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Publicada porÁngela Sosa Contreras Modificado hace 7 años
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Sur Este Norte Oeste Conjunto de Karnak (maqueta). El pilono del primer término (pilono I) es de la época de los Ptolomeos. Los cuatro pilonos hacia el sur son el VII, VIII, IX y X (que está en el límite del recinto). El VIII es de Hatsepsut y el VII de su sobrino Tutmosis III.
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Conjunto templario de Karnak
Norte Oeste Este Sur
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El origen del conjunto de Karnak es el templo de piedra caliza de Amón levantado por Sesostris I, que ya no existe y que fue posiblemente demolido por Tutmosis I. Antes del II pilono, hacia el oeste, el impresionante antepatio construido por los soberanos de la XX Dinastía. Este espacio tenía 103 x 85 m. y era el mayor de Egipto (8.755 metros cuadrados). Entre el II pilono (erigido por Ramsés I) y el III pilono (erigido por Amenofis III), la gran sala hipóstila de Ramsés II. Pilonos IV y V: Tutmosis I. Entre ambos pilonos la sala hipóstila de Tutmosis I. En el centro de esta sala, los dos obeliscos construidos por su hija Hatsepsut. A continuación de las ruinas del santuario del Imperio Medio, en el extremo oriental, la sala de festivales (el Akh Menou) de Tutmosis III, rodeado, excepto por el extremo occidental, de cuarenta cámaras de distintos tamaños.
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Con los tutmósidas, en la XVIII Dinastía, Egipto se convierte en potencia mundial. Tutmosis I llevó las fronteras hasta la cuarta catarata y hasta el Éufrates. Fue un gran constructor. A diferencia de los ramésidas de la XIX dinastía, la arquitectura de los tutmósidas permanece delicadamente estructurada y nunca perdió el contacto con la escala humana.
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Obelisco mandado erigir por la reina Hatshepsut (ca. 1490 – ca. 1469 a
Obelisco mandado erigir por la reina Hatshepsut (ca – ca a. C.) en el conjunto de Karnak (XVIII dinastía). 32 m. 240 Tm. Una sola pieza de granito.
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De los dos obeliscos construidos por la reina Hatsepsut en la estrecha sala hipóstila erigida por su padre Tutmosis I, uno continúa encerrado en la torre que mandó construir el sobrino de la reina, Tutmosis III, a la que odiaba profundamente y cuyas construcciones destruyó cuanto pudo. Ambos obeliscos, de granito de Asuán, tienen unos 32 m. Sus piramidiones eran de granito rosado revestido de oro y de plata. Ambos obeliscos fueron el resultado de siete meses de trabajo.
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Obelisco inacabado en la cantera de Asuán. Un solo bloque de piedra.
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En su articulación espacial y estructural, esta sala constituye el apogeo de la arquitectura egipcia. Desde el punto de vista estructural, nunca fue superado este edificio. Su verdadera finalidad se desconoce. Fue utilizada durante largo tiempo. El propio Alejandro Magno intervino en ella. Interacción perfecta entre elementos tectónicos y diferenciación espacial.
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Dimensiones de la sala: 44 x 16 m
Dimensiones de la sala: 44 x 16 m. La nave central es ligeramente más ancha que las laterales (las basas de las columnas se cortan). También parece más alta, pero no lo es. Esta impresión se produce por el sutil entrelazamiento de elementos espaciales y tectónicos. Los 32 pilares cuadrados y las paredes que cierran las naves laterales son considerablemente más bajos que las 20 columnas centrales ahusadas.
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Nave central de la Sala de festivales de Tutmosis III en Karnak.
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Los 32 pilares están coronados por un arquitrabe continuo encima del cual se halla el elemento decisivo que produce la impresión de alturas diferentes: una serie de losas transversales que sirven como alféizares bajo una banda de estrechas aberturas horizontales. Los extremos interiores de estas losas están tallados en ángulo con objeto de reducir la penetración de la luz directa. Las losas sobresalen hacia fuera para formar el techo de las dos galerías exteriores.
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Sutil estructuración de la arquitectura en piedra
Sutil estructuración de la arquitectura en piedra. Ni antes ni después la arquitectura egipcia logró un dominio tan completo de los elementos tectónicos de expresión. Se trata de una arquitectura basada en los más pequeños cambios dimensionales. ¡Espíritu y no masa! Tutmosis III era despiadado por naturaleza. Sabía odiar. Pero es un signo de un sentido interior de equilibrio que el más grande de los reyes guerreros de Egipto se mantuviera en esta sala dentro de tan nobles límites.
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Obelisco de Tutmosis III erigido en el eje este-oeste de la Sala de festivales de Karnak. Es el más alto conocido. Más de 32 m. El emperador Constantino lo llevó a Roma. Está emplazado frente al Palacio de Letrán.
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Grabado de Giuseppe Vasi de 1752 con una vista de la Plaza de San Giovanni in Laterano de Roma, con el obelisco de Tutmosis III.
