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Publicada porRubén Esperanza Modificado hace 10 años
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Cuanto más nos identificamos con Dios, somos más nosotros mismos.
La santidad es nuestra verdadera personalidad. Nuestra verdadera realización. Cuanto más nos identificamos con Dios, somos más nosotros mismos. Nuestra esencia es ser imagen de Dios. Ernesto Cardenal Mateo 5, 1-12a Solemnidad de los
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Jesús va señalando las pistas que conducen a la verdadera felicidad.
1 Al ver a la gente, Jesús subió al monte, se sentó, y se le acercaron sus discípulos. 2 Entonces comenzó a enseñarles con estas palabras: Iglesia de las Bienaventuranzas Jesús va señalando las pistas que conducen a la verdadera felicidad. No es ley ni código ni norma moral, es Evangelio, anuncio gozoso de las actitudes para seguir a Jesús y ser Jesús nos confía su secreto más querido: el corazón del Padre. Escúchale diciéndote a ti y para ti las Bienaventuranzas.
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Las personas que cambian el proyecto de poseer por el de compartir
3 Dichosos los pobres en el espíritu, porque suyo es el reino de los cielos. Las personas que cambian el proyecto de poseer por el de compartir lo que son y lo que tienen, son felices. Jesús interviene en sus vidas llenándolas de su abundancia,
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4 Dichosos los que están tristes, porque Dios los consolará 5 Dichosos los humildes, porque heredarán la tierra. Cuando no se impone el propio bienestar, sino el deseo sincero y eficaz de compartir y ayudar a demás, se elimina la causa de tantos sufrimientos originados por el egoísmo personal y social. Así la tierra se convierte en bien común para
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¿Quién, qué es la causa de mi Sed? ¿Cómo alivio la Sed de l@s demás?
6 Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios, porque Dios los saciará. ¿Dónde está tu De ahí surge nuestra condición de y ¿Dónde estoy yo?. ¿Quién, qué es la causa de mi Sed? ¿Cómo alivio la Sed de demás?
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7 Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos.
No se trata de misericordia como sentimiento, sino como actitud que, imitando a Dios, presta ayuda eficaz a quien lo necesite. Que a nadie le falte nada, que todo esté a disposición de
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8 Dichosos los que tienen un corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
Quien tiene corazón limpio piensa bien y desea el bien, confía y no juzga, es capaz de ver el misterio de las cosas, de las personas y, sobre todo, de Dios. Él es una profunda y constante experiencia en su vida.
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9 Dichosos los que construyen la paz, porque Dios los llamará sus hijos.
En una sociedad donde están a prestar ayuda, y compartir y donde nadie tiene malas intenciones contra demás, se realiza plenamente la justicia y se alcanza la felicidad para
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10 Dichosos los perseguidos por hacer la voluntad de Dios, porque de ellos es el reino de los cielos. La persecución es la consecuencia inevitable de la opción por el reinado de Dios. El verse es señal clara de haber entrado en el proyecto de Jesús, en el reino de Dios. Quienes tienen que soportar la persecución son los que verdaderamente tienen a Dios por rey.
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11 Dichosos seréis cuando os injurien y os persigan, y digan contra vosotros toda clase de calumnias por causa mía. 12 Alegraos y regocijaos, porque será grande vuestra recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros Quien vive pacíficamente en armonía con el sistema establecido, tiene que preguntarse seriamente si ha entrado o no ha entrado en el reino de Dios. La persecución es promesa de felicidad.
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El/la discípul@ confía plenamente en Dios (pobre de espíritu),
Las Bienaventuranzas nos hablan de las actitudes fundamentales de de Jesús. El/la confía plenamente en Dios (pobre de espíritu), comparte el sufrimiento de demás que lloran), tiene, como Jesús (Mt 11,30), un trato amable con (personas mansas), quiere y trabaja ardientemente para que reine la justicia en este mundo y de justicia). Además tiene el corazón y la vida con las personas pobres (las personas misericordiosas), es coherente e en su vida s de corazón), Procura que se establezca la paz como consecuencia de la justicia, de la paz). Todo esto podrá ocasionar la persecución de quienes se niegan a reconocer los derechos de demás por la justicia). Las Bienaventuranzas son nuestra carta magna. ¿Cómo hacer que esa carta no sea letra muerta olvidada en el fondo de un cajón, que se olvida responder?
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Ha cruzado centenares de kilómetros de desierto para estrellar su utopía en los mismos muros de la tierra prometida. El sueño arañado; los pies humillados. ¡Bienaventurados los pobres! El abuelo, que arrastra tantas soledades. Depresión, tendencia al suicidio. La cara no le brilla; el pensamiento, oscuro. ¡Bienaventurados los que están de duelo! La mujeres, siempre la mujeres. Hacen los trabajos que nadie quiere. Manos que huelen a lejía; en la pupila de los ojos, los hijos. ¡Bienaventurados los humildes! Jóvenes de todo tipo. Están, aquí y más allá, en el voluntariado más generoso. Rastras en los cabellos; un piercing en cualquier lugar del cuerpo. ¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia! Enfermeras al lado del enfermo. No se llevan ningún mérito, pero las encontraréis. Mirada de ángel; corazones que curan. ¡Bienaventurados los compasivos! Deficiente, vive en un hogar que lo acoge. El cuerpo curvado hacia un lado; emite sonidos guturales. ¡Bienaventurados los limpios de corazón! Mediadores sociales, donde más los necesitan. Escucha atenta; palabra de conciliación. ¡Bienaventurados los que llevan paz! Oyen voces que los acosan. No están en paz. Los ojos, ausentes; el alma, partida. Una palabra terrible: esquizofrenia. ¡Bienaventurados los perseguidos! Marian Baqués. "En aquest temps". Abadia de Montserrat Páginas
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