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Introducción a la historia del marxismo

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Presentación del tema: "Introducción a la historia del marxismo"— Transcripción de la presentación:

1 Introducción a la historia del marxismo
Javier Sánchez Serna Responsable de Formación del PCRM

2 ¿Qué es el marxismo? La respuesta a esta pregunta es compleja. El marxismo no es una ciencia, ni tampoco una ética. Lo que entendemos hoy por marxismo no se agota en la obra de Marx. Quizá no sea correcto hablar de “marxismo”, sino de “marxismos”. El marxismo, desde Marx, cuestiona la sociedad capitalista y busca su transformación. La clave de la ruptura se halla en la praxis política, en la lucha revolucionaria de los de abajo. El marxismo no es una casualidad histórica (aunque tampoco una estricta necesidad histórica): la gestación de las ideas comunistas coincide con la maduración de las luchas de los trabajadores. Una definición provisional: el marxismo es, ante todo, la voluntad de introducir ciencia (análisis, estudio, conocimiento) al movimiento emancipatorio.

3 Para una historia del marxismo…
El marxismo es teoría, pero, a su vez, es algo más que una teoría: es la teoría de una política revolucionaria. Una “historia del marxismo” no puede limitarse a lo que los marxistas han pensado, escrito y discutido, sino que debe abarcar las situaciones sociales y políticas en las que se piensa, se escribe y se discute. El marxismo debe conocerse, tanto en su desarrollo histórico, como en su expansión geográfica. De hecho, ambos desarrollos son simultáneos. La historia del marxismo no puede considerarse concluida. El marxismo es una tradición intelectual, cultural y política, viva. “El marxismo, lejos de estar agotado, es aún muy joven, casi está en la infancia, apenas si ha empezado a desarrollarse; es insuperable porque aún no han sido superadas las circunstancias que lo engendraron”. Jean-Paul Sartre, Crítica de la razón dialéctica.

4 El marxismo de la II Internacional
Desde la muerte de Marx (1883) hasta el inicio de la Gran Guerra (1914). Etapa predominantemente germánica del marxismo. Situación política: caída de Bismarck (1890), abolición leyes antisocialistas, ascenso electoral SPD, aumento del militarismo y parlamento ficticio. Karl Kaustky fue el teórico indiscutible del SPD. Es el mejor exponente del marxismo ortodoxo. Los factores económicos determinan por entero la realidad social, cultural y política. Luego mediante el análisis de las relaciones de producción (materialismo histórico) es posible prever, al menos en sus grandes trazos, el inexorable curso de la historia. La victoria del proletariado es inevitable como consecuencia de las tendencias contradictorias y autodestructivas del capitalismo. La bipolarización social hará que el proletariado sea mayoría y ésta se reflejará en el parlamento. La burguesía, al no poder gobernar el proceso de producción, entregará el poder a la clase obrera.

5 El revisionismo La mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora, la aparición de las “clases medias”, y los errores políticos del SPD (aislacionismo proletario), llevaron a Berstein a realizar la primera revisión profunda del marxismo; iniciando con ello el socialismo reformista. Ideas de Berstein: -Las predicciones de Marx son erróneas. -El socialismo es, ante todo, un juicio moral. -La conquista del socialismo (extensión de derechos a todos los sectores) es algo gradual y pacífico. Estrategia: alianza parlamentaria con los partidos burgueses progresistas. Aunque las teorías de Berstein nunca fueron aceptadas por el SPD de Kautsky, posteriormente, influyeron mucho en la socialdemocracia europea. El término revisionismo también ha servido para desacreditar a aquellos que han desafiado la ortodoxia del estalinismo. En cualquier caso, la cuestión es: ¿dónde está, hoy en día, la línea roja que separa el marxismo del no-marxismo?

6 Rosa Luxemburgo Teórica marxista de origen de judía, militó en el SPD, hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la participación de los socialdemócratas en la Primera Guerra Mundial. Participó activamente en la controversia revisionista con su obra Reforma o Revolución. También discutió abiertamente con Lenin por su concepción de una vanguardia de clase altamente centralizada. El luxemburguismo se caracteriza por su oposición al dirigentismo, la confianza en la acción espontánea de las masas y la reivindicación de la huelga general como la forma por excelencia de la revolución proletaria. Tras pasar la mayor parte de la guerra en la cárcel, fundó la Liga Espartaquista con Karl Liebknecht, grupo marxista revolucionaria que sería el origen del KPD. Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín. La revolución fue sofocada por el ejército y por los Freikorps (con el beneplácito del SPD), y a su término cientos de personas, entre ellas Rosa y Karl, fueron capturadas, torturadas y asesinadas. Sus últimas palabras muestran una fe, casi religiosa, en las auto-organización de las masas: “El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución”.

