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Nuestra reunión dominical es respuesta a la llamada que Dios nos hace, como su Pueblo, Iglesia, a escuchar su Palabra y la acción de gracias. La Celebración.

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4 Nuestra reunión dominical es respuesta a la llamada que Dios nos hace, como su Pueblo, Iglesia, a escuchar su Palabra y la acción de gracias. La Celebración cristiana del Domingo nos ofrece la oportunidad de compartir nuestra fe y contrastar nuestro modo de proceder con lo que el Señor quiere de nosotros.

5 Por ello nos preguntamos sobre nuestra respuesta al amor de Dios en nosotros y cuál es nuestra actitud para serle fieles tal como nos pide hoy la Palabra de Dios. propietario «viña» Dios, el propietario, nos encarga cuidar su «viña» y hacerla fructificar. Nosotros somos sólo administradores. Ojalá cumplamos a cabalidad y con honestidad nuestra tarea.

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7 Espíritu Santo, ven a acompa ñ arnos para que nuestra Iglesia no cese nunca de convertirse bajo tu impulso y se identifique cada d í a m á s con el Evangelio de Jes ú s.. Que nosotros no rechacemos la invitaci ó n de Dios a acercarnos y escuchar su Palabra, y trabajar por el Reino, sino que con nuestras obras y palabras demos testimonio de nuestra fe y ejemplo de nuestra esperanza.

8 Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestra mente, nuestro corazón y nuestra voluntad, para que podamos comprender, aceptar y vivir la Palabra de Dios. Amén.

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11 La liturgia de este domingo es un conjunto de par á bolas sobre la vi ñ a y sus frutos. Comenzamos con el bello poema de Isa í as sobre el pueblo de Israel y la vi ñ a de Dios. Dios hizo lo mejor que pudo para cultivar esta vi ñ a, pero al final é sta no produjo los frutos deseados; rechazaron su mejor fruto, Jes ú s. Como consecuencia, la vi ñ a de Israel qued ó destinada a ser arrasada.

12 El profeta reproduce un hermoso poema, un canto de amor a la vi ñ a. Su due ñ o hace en ella todo lo que un buen labrador puede hacer para asegurarse una buena cosecha: cava, retira las piedras, planta buenas cepas, construye una atalaya o torre para vigilar posibles visitas no deseadas, y prepara ya un lagar para el vino. Pero la vi ñ a defrauda totalmente a su amo que tanto la mima: no da uvas, sino agrazones.

13 El mismo profeta aplica la comparaci ó n al pueblo de Israel y a su capital Jerusal é n: "la viña del Señor es la casa de Israel ". Dios tambi é n ha derrochado en su pueblo elegido toda clase de cuidados: "¿qué más cabía hacer por mi viña que yo no haya hecho?". Pero el pueblo de Israel no correspondi ó al amor de Dios y no le dio los frutos esperados: "esperó de ellos derecho y ahí tienen: asesinatos". El castigo va a ser que la vi ñ a quedar á abandonada, sin cuidar, con acceso a toda clase de alima ñ as.

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15 El salmo recoge como idea central la misma del profeta: « la vi ñ a del Se ñ or es la casa de Israel ». El salmista reconoce el pecado del pueblo y lo merecido que tiene el castigo. Pero a la vez dirige a Dios una humilde oraci ó n de s ú plica: « vuélvete... ven a visitar tu viña... no nos alejaremos de ti... restáuranos, que brille tu rostro y nos salve ».

16 Este salmo es una s ú plica que Israel dirige a su pastor en momentos de grave necesidad. Se nombra a tribus del Norte y no se hace ninguna alusi ó n ni a Jud á, ni a Jerusal é n, ni al Templo. As í dice un autorizado estudioso de los Salmos: « Todo hace pensar que el salmista es un israelita del norte que expone aquí ante el Dios de todo Israel, su inquietud sobre la suerte de su pequeña patria » (H. Gunkel).

