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CONSEJO DE PRESBITERIO 18 DE MARZO DE 2009. A partir de lo expuesto hasta el momento en orden a concretar nuestra labor como presbíteros en la promoción.

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1 CONSEJO DE PRESBITERIO 18 DE MARZO DE 2009

2 A partir de lo expuesto hasta el momento en orden a concretar nuestra labor como presbíteros en la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal, sabedores del poco tiempo del que a veces disponemos, ofrecemos aquí una ficha de trabajo que haga posible aterrizar la preocupación de la Iglesia sobre este aspecto tan fundamental. Creemos imprescindible la lectura de algunas partes del documento de trabajo para poder sintonizar con las inquietudes de su autor y ser concretos y realistas a la hora de nuestras propuestas. Igualmente creemos que existe una tarea pastoral a nivel personal que es insustituible y por ende imposible de exportar de unos a otros, para esta responsabilidad sólo pedimos que se reflexione, se ore y se traduzca en nuestra jerarquía de acciones pastorales, no será posible evaluarla desde fuera y por tanto no es nuestra intención cuestionarla en este trabajo ni nunca. De ahí que las propuestas o iniciativas que sugerimos y que se completarán con las que sugiera el resto del Presbiterio atañen a otro nivel distinto al personal y que, por tanto, como toda tarea pastoral, pueden y deben ser evaluadas sistemáticamente para que no caigan en saco roto. Considerando como objetivo principal el anuncio explícito del evangelio de la vocación, tal y como se definió en los textos del Magisterio, creemos oportuno realizar una primera parte de reflexión sobre lo que se viene haciendo hasta el momento, sin interferir en la labor de la Delegación de Vocaciones, y una segunda parte de líneas de acción concretas en orden a facilitar con nuevo ardor, métodos y lenguaje la consecución del objetivo que nos hemos trazado. FICHA DE TRABAJO

3 1. ¿Cómo percibes a nivel arciprestal y diocesano el impacto del invierno vocacional? ¿Desaliento, nostalgia, impotencia, falta de tiempo, desesperanza o preocupación activa y creativa? (Cfr. Un presbiterio ante la pastoral vocacional… 16- 17) 2. ¿Existen en el equipo arciprestal algunas de las resistencias mentales o afectivas de las que habla el documento? Es decir: condicionamiento familiar, social y eclesial marcadamente religioso; pastoral vocacional de adoctrinamiento clerical; admisiones prematuras o búsqueda del candidato perfecto; ventajas de la decadencia vocacional interpretada como signo de los tiempos… (Cfr. Un presbiterio… 18-19) 3. Seguro que somos agentes vocacionales, es inevitable no serlo porque suele ser consecuencia directa de nuestra pastoral con adolescentes y jóvenes. Igualmente seguro que, como otros temas, siempre saldrá el por qué somos sacerdotes, cómo descubrimos que era nuestro camino, etc. Pero, ¿nuestra propuesta adolece de algunos de los inconvenientes que aparecen en el documento? ¿Podemos evaluarla objetivamente con los compañeros? Es decir, si somos sinceros, ¿tenemos temor a crear extrañeza y distancia entre los muchachos; a aparecer ante los padres como proselitistas y ser tachados de presionar a los niños y jóvenes; a orientar al muchacho a un camino que exige mucho sacrificio y goza de poco prestigio social y menos compensaciones afectivas y económicas? (Cfr. Un presbiterio… 19-20) INTERROGANTES PARA LA REFLEXIÓN