7 Lenin y Octubre El marxismo ruso (Plejánov) siempre consideró que Rusia no reunía las condiciones objetivas para una revolución socialista. Lenin, al igual que Rosa Luxemburgo, fue partidario del asalto al poder sin la etapa intermedia de la república burguesa. Frente al economicismo de la socialdemocracia clásica, el líder de Octubre reivindicó la importancia de la acción política revolucionaria. La interpretación del marxismo que hizo Lenin fue claramente heterodoxa. Según Ilich, el imperialismo de principios del siglo XX condujo a un desarrollo desigual y, en consecuencia, a un traslado de los levantamientos revolucionarios hacia el este (teoría del “eslabón más débil”). La originalidad del pensamiento leninista reside principalmente en su análisis concreto del capitalismo, en su concepción del campesinado como agente del cambio revolucionario y en su reflexión sobre el liderazgo político (Tesis de Abril).

8 Leninismo: Ideología, Partido y Dictadura del Proletariado
Lenin utiliza la palabra “ideología” como sinónimo de “teoría social y política”. La reivindicación de la “ideología” revolucionaria se embarca en el combate leninista contra el economicismo, por la derecha, y el espontaneísmo, por la izquierda. Frente al espontaneísmo, Lenin afirma que el proletariado ha de “importar” de fuera, precisamente de los intelectuales burgueses, la conciencia revolucionaria, pues la clase trabajadora, por sí sola, sólo engendra una conciencia sindicalista. El Partido de Nuevo Tipo es el catalizador de la teoría revolucionaria. El Partido, según Lenin, ha de ser la vanguardia del proletariado, ha de identificarse con sus intereses; pero no debe ir a la zaga del movimiento de masas, sino que debe dirigirlo. El partido leninista es un partido centralista. Disciplina interna, unidad de acción y división sistemática del trabajo revolucionario son sus principios organizativos. El Estado, según Lenin, es el instrumento coercitivo de las clases opresoras. Por consiguiente, el Estado burgués no puede ser reformado, sino que debe ser destruido. Sin embargo, la abolición del Estado no es inmediata: entre la sociedad de clases y el comunismo media la dictadura del proletariado, una especie de semi-Estado que sirve de “fuerza especial de represión” contra los enemigos del nuevo statu quo.

9 El marxismo soviético Primer período (1917-1929): jacobino-ideológico.
Debate sobre la NEP. Bujarin defendía una economía mixta y una política favorable al campesinado, moderando en consecuencia el ritmo de la industrialización. La Oposición de Izquierdas demandaba una política de industrialización acelerada y la abolición de los privilegios de los kulaki. Debate sobre la construcción del socialismo. Trotsky sostenía que la revolución debía mantener su internacionalismo y no encerrarse sobre sí misma (teoría de la revolución permanente). Stalin, por el contrario, mantuvo que la defensa de la Unión Soviética constituía el punto de partida de la revolución Mundial. Segundo período: ( ): dogmático-totalitario. El leninismo se convierte en doctrina de Estado y se pone al servicio del líder carismático, perdiendo toda su capacidad creadora. El marxismo-leninismo se considera la “única visión del mundo correcta y científica”. Los teóricos estalinistas (Lyssenko) consideraban que cada clase crea su propia ciencia y, en consecuencia, negaban toda a la ciencia creada en los países no comunistas. Tercer período: ( ): búsqueda reformista de la dimensión ideológica perdida. Propósito de resucitar el leninismo (desde arriba). Exigencia de criterios de objetividad en la investigación científica. Cuarto período ( ): iconográfico-conservador. El marxismo oficial se convierte en cáscara vacía; ignorado por el aparato gobernante, que mantiene perspectivas rotundamente pragmáticas; e ignorado por gran parte de la población, que lo considera un catecismo.

10 La tercera generación marxista
Gramsci, Lukács, Korsch, Togliatti y Pannekoek fueron testigos de la gran revolución de Octubre; un acontecimiento que contradecía y anulaba los esquemas teóricos del marxismo clásico u ortodoxo. Situación política: 1ª Guerra Mundial, movimiento de consejos obreros y de fábrica (Alemania, Hungría e Italia), fracaso y represión del movimiento, reacción autoritaria de los sectores más conservadores de la burguesía. El marxismo de tercera generación significa una ruptura con los presupuestos teóricos de la socialdemocracia, y una reivindicación de los elementos subjetivos y revolucionarios del marxismo. La tercera generación de marxistas, al igual que Marx, reacciona ante un escenario de aguda lucha de clases: su marxismo es, por tanto, un “marxismo para la revolución”. La generación marxista de entreguerras volverá a Hegel para fundamentar un marxismo subjetivista. Tras la guerra civil rusa y el fracaso del movimiento de consejos de fábrica, la generación se divide entre leninistas (Gramsci, Lukács y Togliatti) y consejistas (Korsch y Pannekoek).