17 vid Señor, ven a visitar tu viña El lirismo que caracteriza a todo el poema aparece con particular relieve en los versos 9-12, donde Israel es presentado como una « vid » que el Se ñ or sac ó de Egipto y plant ó cuidadosamente en la tierra prometida. El recuerdo de aquella solicitud hace m á s angustiosa la situaci ó n presente y confiere mayor intensidad a la s ú plica de toda la comunidad expresada particularmente en el estribillo: « Señor, ven a visitar tu viña »

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19 «todo lo que haya de verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, virtuoso», lo que aprendieron, oyeron y vieron en mí, pónganlo por obra y el Dios de la paz estará con ustedes Una segunda l í nea de pensamiento es la actitud de apertura humana hacia todo lo bueno: «todo lo que haya de verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, virtuoso», lo han de tener en cuenta. Tambi é n se pone é l mismo como modelo a imitar: « lo que aprendieron, oyeron y vieron en mí, pónganlo por obra ». Todo eso les llevar á a esa paz interior que todos deseamos: « y el Dios de la paz estará con ustedes ».

20 nada los preocupe que sus peticiones sean presentadas a Dios». «la paz de Dios custodiará sus corazones». Hacia el final de su carta, Pablo hace a los cristianos de Filipos una serie de recomendaciones que deben caracterizar su vida y asegurarles la paz. Por muchas turbulencias y dificultades que puedan tener, no deben nunca perder la paz: « nada los preocupe ». El medio para conseguir esta armon í a es tener una profunda fe en Dios, en di á logo de oraci ó n: « que sus peticiones sean presentadas a Dios». As í, «la paz de Dios custodiará sus corazones».

21 San Pablo espera buenos frutos de las comunidades cristianas: paz, justicia, pureza, bondad y solidaridad, etc. Y nos recuerda que todo fruto bueno es un don de Cristo, a quien debemos seguir en su Iglesia.

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24 (Mc. 12,1-12; Lc. 20,9-19) 33 Escuchen otra parábola: Un propietario plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre; después la arrendó a unos viñadores y se fue. 34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó a sus sirvientes para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía. 35 Pero los viñadores agarraron a los sirvientes y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y al tercero lo apedrearon. 36 Envió otros sirvientes, más numerosos que los primeros, y los trataron de igual modo.

25 (Mc. 12,1-12; Lc. 20,9-19) 37 Finalmente les envió a su hijo, pensando que respetarían a su hijo. 38 Pero los viñadores, al ver al hijo, comentaron: Es el heredero. Lo matamos y nos quedamos con la herencia. 39 Agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿cómo tratará a aquellos viñadores? 41 Le responden: –Acabará con aquellos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen su fruto a su debido tiempo.

26 (Mc. 12,1-12; Lc. 20,9-19) 42 Jesús les dice: –¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro? 43 Por eso les digo que a ustedes les quitarán el reino de Dios y se lo darán a un pueblo que produzca sus frutos. 44 [El que tropiece con esa piedra se hará trizas; al que le caiga encima lo aplastará.]

27 45 Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos. 46 Intentaron arrestarlo, pero tuvieron miedo de la multitud, que lo tenía por profeta. (Mc. 12,1-12; Lc. 20,9-19)

28 La de hoy es otra par á bola muy intencionada, la de los trabajadores de la vi ñ a que no s ó lo no entregan al due ñ o los beneficios que le tocan, sino que maltratan y apalean a sus enviados y matan al hijo (lo hacen « fuera de la vi ñ a », como a Jes ú s fuera de la ciudad), para quedarse ellos con la vi ñ a y sus frutos. Jes ú s anuncia que les ser á quitado el Reino a esos vi ñ adores, y les ser á dado a otros m á s agradecidos.

29 El pueblo de Israel, sobre todo sus clases dirigentes, est á retratado en los primeros, y los pueblos paganos, en los segundos. El domingo pasado, con la par á bola de los dos hijos, el que dice « sí » y no va, y el que dice « no » pero luego va a trabajar, Jes ú s desenmascaraba la hipocres í a de los « oficialmente buenos » del pueblo jud í o. El domingo pr ó ximo har á algo parecido con la par á bola de los invitados al banquete del Reino. Hoy, lo denuncia con la par á bola de los vi ñ adores ingratos.

30 Son par á bolas que muestran una tensi ó n creciente entre Jes ú s y sus enemigos, y Mateo las sit ú a inmediatamente antes del relato de la Pasi ó n. El asesinato del « hijo » es el punto cr í tico de la par á bola y de los acontecimientos que est á n a punto de suceder. Jes ú s, en la etapa final de Jerusal é n, en que va agudiz á ndose su enfrentamiento con los dirigentes del pueblo, retrata a estos en la figura de los vi ñ adores ingratos y asesinos.

