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TIEMPO PASCUAL EVANGELIO : SAN JUAN 15, 1-8 1.

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1 TIEMPO PASCUAL EVANGELIO : SAN JUAN 15, 1-8 1

2 “Jesús, la verdadera Vid"
Domingo de la Quinta Semana de Pascua 10 de Mayo 2009 2

3 PRIMERA ETAPA : PREPARACIÓN (1)
Trata de que el lugar de la lectio divina y la hora del día te permitan también el silencio exterior, preliminar necesario del silencio interior. «El Maestro está ahí y te llama» (cf Jn 11,38), y para oír su voz tienes que silenciar las otras voces, para oír la Palabra tienes que bajar el tono de tus palabras. Hay tiempos más apropiados que otros para el silencio: el corazón de la noche, por la mañana temprano, al atardecer... Tú verás, según tu horario de trabajo, pero permanece fiel a ese tiempo y determínalo en tu jornada de una vez por todas. No es serio acudir al Señor en la oración sólo cuando tienes un agujero en tus compromisos, como si el Señor fuera un tapaagujeros. Y no digas nunca: «No tengo tiempo», porque es como si te declararas idólatra: el tiempo de tu jornada está a tu servicio, no eres tú el que tiene que ser esclavo del tiempo.

4 PRIMERA ETAPA : PREPARACIÓN (2)
Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, visítanos hoy con tu sabiduría e inteligencia espiritual, ilumina los ojos de nuestro corazón para que podamos comprender el sentido de las Escrituras, el mensaje que Jesús Maestro Verdad nos quiere comunicar en este día. Haz que la Palabra que escuchamos resuene en nuestro corazón y pase del corazón a la vida. Que no seamos sólo “oyentes” de la buena Noticia, sino que, con tu gracia, la llevemos a la práctica. ¡Ven, Espíritu Santo! Abre nuestra mente, voluntad, corazón y haznos aceptación de la Palabra de la Verdad y de la Vida.

5 SEGUNDA ETAPA : LECTURA
Lectura del Evangelio según San Juan Capítulo 15 Versículos : 1 - 8 5 Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. 6 Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. 7 Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. 8 La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos. Jesús, la verdadera vid 1 Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. 2 Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. 3 Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. 4 Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Palabra del Señor

6 TERCERA ETAPA : MEDITACIÓN
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7 Para colocar el pasaje en su contexto:
Estos pocos versículos forman parte del gran discurso de Jesús a sus discípulos en el momento íntimo de la última cena y comienza con el versículo 3 del cap. 13 prolongándose hasta todo el cap. 17. Se trata de una unidad muy breve, profunda e indisoluble, que no tiene par en todos los Evangelios y que recapitula en sí toda la revelación de Jesús en la vida divina y en el misterio de la Trinidad; es el texto que dice lo que ningún otro texto de las Sagradas Escrituras es capaz de decir en relación a la vida cristiana, su potencia, sus deberes, su gozo y su dolor, su esperanza y su lucha en este mundo y en la Iglesia. Pocos versículos, pero rebosantes de amor, de aquel amor hasta el final, que Jesús ha decidido vivir con los suyos, con nosotros, hoy y siempre. En fuerza de este amor, como supremo y definitivo gesto de ternura infinita, que recoge en sí todo otro gesto de amor, el Señor deja a los suyos una presencia nueva, un modo nuevo de existir: a través de la parábola de la vid y de sus sarmientos y a través, del maravillosos verbo permanecer, repetido muchas veces, Jesús da comienzo a esta su historia nueva con cada uno de nosotros, que se llama inhabitación. El no puede quedarse junto a nosotros porque vuelve al Padre, pero permanece dentro de nosotros. 7

