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Semillas
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Un hombre trabajaba en una fábrica distante de su casa cincuenta minutos en autobús.
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En la siguiente parada subía una señora anciana que siempre se sentaba junto a la ventana, abría una bolsa, sacaba un paquetito y se pasaba todo el viaje arrojando alguna cosa para fuera.
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La escena siempre se repetía y un día, cursioso, el hombre le preguntó qué arrojaba por la ventana.
-Tiro semillas, respondió ella. -¿Semillas? ¿Semillas de qué? De flores. Es que veo para afuera y la carretera está tan vacía. Me gustaría poder viajar viendo flores por todo el camino. ¡Imagine qué gozada va a ser!
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- Pero las semillas caen sobre el asfalto, son aplastadas por las ruedas de los coches, devoradas por los pájaros... ¿Cree que merecerá la pena? - Así es, hijo mío. Aunque muchas se pierdan, algunas acaban cayendo en la tierra y con el tiempo van a brotar.
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- Aún si nacieran, tardarán en crecer, necesitan agua
- Aún si nacieran, tardarán en crecer, necesitan agua... - Yo hago mi parte. Siempre hay días de lluvia. Y si alguien arroja las semillas, las flores nacerán.
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Diciendo esto, se dio vuelta hacia la ventana y recomenzó su trabajo
Diciendo esto, se dio vuelta hacia la ventana y recomenzó su trabajo. El hombre descendió del bus más adelante pensando que la señora ya estaba perdiendo la cabeza.
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Tiempo después, un día, en el mismo autobús, el hombre al mirar para afuera percibió flores a la orilla de la carretera... Muchas flores. ¡El paisaje colorido, perfumado y hermoso!
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-¿Y la viejecita de las semillas? - Murió hace cerca de un mes.
Se acordó entonces de aquella señora. La buscó en vano. Le preguntó al chófer, quien conocía a todos los pasajeros de viaje. -¿Y la viejecita de las semillas? - Murió hace cerca de un mes.
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El volvió a su asiento y continuó mirando el paisaje florido por la ventana - Quién lo diría, ¡las flores han brotado! ¿Pero de qué le valió su trabajo? Murió y no pudo ver toda esta belleza...
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En ese instante oyó risas
En ese instante oyó risas. En el asiento de enfrente una niña señalaba entusiasmada por la ventana: -¡Mirá qué hermoso! Cuántas flores por la calle... ¿Cómo se llaman aquéllas...?
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Al día siguiente el hombre subió al autobús, se sentó junto a la ventana, sacó un paquetito de semillas del bolso...
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