31 La par á bola de los administradores de la vi ñ a. La anterior profec í a de Isa í as queda aqu í dramatizada. El due ñ o de la vi ñ a, por supuesto, es el Padre. La vi ñ a es su pueblo elegido de Israel Los administradores son sus l í deres, durante el transcurso de la antigua Alianza. No actuaron bien; los buenos frutos fueron escasos. Los primeros enviados son los profetas. Los. administradores los despiden, aun los tratan mal. Entonces el due ñ o env í a a su propio hijo. El es tambi é n rechazado y muerto. Seguidamente, el due ñ o no tiene otra alternativa que arrendar la vi ñ a a otros administradores, que har á n de la vi ñ a algo fruct í fero.

32 La par á bola subraya el misterio de la revelaci ó n de Dios transferida de los jud í os a los gentiles. M á s profundamente todav í a, subraya la naturaleza del Reino de Dios: para compartirlo necesitamos dar fruto. Nadie est á en el Reino « por derecho propio », ya sea é ste la sangre, la nacionalidad, la cultura, la herencia, la posici ó n social o religiosa, etc. Nadie puede dar el Reino por supuesto como fue el caso de muchos l í deres de Israel, y actualmente de muchos « católicos formales ».

33 Sus oyentes, sacerdotes y ancianos del pueblo, debieron entender bien -y no les debi ó gustar nada- la intenci ó n de Jes ú s, que aclara todav í a m á s con la otra comparaci ó n de la piedra fundamental del edificio: " la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular ". La par á bola parece como un resumen nada optimista de la historia del pueblo jud í o.

34 Jes ú s dirige a sus oyentes una pregunta " pedagógica ", para que contesten ellos mismos: "¿qué hará con aquellos labradores?". Es una pregunta parecida a la que Isa í as intercala en la queja de Dios: "ahora, habitantes de Jerusalén, sean jueces entre mí y mi viña". La amenaza es clara, y se entiende mejor si se escucha desde los tiempos en que Mateo escribi ó su evangelio : "se les quitará a ustedes el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos".

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36 ¿ C ó mo se consigue la paz interior? -Pablo aconseja a los Filipenses que, para que puedan gozar en verdad de la paz de Dios, se dediquen ante todo a la oraci ó n y acci ó n de gracias ante Dios. Es é l quien nos ayuda a superar las preocupaciones y problemas de la vida. Nos hace recordar un episodio de los viajes del mismo ap ó stol. Pablo y Silas, despu é s de una jornada que no les pudo ir peor, porque fueron rechazados, golpeados, encerrados como medio muertos en la c á rcel, dice el libro de los Hechos que a media noche estaban cantando salmos en la c á rcel.

37 -Un segundo recurso que sugiere Pablo a los suyos: una actitud de apertura y flexibilidad hacia el ambiente que los rodea. Aquellos cristianos estaban en medio de una sociedad pagana: pero seguro que hab í a cosas aprovechables en aquella cultura romano- hel é nica. Pablo les invita a un esp í ritu abierto, con discernimiento, pero teniendo en cuenta lo que hay de v á lido en la sociedad. Es bueno saber ver lo bueno que tiene este mundo, y las personas que nos rodean, y aceptarlo: «todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, ténganlo en cuenta».

38 Tambi é n la sociedad concreta en que vivimos y las personas que encontramos en nuestro camino, por muchos valores que creamos que andan peligrando o semiperdidos, seguro que poseen valores que podemos aprovechar los cristianos: los deseos de paz y de justicia, el rechazo de la violencia, la solidaridad, la igualdad entre los sexos, el aprecio de la ecolog í a, el progreso de las ciencias...

39 Todos andamos en busca de una paz interior, que es una condici ó n para que luego podamos tener paz con los dem á s y con el cosmos. Si yo estoy en armon í a interior, en paz conmigo mismo y con mi historia, contribuir é seguramente a la paz comunitaria. A veces mis disgustos personales provocan desencuentros y tensiones con los dem á s.

40 Una relaci ó n de uni ó n con Dios, y la aceptaci ó n de la historia y de las personas, ciertamente nos ayuda a encontrar esa paz y ese equilibrio que deseamos. Aceptar a los dem á s o los valores presentes en nuestra generaci ó n no significa que todo va bien, o que aplaudimos sin m á s todo lo que pasa, o que un creyente no va a tener turbulencias en su viaje por este mundo, sino que tiene recursos para vivir su vida en paz interior.