8 Para ayudar la meditación del texto :
vv. 1-3: Jesús se revela a sí mismo como verdadera vid, que produce buenos frutos, óptimo vino para su Padre, que es el agricultor y nos revela a nosotros, sus discípulos, como sarmientos, que tienen necesidad de permanecer unidos a la vid para no morir y para llevar fruto. La poda, que realiza el Padre sobre los sarmientos a través de la espada de su Palabra, es una purificación, un gozo, un canto. vv. 4-6: Jesús consigna a sus discípulos el secreto para que puedan continuar viviendo esta relación íntima con Él: es permanecer. Como Él entra dentro de ellos y permanece en ellos y nunca más queda afuera, así también ellos deben permanecer en Él, dentro de Él; este es el único modo para ser plenamente consolados, para poder resistir en el camino de la vida y para poder dar el buen fruto, que es el amor. v. 7: Jesús, una vez más, deja en el corazón de los suyos, el don de la oración, la perla preciosísima, única y nos explica que permaneciendo en Él, podremos aprender la verdadera oración, aquélla que pide el don del Espíritu Santo con insistencia y que sabe que ha de ser escuchada. v. 8: Jesús nos llama una vez más a Él, nos pide que le sigamos, de hacernos y ser siempre sus discípulos. El permanecer hace nacer la misión, el don de la vida por el Padre y por los hermanos; si permanecemos verdaderamente en Jesús, permaneceremos también en medio de los hermanos, como don y como servicio. Esta es la gloria del Padre. 8

9 «Levántense, vámonos de aquí» (Jn 14,31).
Ésta es la frase del evangelio de Juan inmediatamente anterior al capítulo 15, donde encontramos la perícopa de este domingo. Si leemos los capítulos 13 y 14, nos daremos cuenta de que Jesús está despidiéndose de sus discípulos y prometiéndoles la venida del Espíritu y la paz. Por tanto, esta frase (14,31) es una invitación a ponerse en pie y seguir adelante, a que los discípulos hagan lo que tienen que hacer y no se queden allí sentados, sin hacer nada. ¿Qué tienen que hacer cuando Jesús ya no esté con ellos físicamente? Jesús lo revela en la alegoría sobre la vid verdadera, escrita en el capítulo 15. Como Jesús, han de estar en el mundo y en él han de dar fruto. 9

10 No hay más pueblo de Dios que el que se construya a partir de Jesús.
  Jesús dijo: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre, el viñador» (Jn 15,1). La vid o viña era, en el Antiguo Testamento, el símbolo de Israel como pueblo de Dios. De este modo, Jesús quiere afirmar que él es la vid verdadera, el verdadero pueblo de Dios, formado por la vid con sus sarmientos. No hay más pueblo de Dios que el que se construya a partir de Jesús. Y, como en el Antiguo Testamento, es Dios, el Padre de Jesús, quien ha plantado esta vid. Él mismo la cuida (cf. Is 5,1-7), demostrándole su amor. 10

11 «A todo sarmiento mío que no da fruto, lo corta...» (15,2a).
Jesús explicita aquí lo que tienen que hacer sus discípulos, la comunidad que le sigue. Él revela la misión que les ha entregado: producir fruto. Todo sarmiento que esté vivo tiene que dar fruto, es decir, todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. Si un sarmiento no produce fruto, el Padre se encarga de podar su viña. ¿A qué se refiere ese fruto? Al final del capítulo 15, Jesús habla explícitamente de la misión que los discípulos tienen que cumplir, del mandamiento que les ha dejado: "Amense unos a otros como yo los he amado" (15,12). El amor es el fruto y a la vez la misión y mandamiento que Jesús dio a sus discípulos. El sarmiento que no da fruto es aquel que pertenece a la comunidad, pero no responde al Espíritu, no responde al Amor que Jesús predica a través de sus palabras y obras. 11

12 «...al que produce fruto, lo va potando...» (15,2b)
Quien practica el amor, tiene que seguir un proceso ascendente, un desarrollo posibilitado por la limpieza que el Padre realiza. Su actividad es positiva (va limpiando) y elimina factores de muerte, haciendo que el sarmiento o el discípulo sea cada vez más auténtico, más libre. Le da mayor capacidad de entrega y aumenta su eficacia. La intención del Padre es que aumente el fruto, en la correlación que éste contiene: fruto de amor en el discípulo, fruto de nueva humanidad. 12

