conseguirlo, adóptame por hijo, hazme partícipe de tus dolores y dame con largueza tu compasión y amor siempre que tenga la felicidad de recibir a tu Jesús en la Eucaristía, para consolarle y amarle dignamente. Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

16 Décima cuarta estación: Jesús en brazos de su Madre
Guía: Te adoramos Cristo y te bendecimos. Todos: Que por tu santa Cruz redimiste el mundo y a mí, pecador. Amén. Contemplación: La Santísima Virgen deja el Cuerpo de su Hijo en el sepulcro, y ahí deja también su purísimo y lacerado Corazón, como guardia fiel que cuida el más rico de los tesoros... María tiene que volver a la ciudad, decidida... “¡Grande como el mar es su quebranto!” “¡Oh vosotros los que cruzáis por el camino de la vida, atended y ved si hay dolor semejante a su dolor!"... El Sagrario es, ¡ay! por el abandono en que se halla, un sepulcro para el Corazón amante de Jesús; ahí está Él, por el amor infinito que te tiene, real y verdaderamente presente, de día y de noche y siempre esperándote... Alma mía, enciérrate con Jesús en el Sagrario, haz ahí tu morada eterna!... Jesús es tu tesoro, tu corazón, tu bienaventuranza… ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, perdón, misericordia; yo soy el verdugo en tu Pasión! Recibe, en reparación de mis crímenes que claman venganza al Cielo, mi última y la más fervorosa y humilde de mis promesas: llorar mis pecados, nunca más ofenderte, vivir contigo en el Tabernáculo y trabajar cuanto pueda por tu gloria. Corazón Eucarístico de mi Dios, si tengo que separarme del Sagrario por mis deberes, concédeme el inmerecido don de que mi alma jamás se separe de ese divino Nido, testimonio el más elocuente del infinito amor que me tienes. Ahí, en el Sagrario, quiero vivir eternamente... Guía: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos. Todos: Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor. Guía: Jesús, pequé; ten misericordia de mí. Todos: Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Así sea.

17 Oración final Amabilísimo Redentor mío, con el alma transida de dolor te he seguido, paso a paso en tus sufrimientos infinitos; he visto tu rostro ensangrentado, tus sienes heridas, tus hombros surcados, tu espalda desgarrada, tus pies y manos atravesados, tu Corazón abierto de par en par, y todo tu Cuerpo exangüe y sin parte sana: desde la coronilla de la cabeza hasta la planta de los pies, eres una llaga y “más pareces gusano que hombre”. Mis pecados, con furia infernal, te han destrozado a Ti, víctima inocente y divina. A la vez que te contemplaba en el Pretorio, en la calle de la amargura y en el Gólgota, te veía también en el Sagrario, y pude descubrir, Jesús mío, que aquí, donde no debías tener sino la gratitud, el servicio y las alabanzas de tus hijos, tienes de ellos y particularmente de mí, cruces, espinas, clavos, azotes, hiel y vinagre de nuestras frialdades, ultrajes, sacrilegios y mil otras abominaciones que sólo Tú, de paciencia y misericordia infinitas, puedes tolerar. ¡Ah!, cuánto me pesa haberte ofendido y con qué profunda e inmensa gratitud quiero corresponder a tus finezas. Ahora, especialmente, te agradezco las gracias que en este santo ejercicio me has otorgado, y las resoluciones que me has hecho formar, dame tu auxilio poderoso para cumplirlas fielmente. No tengo, Señor, sino este miserable corazón, pero animado de muy buenos deseos, te lo entrego para siempre. Recíbelo con agrado y dígnate imprimir en él, te ruego nuevamente, tu Pasión, tus virtudes, un odio a muerte al pecado, y hambre y sed insaciables de vivir contigo en el Sagrario y de recibirte así diaria como dignamente. Y tú, Madre mía, Reina de los Mártires, acepta una vez más mi tierna compasión y no me olvides. Asísteme en mi postrera agonía y, en tus manos, presenta mi alma a Jesús. Así sea. hjhj


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