4 Consideraciones previas. 1. Como en cualquier tarea pastoral, es preciso tomar en serio esta necesidad (Cfr. Un presbiterio… 23). 2. Estar cerca de los adolescentes y jóvenes con lo que eso lleva de inseguridad pastoral porque no es de la más gratas a priori, pero sí de las más gratificantes a posteriori. Aceptarlos con objetividad, que se sientan queridos, escuchados y tomados en serio. Eso se nota en nuestro vocabulario y actitudes cuando nos referimos a los jóvenes en general y a los de la parroquia o grupo diocesano en particular. (Cfr. Un presbiterio… 24-25) 3. Asimismo, ganarnos la confianza de sus padres. Ver felices a sus hijos es la mejor manera de convencerlos, un trabajo sistemático y bien planificado demostrará que el tiempo invertido en los grupos parroquiales no fue tiempo perdido y eso será el mejor argumento para que la familia se fíe del sacerdote y acepte la posible vocación sacerdotal de sus hijos. (Cfr. Un presbiterio… 25) 4. Contagiar nuestra preocupación por las vocaciones sacerdotales a los agentes de pastoral de la Parroquia. Es imprescindible que todos rememos en la misma dirección. Si en nuestras comunidades no se respeta o se ridiculiza a quienes manifiestan indicios de vocación, tenemos un auténtico caballo de Troya que es preciso identificar y corregir. (Cfr. Un presbiterio… 26) LÍNEAS DE ACCIÓN:

5 Acciones concretas. 1. Aprovechar las diversas oportunidades que nos ofrecen las celebraciones sacramentales, tales como Eucaristías en las que algunos niños reciben la Primera Comunión, Confirmaciones o Confesiones en las que adolescentes y jóvenes buscan no sólo el perdón sino también orientación para sus vidas. Son oportunidades especiales para realizar una invitación general por parte del Obispo, primer responsable de esta tarea, o por parte de los presbíteros, quienes mantienen una labor continuada en la educación integral de los niños, adolescentes y jóvenes que se les ha confiado como colaboradores de su Obispo. Igualmente puede ser una buena pecera la clase de religión que imparte un sacerdote y que con motivo de tratar el tema del sacerdocio, puede interpelar con su propio testimonio expresado con alegría (Cfr. Un presbiterio… 24), así como con la propuesta explícita sobre el sacerdocio. 2. En esas oportunidades hay que ser oportunista y ofrecer una invitación genérica y, donde descubrimos gérmenes vocacionales, una más concreta y personal (Cfr. Un presbiterio… 25). Sin dejar pasar mucho tiempo, no sea que luego cambien las circunstancias y lleguemos tarde con nuestra interpelación. (Cfr. Un presbiterio… 20) ¿O no es verdad que muchos hemos sido interpelados por algún sacerdote en alguna de estas circunstancias? ¿Y estamos o no estamos agradecidos a su atrevimiento oportunista?

6 3. No vale una propuesta insegura, ni ofrecer argumentos para justificar un no por parte del joven. Nuestra vocación es tan digna como cualquier otra, aunque sea menos remunerada económicamente y menos comprendida socialmente. Sin coartar la libertad, hemos de ser creíbles cuando abrimos la puerta a una oferta divina, a una experiencia de amor que abarca toda la vida y que consigue que la persona se realice y sea feliz. Si no lo creemos así, más vale guardar silencio. (Cfr. Un presbiterio… 21) 4. Facilitar espacios y tiempos para el acompañamiento espiritual, imprescindible para discernir pero también para estructurarse la persona y no menguar en autoestima cuando se siente un bicho raro en relación a sus semejantes. (Cfr. Un presbiterio… 26) Puede ser un ámbito idóneo para contrastar qué hay detrás de la posible vocación, para aclarar la seriedad y las exigencias de la misma y evitar que nos tachen de mentirosos y para aconsejar las herramientas imprescindibles que un futuro seminarista-sacerdote no puede descuidar y que se adquieren como hábito. LÍNEAS DE ACCIÓN:

7 5. Valorar el equipo de monaguillos. Increíblemente no pasa de moda, todavía hay niños y adolescentes que, en pleno siglo XXI, les hace ilusión revestirse y estar cerca del Sacerdote, entonces ¿por qué no aprovechar esa oportunidad? Detrás de esa motivación puede haber un germen de vocación sacerdotal y no estamos en disposición de perder la oportunidad. Dios también llama a los niños del Templo como lo hizo con Samuel, aunque él no fuera monaguillo. Es más, ¿por qué no ofertar un Encuentro Arciprestal, de Vicaría o incluso Diocesano de Monaguillos como lo hacen en otras diócesis de España? ¿Sería una locura? ¿Y si eso sirviera de detonante para que algún niño o adolescente se cuestionara su vocación o algún indeciso se decidiera a dar el paso y hacer pública su inquietud interior? Habrá parroquias donde este equipo no sea posible establecerlo, pero hay otras denominadas tradicionales, sin sentido peyorativo, en las que estos equipos son numerosos y es cuestión de aprovechar esta oportunidad. 6. Organizar visitas al Seminario Diocesano con aquellos niños, adolescentes o jóvenes que creamos más interesados para suprimir prejuicios acerca de lo que es esta institución diocesana y acerca de sus instalaciones. Una vez dentro se puede organizar una visita guiada y una mesa redonda con seminaristas en la que puedan plantear sus dudas y curiosidades. LÍNEAS DE ACCIÓN:

8 7. Aprovechar los encuentros de monaguillos que se harán por zonas y por islas en los que los seminaristas encargados organizan actividades, juegos y una celebración. Así como los encuentros vocacionales que, según el calendario, se ofrecen a lo largo del año con la oportunidad de que pasen la noche en la casa aquellos que ya han manifestado su interés por ser sacerdote. 8. Conocer y ofertar el Proyecto Damasco que viene a ser sinónimo de un seminario en familia, pensado para quienes por impedimento familiar o de otra índole, han hecho las convivencias y quieren formar parte de la familia del Seminario pero no pueden convivir con los demás seminaristas lo que hace que, contemplando esta circunstancia, se organice una serie de actividades en las que estén junto al resto de seminaristas, a la vez que se establece un calendario para garantizar el acompañamiento por parte del Padre Espiritual del Seminario. 9. Servirse del Día del Seminario como pretexto para solicitar que un seminarista, asignado por los formadores a ser posible, que participe de catequesis o clases de religión en las que el Sacerdote considere oportuna su presencia y testimonio. Así no sólo se reduciría a escucharle en la celebración de la Eucaristía en la que, paradójicamente, participan pocos de los potencialmente candidatos al sacerdocio. LÍNEAS DE ACCIÓN:

9 1. Después de leer las consideraciones previas, ¿en qué actitudes crees que estamos fallando y cuáles crees que debemos potenciar? No olvidemos que, a veces, con nuestra actitud conseguimos más que con organizar cosas. 2. ¿Qué acciones concretas te parecen más importantes y por qué? ¿Se podrían establecer en tu Parroquia o Arciprestazgo? ¿Qué agentes y medios harían falta? ¿Cuentas con ellos o necesitas ayuda? (No olvidemos que tener clara la intendencia es imprescindible para que la acción sea eficaz, no podemos ser ingenuos aunque le dejemos todo el protagonismo a Dios y su gracia). 3. ¿Conocías las diversas ofertas diocesanas que se están desarrollando? ¿Qué haría falta para publicitarlas más? 4. Aparte de lo expresado en estos folios, ¿qué otras acciones consideras oportunas para realizarlas en tu ámbito pastoral y que también sean transportables a otros lugares? 5. Con espíritu fraterno, ¿qué aconsejarías a los formadores del Seminario en orden a la promoción de las vocaciones sacerdotales? Siendo honrados, nadie posee el perfil perfecto para ser formador y puesto que el Seminario es casa de todos y debe ser cosa de todos, su éxito o fracaso lo es también de toda la comunidad diocesana y, sobre todo, del Presbiterio. PARA CONCRETAR EN LA REUNIÓN DE SACERDOTES:

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