11 Gramsci: el Lenin de Occidente
En la concepción de Gramsci, la noción de sociedad civil actúa como línea divisoria entre el mundo oriental (Rusia) y el occidental. En Oriente, cuando el Estado entra en crisis es posible el enfrentamiento frontal y rápido (guerra de movimiento). En Occidente, por el contrario, un programa de transformación social y política pasa por la guerra de posición: una estrategia dirigida a la ocupación progresiva de la sociedad civil (Hegemonía). El Estado moderno no es sólo coerción, sino consenso más coerción (“hegemonía reforzada por la coerción”). Por consiguiente, el programa de emancipación socialista en Occidente no debe centrarse en la conquista del Estado, sino en la lucha por fundar una hegemonía alternativa. Los intelectuales orgánicos, que piensan desde la clase y para la clase, son los auténticos constructores de la alternativa ideológico-cultural. El Partido es el intelectual colectivo, que ya no dirige a las masas a la conquista del Estado, sino que lucha por la hegemonía social, lo que implica liderazgo moral y alianzas con otros sectores interesados en el cambio (Nuevo Bloque Histórico). En definitiva, Gramsci supo ver, lúcidamente, el lugar que ocupan la cultura y la política en la lucha de clases, confiriéndoles una cierta autonomía respecto a la realidad económica.

12 El marxismo occidental
El marxismo occidental (Althusser, Garaudy, Della Volpe, Colletti) domina el pensamiento de la izquierda europea desde la posguerra hasta finales de la década de los 70. A nivel teórico, centra su atención en la filosofía y la crítica cultural, en detrimento de la teoría social (marxismo académico). En los países anglosajones, se desarrolla y extiende la llamada New Left, cuyo principal exponente fue el profesor Herbert Marcuse. Según Marcuse, el neocapitalismo había asimilado a la clase obrera (mejoras sociolaborales+consumo), difuminando la lucha de clases. La esperanza transformadora se debía depositar en los nuevos agentes sociales: estudiantes, mujeres, minorías raciales, etc. A partir de 1973, los partidos comunistas latinos adoptan el eurocomunismo. El eurocomunismo fue, ante todo, el intento pragmático-reformista de ensanchar la base electoral de los PCs y construir alianzas viables con otras fuerzas políticas. Posiciones políticas: ruptura con la URSS, “compromiso histórico” y gradualismo. El eurocomunismo no fue una vía al socialismo: fue, simplemente, un repliegue táctico debido al incumplimiento de las perspectivas revolucionarias.

13 Una revisión necesaria: el marxismo ecologista
El ecosocialismo es uno de los últimos, y más importantes, desarrollos del pensamiento marxista. Su inicio se sitúa en la década de los 70 cuando intelectuales socialistas de ambos bloques empiezan a cuestionar el irresponsable modelo productivista y consumista imperante en las sociedades industriales. El ecosocialismo afirma que el capitalismo es incompatible con una sociedad ecologizada, ya que si algo caracteriza históricamente al capitalismo es su capacidad de desbordar todos los límites, también los ecológicos. Al calor de la crisis ecológica, el ecosocialismo critica algunas ideas clásicas del pensamiento marxista, como el progreso lineal y el productivismo, y defiende que el bienestar humano no es ajeno al equilibrio del entorno natural. En nuestro país, Manuel Sacristán criticó la confianza ciega que tenía la tradición marxista en un progreso ilimitado de la humanidad sobre bases materiales. Según Sacristán, las fuerzas productivas tienen unos límites marcados por la propia biosfera, cuando estos límites se sobrepasan las fuerzas productivas devienen fuerzas productivo-destructivas. Por lo tanto, “un programa socialista no debería aspirar a la sociedad de la abundancia mediante la batalla de la producción, sino al control racional de las fuerzas productivas para asegurar un equilibrio entre el hombre y la naturaleza que, en última instancia, permita la supervivencia, hoy amenazada, de nuestra especie”.

14 Bibliografía Leszek Kolakowski, Las principales corrientes del marxismo (3 vols.), Alianza. Pedrag Vranicki, Historia del marxismo (2 vols.), Sígueme. Valentino Gerratana, Investigaciones sobre la historia del marxismo II, Grijalbo. Eris Hobsbawm, Revolucionarios, Crítica. Manuel Sacristán, Sobre Marx y marxismo, Icaria. Francisco Fernández Buey y Jorge Riechmann, Ni tribunos. Ideas y materiales para un programa ecosocialista, Siglo Veintiuno. Tom Bottomore (ed.), Diccionario del pensamiento marxista, Tecnos.

15 Lo importante no es ser marxista en sí: lo único que tiene interés es decidir si se mueve uno, o no, dentro de una tradición que intenta avanzar por la cresta, entre el valle del deseo y el de la realidad, en busca de un mar en el que ambos confluyan. Manuel Sacristán


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