41 Ser í a bueno que hici é ramos nuestro uno de los salmos m á s breves del Salterio, el 130, que nos da la clave para tener paz interior: «Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros: no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre».

42 La comparaci ó n de la vi ñ a est á muy presente en los escritos prof é ticos y tambi é n en el Evangelio: Jes ú s la utiliza en varias de sus par á bolas y ense ñ anzas. Aunque seamos habitantes de ciudad, y estemos poco familiarizados con el mundo del campo, podemos entender f á cilmente lo que es una vi ñ a y los trabajos que requiere y lo que puede representar una buena o una mala vendimia (= cosecha de la vid) al final de los esfuerzos.

43 Tambi é n podemos captar la intenci ó n de Jes ú s al comparar esa vi ñ a al Pueblo de Israel, y la lecci ó n que tambi é n para nosotros se deriva, porque nosotros, la Iglesia, somos responsables de esa vi ñ a del Se ñ or y, si no la cuidamos y la hacemos producir los frutos, podemos defraudarlo.

44 Claro que es necesario distinguir el sentido distinto que tiene la « viña » en el texto de Isa í as (1 ª lectura) y en el texto de Mateo (Evangelio). En el mensaje de Isa í as la « viña » simboliza al Pueblo de Israel y lo que le importa al Se ñ or es que su vi ñ a ( es decir, su Pueblo) produzca los frutos; por eso, al no dar fruto, es destruida. En el Nuevo Testamento (Evangelio), la « viña » no se identifica con el Pueblo al cual es confiada por el propietario.

45 Claro que es necesario distinguir el sentido distinto que tiene la « viña » en el texto de Isa í as (primera lectura) y en el texto de Mateo (Evangelio). En el mensaje de Isa í as la « viña » simboliza al Pueblo de Israel y lo que le importa al Se ñ or es que su vi ñ a ( es decir, su Pueblo) produzca los frutos; por eso, al no dar fruto, es destruida. En el Nuevo Testamento (Evangelio), la « viña » no se identifica con el Pueblo al cual es confiada por el propietario.

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47 Dios, Padre todopoderoso, « Sacaste una vid de Egipto... y la trasplantaste ». Nosotros, Se ñ or, somos esa vid arrancada de Egipto, es decir, del pa í s de nuestras esclavitudes y trasplantada por ti a la tierra de la libertad. Hacer una persona libre es una obra de arte y t ú, Se ñ or, lo has hecho con nosotros. No por nuestros m é ritos, ni por nuestros esfuerzos, sino por puro amor tuyo nos has hecho libres. Tu Hijo, el Se ñ or Jes ú s, es nuestra libertad.

48 Con É l hemos experimentado c ó mo ca í an de nuestro coraz ó n tantas cadenas que nos ten í an esclavizados y nos has puesto en el camino ancho de la libertad. Lo estrecho, lo angosto, nos angustia, nos ahoga. Lo ancho nos invita a respirar a nuestras anchas, a respirar en ti como un horizonte abierto de libertad. Gracias, Se ñ or Jes ú s, porque con tu muerte nos has dado la posibilidad de ser libre de verdad, para ser disc í pulos y misioneras de la Palabra. Am é n.

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50 En la par á bola evang é lica la « viña » es m á s que la Iglesia: é sta debe estar al servicio de la vi ñ a. La « viña », en el Evangelio, es el Reino de Dios, su proyecto y acci ó n salvadora en el mundo, a cuyo servicio est á la Iglesia. Ella debe anhelar la llegada del Reino: « Venga a nosotros tu reino ». Y lo que ole importa al Se ñ or, en el Evangelio, es la suerte de su vi ñ a: si los administradores no entregan los frutos de la vi ñ a, ser á n cambiados por otros, pero la vi ñ a no es destruida.

51 « la viña del Señor es Reino de Dios encomendado a la Iglesia de Cristo ». Pero ser í a muy c ó modo quedarnos en eso. Tambi é n va para nosotros el mensaje y el reproche. Ahora el profeta dir í a: « la viña del Señor es Reino de Dios encomendado a la Iglesia de Cristo ». La esterilidad y la infidelidad de Israel, por desgracia, se pueden repetir en la Iglesia y en cada uno de nosotros. No venderemos a Jes ú s por treinta monedas, ni decidiremos matarlo. Pero ¿ somos unos administradores que s í cuidan la vi ñ a para que d é los frutos que espera el « propietario », o queremos apoderarnos de lo que no nos pertenece y en nuestras manos la vi ñ a se hace est é ril o raqu í tica?