13 Lo mismo ocurre en el plano espiritual.
LA PODA Jesús expone dos casos. El primero, negativo: el sarmiento está seco, no da fruto, así que es cortado y desechado; el segundo, positivo: el sarmiento está aún vivo y sano, por lo que es podado. Ya este contraste nos dice que la poda no es un acto hostil hacia el sarmiento. El viñador espera todavía mucho de él, sabe que puede dar frutos, tiene confianza en él. Lo mismo ocurre en el plano espiritual. Cuando Dios interviene en nuestra vida con la cruz, no quiere decir que esté irritado con nosotros. Justamente lo contrario. 13

14 LA PODA Pero ¿por qué el viñador poda el sarmiento y hace «llorar», como se suele decir, a la vid? Por un motivo muy sencillo: si no es podada, la fuerza de la vid se desperdicia, dará tal vez más racimos de lo debido, con la consecuencia de que no todos maduren y de que descienda la graduación del vino. Si permanece mucho tiempo sin ser podada, la vid hasta se asilvestra y produce sólo pámpanos y uva silvestre. Lo mismo ocurre en nuestra vida. Vivir es elegir, y elegir es renunciar. La persona que en la vida quiere hacer demasiadas cosas, o cultiva una infinidad de intereses y de aficiones, se dispersa; no sobresaldrá en nada. Hay que tener el valor de hacer elecciones, de dejar aparte algunos intereses secundarios para concentrarse en otros primarios. ¡Podar! 14

15 Esto es aún más verdadero en la vida espiritual.
La santidad se parece a la escultura. Leonardo da Vinci definió la escultura como «el arte de quitar». Las otras artes consisten en poner algo: color en el lienzo en la pintura, piedra sobre piedra en la arquitectura, nota tras nota en la música. Sólo la escultura consiste en quitar: quitar los pedazos de mármol que están de más para que surja la figura que se tiene en la mente. También la perfección cristiana se obtiene así, quitando, haciendo caer los pedazos inútiles, esto es, los deseos, ambiciones, proyectos y tendencias carnales que nos dispersan por todas partes y no nos dejan acabar nada. 15

16 ¡No debemos pensar en quién sabe qué cruces terribles!
Un día, Miguel Ángel, paseando por un jardín de Florencia, vio, en una esquina, un bloque de mármol que asomaba desde debajo de la tierra, medio cubierto de hierba y barro. Se paró en seco, como si hubiera visto a alguien, y dirigiéndose a los amigos que estaban con él exclamó: «En ese bloque de mármol está encerrado un ángel; debo sacarlo fuera». Y armado de cincel empezó a trabajar aquel bloque hasta que surgió la figura de un bello ángel. También Dios nos mira y nos ve así: como bloques de piedra aún informes, y dice para sí: «Ahí dentro está escondida una criatura nueva y bella que espera salir a la luz; más aún, está escondida la imagen de mi propio Hijo Jesucristo [nosotros estamos destinados a «reproducir la imagen de su Hijo» (Rm 8, 29. Ndt)]; ¡quiero sacarla fuera!». ¿Entonces qué hace? Toma el cincel, que es la cruz, y comienza a trabajarnos; toma las tijeras de podar y empieza a hacerlo. ¡No debemos pensar en quién sabe qué cruces terribles! Normalmente Él no añade nada a lo que la vida, por sí sola, presenta de sufrimiento, fatiga, tribulaciones; sólo hace que todas estas cosas sirvan para nuestra purificación. 16

17 Y ¿qué quiere decir "limpio"? (15,3)
En la Cena, en respuesta a la mala interpretación de Pedro, explicó Jesús a los discípulos que no les lavaba los pies para purificarlos, pues ya estaban limpios (13,10-11). La purificación la produce la opción por el mensaje de Jesús, que es el del amor. Éste separa del mundo injusto y quita, por tanto, el pecado. El mensaje, al mismo tiempo, se identifica con el Espíritu, que es el que opera el dinamismo del amor. Quien, dócil al Espíritu, toma el amor activo por norma de vida (14,21: los mandamientos) está puro y la actividad de su amor lo purifica cada vez más. 17

