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PALABRAS PARA UN HOMBRE QUE SE VA DE LA VIDA DE UNA MUJER

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Presentación del tema: "PALABRAS PARA UN HOMBRE QUE SE VA DE LA VIDA DE UNA MUJER"— Transcripción de la presentación:

1 PALABRAS PARA UN HOMBRE QUE SE VA DE LA VIDA DE UNA MUJER

2 Quédate hasta que deje de dolerme.
Hasta que no duela más la hora de la cena con un cubierto menos. Hasta que el pan recobre el gusto a pan y el amanecer no sea una tarea imposible de soportar. Hasta que me acostumbre a tener la butaca del cine vacía a mi costado. Hasta que me convierta en una. Y deje de vacilar y morderme los labios cada vez que alguien me pregunta qué apellido tengo.

3 Porque debe haber un día en que una entienda que ya no es más la señora de.
Una no es más la señora ni la señorita. Nace a una nueva vida y viene de una muerte donde no hay pésames y flores. Al contrario de todas las muertes, donde el que se fue fue era el más bueno. Aquí, qué curioso, todos hablan mal.

4 Quién sabe si el amor se muere de muerte natural
Quién sabe si el amor se muere de muerte natural. Quién sabe si lo mata el tiempo o la rutina. Sólo sé que hoy me pasó algo extraño: los vecinos del departamento de arriba corrían muebles y hacían mucho ruido. Un ruido que me pareció igual al de antes, cuando nosotros éramos también un ir y venir por la casa con gritos de chicos sin bañarse antes de dormir y ruidos de platos apilados. Pensé qué hermoso es ese ruido. Allí hay una familia. Es el ruido de lo que está vivo y crece. Es el ruido de la vida.

5 Aquí ya hace falta poner el televisor a toda hora para llenar el hueco de esos ruidos. Hay un orden demasiado triste y una tristeza que aparece y se esconde, que brilla en las lágrimas sólo mías. Los chicos, nuestros chicos, se duermen a la hora. En que? yo no sé en qué lugar de la cama lo haré ésta noche.

6 Y una se olvida de la tristeza, si la hubo, y de las broncas y del aburrimiento, y de esos 20 años sólo quiere un día, un día de aquellos. Dormirse juntos viendo una película por TV, salir todos juntos a almorzar algún domingo, y hasta el supermercado Norte pasa a ser el paraíso perdido. Una no sabe si fue feliz o no. Sólo sabe que ser una familia era eso y no la ilusión que venden los psicoanalistas. Y que todo en familia era más dulce y agradable que avisarle al hijo que el padre lo espera en el portero electrico. Quédate hasta que deje de dolerme todo eso. Hasta que me acostumbre a éste nuevo almanaque. Hasta que el corazón me duela menos. Porque tengo que creer que llegará ese día.

7 Mientras tanto, mientras sigo vacilando cuando me preguntan mi apellido y un montón de domingos tirados en el Shopping me parecen felices y queridos, no estés demasiado lejos de mí. Que sólo se trata de un papel. Que el haber ingresado al despacho de un juez y salir de ahí, no te vuelve pasado. Porque a un hombre que se va de la vida de una ningún papel lo lleva allí. La sigue habitando a una. Es un monograma bordado con partos y mudanzas, con viajes y regresos, y muchos, muchos que los cumplas feliz. Demasiadas cosas para meter en un cajón.

8 Pero hay que crecer mucho para colocar en ese portarretrato a un hombre que ya no se sienta a la mesa de esa casa. Y una toma sola el desayuno y se pregunta cómo hará para dibujarse un solo sueño que la sostenga. Cómo hará para conjugarlo en tiempo pasado y conjugarse a sí misma en tiempo presente. Presente sin él, futuro sin él. Un hombre que se va de la vida de una, a pesar de todo y por el sólo hecho de haber fundado con él una familia, debería estar en un portarretratos sobre la mesa de luz de una. Como el último desafío al olvido. Como si se hubiera marchado solamente de un ciclo de la vida de una. Sería más simple todo, simple la vida.

9 A un hombre que se va de la vida de una no hay modo de conjugarlo sin lágrimas. Es un dolor inexplicable que, absurdamente, una quisiera compartir tambien con él. Por eso, quédate hasta que seas como esos barcos que se vuelven un punto en el horizonte y una los ve y agita el pañuelo, como si desde ese barco se pudiera ver el pañuelo. Cada mañana, al empezar el día, estoy en la ribera, con mi pañuelo alzado diciéndote adios, adios, adios. Mientras la vida te lleva y hasta que seas un punto en el horizonte, estaré preguntándome por qué.

10 http://milibrotitinacastro.tripod.com Autora: Titina Castro
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