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Victoria Díez nos “habla”…

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Presentación del tema: "Victoria Díez nos “habla”…"— Transcripción de la presentación:

1 Victoria Díez nos “habla”…
Veo el cielo abierto ... clic Victoria Díez nos “habla”…

2 “Todo empezó aquel día de una primavera sevillana.
En el cielo el sol lucía sin nubes, sereno y divertido por el vuelo incesante de los pájaros.

3 En mi corazón se hacía Silencio y, sin palabras, escuché su Voz.

4 A partir de aquel día mi vivir fue Cristo y la muerte se hizo para mí ganancia. Le supe crucificado y con Él me hice Crucifijo viviente entre los hombres mis hermanos.

5 Mas no creas que todo se realizó en un instante.
Como el vino en la bodega, que primero ha de ser triturado, hecho mosto, fermentado y reposado durante largos años, mi vida fue una sucesión de instantes eternos en los que puedo decir que continuamente busqué su Rostro y que nunca le volví el mío.

6 Jesús supo siempre que yo, con risa o con llanto, le reservaba el primer puesto en mi corazón, aunque muchas veces –de ello estoy segura- tuvo que sentir celos de mis hermanos más pobres y pequeños. Mas, ¿por qué pienso tal cosa cuando Él mismo dijo: “Lo que hagáis a uno de estos a Mí me lo hacéis”?

7 ¡Quién lo iba a decir de mí, de mí que era tan poquita cosa!
Sí, es cierto que busqué sus amores por montes y riberas, que ni cogí las flores ni temí a la fieras y que atravesé ¡tantos fuertes y tantas fronteras ...! ¡Quién lo iba a decir de mí, de mí que era tan poquita cosa! Pero Él me dio su Fortaleza y trocó en Poder de Dios mi debilidad y en Luz del mundo mi insignificancia

8 Tan sólo me pidió que me entregase entera, que le dejase hacer en mí cuanto Él soñaba.

9 ¡Y qué magnífico cuadro pintó con los pobres colores que le ofrecí!
Un paisaje digno de tal artista, lleno de flores, de luz, de vida inagotable.

10 ¿Te animas a ponerte así en sus Manos?
Te aseguro que nunca te arrepentirás.

11 A los pies del Sagrario hallé aliento, luces, amor ...
Mi secreto para mantener el camino lo encontré en la oración, ella fue mi única, mi única fuerza. A los pies del Sagrario hallé aliento, luces, amor ... Y todo cuanto de Él recibía -pasando por mi corazón y mis manos- se derramaba incesantemente en cuantos me rodeaban. Se preguntaban por mí y yo había de decirles que era Él.

12 Resolví no mirarme a mí misma ¡Era tan débil!
Intuí que sólo debía mirarle a Él, fiarme de Él, dejarme hacer por Él. Y te aseguro que no me equivoqué. Él me sostuvo, Él obró maravillas en mí y a través de mí. Por eso hoy me aclaman innumerables gentes de todos los rincones de la tierra.

13 Mi vida fue muy sencilla, no hice nada extraordinario, pero sí es cierto que procuré por cuantos medios estaban a mi alcance reflejar en mí y en mi vida los rasgos de Aquel que llenaba mi corazón. Si lo logré o no lo ignoro, pero estoy cierta de que Él ha colmado con creces todas mis esperanzas

14 Yo me confundí con el común de las gentes, me hice -como Jesús- uno de tantos, una mujer como tantas otras en el mundo … pero su Fuego quemaba mis entrañas y abrasó cuanto tocaron mis manos. Como la sal, me deshice cada día en el silencio de lo cotidiano … y ¡cómo notaron su Sabor cuantos a mí se acercaron!

15 Fui rigurosa, dura, inquebrantable conmigo misma para poder ser tierna, blanda, dulce, amable, benigna y cariñosa con los demás. Nadie que estuviese cerca pudo notar nada extraño en mí, pero si hubiesen mirado con más atención habrían adivinado cuánta negación de mí misma me fue necesaria para mostrarme siempre tan naturalmente alegre y desprendida.

16 Hice de mí misma un don cotidiano para cuantos tenía cerca.

17 En mi escuela -y fuera de ella- enseñaba sin descanso, educando -al estilo de Poveda- en el “humanismo verdad”; había empeñado mi vida en la construcción de un mundo más justo, más humano porque más lleno del amor de Dios.

18 de la Institución Teresiana,
Así encarné en mí el carisma de la Institución Teresiana, ¡mi gran familia!

19 Al fin del mundo hubiese ido con tal de cumplir su voluntad y darle la mayor gloria, cuanto más a Cheles u Hornachuelos Me sentía revestida de la fuerza de lo alto, dispuesta a todo con tal de cumplir su Voluntad y ser así el torpe instrumento del que Él se valiese para lograr sus Sueños de Amor.

20 Me gustaba pintar y tocar las castañuelas.
Y reía con todas mis ganas, era inmensamente feliz. Una profunda alegría embargaba mi corazón, donde sólo Él reinaba. Y esta alegría se desbordaba haciendo felices a cuantos me rodeaban.

21 Aunque también muchas veces el dolor empañó mis ojos, pero entonces me bastaba mirarle a Él en la Cruz para entender y aceptar todo cuanto ocurría y para vivir como Él lo hizo.

22 Ya no era yo, era Él quien vivía en mí.
Estaba convencida de que, al igual que la luz de una casa se trasluce al exterior por sus ventanas, si yo vivía unida a Él, amándole a Él, de Él y para Él, Él sería el que se transparentase a través de mí tanto en el dolor como en la alegría, en los sucesos buenos como en los malos. Ya no era yo, era Él quien vivía en mí.

23 ¿de qué otro modo podía terminar mi vida sino como terminó la suya?
Por eso fue lógico el final. Yo le había dicho: “Pídeme precio por la salvación de este pueblo”. Y Él me tomó la palabra. Si yo vivía como Él ¿de qué otro modo podía terminar mi vida sino como terminó la suya? Tanto más cuanto que los tiempos que corrían no propiciaban buenos augurios para sus amigos.

24 “¡No temáis! Nos espera el premio. Veo el cielo abierto.”
Yo le permanecí fiel hasta el final y animé con las palabras de Esteban a los que conmigo recorrieron el calvario: “¡No temáis! Nos espera el premio Veo el cielo abierto.”

25 Pero aquel no fue el fin, sino el principio.
Y todo terminó en una sierra cordobesa, cuando agosto granaba los trigos y los segadores hacían sus gavillas. Pero aquel no fue el fin, sino el principio. “Si el grano de trigo no muere no produce fruto, pero si muere ...”

26 Ahora sé que escogí la mejor parte,
que el amor triunfa más allá de la muerte, que sólo el amor plenifica y da sentido a una vida Que ya puedo dar mi cuerpo a las llamas y repartir cuanto tengo entre los pobres; que ya puedo deslumbrar con mi sabiduría a los sabios y entendidos de este mundo o conocer todos los misterios; que ya puedo hablar las lenguas de los ángeles o trasladar montañas, si no tengo amor no soy nada.

27 Yo hallé al que amaba mi alma, le así y no lo he dejado jamás.
Deseo que tal te suceda en los caminos que Él ha soñado amorosamente para ti.

28 Institución Teresiana Así podría habernos contado su vida
Victoria Díez … 11-Noviembre Agosto-1936


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