52 El texto de Mateo subraya muy bien que la vi ñ a tiene un « propietario », que arrienda su vi ñ a a unos « administradores », que no son propietarios... Ante todo, la amonestaci ó n va para los dirigentes de la comunidad eclesial, que pueden tener la tentaci ó n de sentirse due ñ os y propietarios de la vi ñ a, de la comunidad, y en vez de ayudar a los dem á s a dar los frutos que Dios espera de todos, la « explotan » en beneficio propio.

53 Pero tambi é n se nos aplica la lecci ó n a cada uno de los fieles. Dios ha « invertido » en nosotros: nos ha dado la vida, el cuerpo, la salud, talentos naturales, su Palabra, el Evangelio, los sacramentos, la comunidad eclesial, personas buenas que nos rodean y nos estimulan. ¿ Qu é cosecha puede esperar de nosotros este a ñ o? ¿ Se tendr á que quejar de nuestros pobres frutos como lo hizo de la higuera seca al lado del camino?

54 Nosotros no somos de los que rechazan a Cristo, ciertamente. Sabemos que é l es la piedra angular y creemos en é l. Pero, ¿ damos los frutos que é l espera de nosotros? ¿ Seguir á siendo actual el aviso de Jes ú s, de que ser á retirado el Reino a los primeros destinatarios y les ser á dado a otros que lo administren mejor? ¿ No ser á esta la explicaci ó n del cambio de comunidades cristianas que durante siglos estuvieron llenas de vitalidad y ahora languidecen?, ¿ o de familias religiosas que en otros tiempos florecieron en vocaciones y ahora pr á cticamente han desaparecido?

55 Si alguien quiere saber cu á les son esos « frutos » que Dios espera de su vi ñ a, no tiene m á s que volver a leer a Isa í as: esperaba derecho, y le damos violencia; justicia, y no hay m á s que lamentos. Los frutos, por tanto, est á n en el sentido de la caridad y de la justicia.

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57 La Eucarist í a es escuela de paz. De la Eucarist í a que celebramos los cristianos podemos ir aprendiendo diversas lecciones, por ejemplo de fe y uni ó n con Cristo, o de oraci ó n de petici ó n y de acci ó n de gracias, o de caridad fraterna. Pero hoy tal vez podr í a conectar nuestra celebraci ó n con esa b ú squeda de paz interior de la que habla Pablo en su carta. Una Eucarist í a bien celebrada puede ser una garant í a y un alimento de paz y armon í a interior.

58 Un lugar de culto acogedor y limpio. Un ritmo sereno, con momentos de silencio adem á s de las palabras y los cantos, una estructura din á mica pero bien coordinada de la celebraci ó n, con la buena realizaci ó n de los diversos ministerios. Todo ello nos ayuda a sentirnos en la presencia de Dios, a escuchar su Palabra, a dirigirle nuestras oraciones y cantos desde un á nimo tranquilo y atento a la vez. Puede ser un aut é ntico oasis de activa paz en medio del ajetreo de nuestro horario.

59 Algunas preguntas para meditar duran te la semana para meditar duran te la semana 1.El salmista es un buscador de Dios. No puede vivir sin é l. Cuando me siento lejos de Dios, ¿ lo busco con fuerza, con insistencia, con tenacidad? 2. Israel es la vi ñ a mimada de Dios. Una vi ñ a que, en vez de uvas dulces, le ha dado que, en vez de uvas dulces, le ha dado agrazones. ¿ Qu é cosas de mi grupo o de mi agrazones. ¿ Qu é cosas de mi grupo o de mi comunidad produce amargura a Dios? ¿ C ó mo comunidad produce amargura a Dios? ¿ C ó mo lo podemos evitar? lo podemos evitar? 3. El salmista nos habla de una agua amarga y un pan de l á grimas. ¿ S é solidarizarme con un pan de l á grimas. ¿ S é solidarizarme con mis hermanos que sufren? ¿ D ó nde? ¿ C ó mo? mis hermanos que sufren? ¿ D ó nde? ¿ C ó mo?

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