18 La ausencia de fruto delata la falta de unión con Jesús.
«Permanezcan en mí...; el sarmiento no puede dar fruto por él mismo...» (15,4) Jesús exhorta a los discípulos a renovar su adhesión a él, en función del fruto que han de producir. La unión con Jesús no es algo automático ni ritual: pide la decisión del hombre, y a la iniciativa del discípulo responde la fidelidad de Jesús (Yo me quedaré con ustedes). Esta unión mutua entre Jesús y los discípulos será la condición para la existencia de su comunidad, para su vida y para el fruto que debe producir. Su comunidad no tendrá verdadero amor al hombre sin el amor a Jesús (14,15: si me aman, cumplirán mis mandamientos), y sin amor al hombre no hay fruto posible.         El sarmiento no tiene vida propia y, por tanto, no puede dar fruto de por sí; necesita la savia, es decir, el Espíritu comunicado por Jesús. Interrumpir la relación con Jesús significa cortarse de la fuente de la vida y reducirse a la esterilidad. La ausencia de fruto delata la falta de unión con Jesús. 18

19 Jesús pasa a considerar el caso contrario: la falta de respuesta.
«... Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca» (15,5-6). Jesús pasa a considerar el caso contrario: la falta de respuesta. El porvenir del que sale de la comunidad por falta de amor es «secarse», es decir, la carencia total de vida. Quien renuncia a amar renuncia a vivir. La alegoría termina describiendo la suerte de los sarmientos cortados; son un desecho: los recogen, los echan al fuego y se queman. El final es la destrucción. La muerte en vida acaba en la muerte definitiva, opuesta a la vida definitiva del que se asimila a Jesús (6,54). 19

20 «En esto se ha manifestado la gloria de mi Padre...» (15,8)
La gloria, que es el amor del Padre, se manifiesta en la actividad de los discípulos, que siguen trabajando a favor del hombre (cf. Jn 9,4). El versículo está hablando de la experiencia que tiene el grupo en la misión. 20

21 CUARTA ETAPA : ORACIÓN PERMANECE EN MÍ A veces Señor,
veo imposible hacer muchas cosas. Quiero cumplir la misión que me has entregado, pero me siento incapaz. Por eso te pido: Permanece en mí... ¡Tantas veces detienen mis pasos mis miedos, limitaciones y debilidades...! Querría estar contigo siempre, pero mi fe, en ocasiones, se hunde, la luz de mi confianza se oscurece y no tengo bastante fuerza de seguir. Al final, me quedo en silencio, te escucho y me dices: “Siempre estoy contigo, y lo único que te pido es: Permanece en mí... Quédate conmigo y me quedaré en ti”. 21

22 QUINTA ETAPA : CONTEMPLACIÓN

23 SEXTA ETAPA : CONSOLACIÓN

24 SEPTIMA ETAPA: DISCERNIMIENTO
¿Desilusionaré, yo tierra y sarmiento, la esperanza del Padre que me cultiva cada día, cavando la tierra, limpiándome de piedras, poniéndome buen abono y construyéndome una valla alrededor, para que yo permanezca protegido? ¿A quién consigno yo los frutos de mi existencia? ¿Para qué existo yo, para quién decido y escojo el vivir de cada día, cada mañana, cuando me levanto? 24

25 OCTAVA ETAPA : COMPARTIR LA PALABRA
“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.” (San Juan 15, 5) P.S. PUEDES ELEGIR LIBREMENTE OTRO VERSÍCULO O FRASE DEL EVANGELIO DE HOY. 25

26 NOVENA ETAPA : DELIBERACIÓN
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27 ACCIÓN CONCRETA DE CADA DÍA
DÉCIMA ETAPA : ACCIÓN CONCRETA DE CADA DÍA 27

28 Carmelo m.ss.cc


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