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Los pilonos (como éstos del templo de Horus en Edfú) son auténticas barreras monumentales que separan el templo del exterior. Están llenos de simbolismo. Las dos torres trapezoidales simbolizan las cordilleras que encierran el valle del Nilo por el este y por el oeste. Se producen grandes tensiones entre sus muros macizos, sus delicados relieves, los mástiles de banderas (presencia del dios) y las estatuas colosales (los hijos vivientes del dios) unidas a la pared en algunos casos. El pilono es una falange de divinidad.
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Pilono VIII de la reina Hatsepsut en Karnak, con el que inauguró el eje norte-sur a gran escala. Relaciones maravillosamente armoniosas de las estatuas con la pesada y maciza estructura. Todo este pilono expresa una unidad indivisible. Su escala revela la mano de un maestro constructor (probablemente el arquitecto y estadista Senmut, favorito indiscutido de la reina).
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La sala hipóstila mandada construir por Ramsés II en el conjunto de Karnak es, después de las pirámides de la IV Dinastía, la estructura más espectacular de toda la arquitectura del Egipto antiguo. Ningún edificio anterior ni posterior superó este colosal espacio cubierto de 103 x 52 m (5000 metros cuadrados). Dentro de él cabría entera la Catedral de Notre-Dame de París. Continúa el eje principal este-oeste, proporcionándole toda su monumentalidad plástica. A través de la enorme puerta posterior del Pilono II (erigido por Ramsés I y comparable al Arco de Triunfo de París construido por Napoleón), una abrumadora masa de luz penetraba en el interior. El pasillo central, de 23 m de altura, acentúa la importancia del eje este-oeste. Este pasillo está formado por seis columnas a cada lado de un diámetro de tres metros y medio (como la Columna Trajana en Roma). El carácter dominante de este pasillo, además de por el diámetro superior de las columnas respecto a las restantes de la sala, viene determinado por el mayor espacio que hay entre él y las columnatas más bajas del resto. Estas restantes 122 columnas, más bajas, tienen unos dos metros de diámetro, y como la distancia entre ellas es más reducida que el diámetro de cada una, parecen romper el espacio. Además, al no estar simétricamente colocadas en relación con las columnas más altas, el espacio parece más lleno. Esto fue intencionado.
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Henri Chevrier, egiptólogo francés director de obras en Karnak.
Todos los medios están destinados a acentuar el dominio de la columnata este-oeste de la gran sala hipóstila como lugar de paso hacia el templo de Luxor en el Magno festival de Opet (diosa que dio a luz a Osiris), cuando se procesionaba al dios Amón desde Karnak a Luxor y retornaba de nuevo a su templo, fundamentalmente un ritual de fertilidad. Por lo tanto, ese lugar de paso no es un lugar de descanso ni para que los fieles se congreguen, sino un tránsito semioscuro donde se llevaban a cabo funciones rituales.
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El término “hipóstila” aparece en el historiador griego del siglo I a
El término “hipóstila” aparece en el historiador griego del siglo I a. C. Diodoro de Sicilia, y designa una sala con el techo apoyado sobre columnas. Reconstrucción de la sala hipóstila de Ramsés II en Karnak según un dibujo de 1902 del Metropolitan.
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En la gran sala hipóstila de Karnak, la amplitud de los diámetros de las columnas, la proximidad entre ellas y la colocación de sus centros en series alternas, demuestran una profunda aversión al espacio interior, de tal modo que éste no puede desarrollarse.
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Gustave Jéquier, egiptólogo suizo
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Perspectiva del paso central de la sala hipóstila de Ramsés II en Karnak desde el Pilono II (construido por Ramsés I). Al fondo, uno de los dos obeliscos de Hatsepsut.
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Sistema de iluminación de la sala hipóstila de Ramsés II
Sistema de iluminación de la sala hipóstila de Ramsés II. A la derecha, una de las ocho aberturas que abarcan la longitud total de la diferencia de alturas entre las columnas bajas y el arquitrabe que soporta el peso del pasillo central. Debido a las rejas de piedra, la luz que entra se reduce notablemente. El deseo de semioscuridad es más evidente en la luz procedente del techo, a 24 m de altura. Pequeñas aberturas (23 x 18 cm) fueron taladradas en las gruesas planchas de 80 cm de espesor, de modo que la luz entraba en finos rayos.
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En este templo de Amón en Luxor es donde por primera vez cristaliza de manera definitiva el tipo de sala hipóstila del Imperio Nuevo. Ello se debe a Amenofis III, bisnieto de Tutmosis III. Al fondo de todo el complejo templario, en el extremo norte, está el reducido santuario para la estatua del dios Amón. La anchura total de la sala hipóstila de Amenofis III es de 18 m y cada una de sus 14 columnas, 7 a cada lado, mide 16 m. de altura. El gran patio interior que hay a continuación es de Ramsés II. Schwaller de Lubicz era de la opinión que las diferentes partes del templo de Luxor reflejan diferentes etapas de la evolución humana: las proporciones del santuario más interno representan las de un recién nacido, y en el complejo entero se pueden hallar las proporciones de un esqueleto adulto completo. Norte
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Templo de Amón en Luxor. Vista de la sala hipóstila alargada de Amenofis III desde el patio porticado con doble columnata de Ramsés II.
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Este patio interior de la imagen se encuentra inmediatamente a continuación del patio al aire libre de Ramsés II. Adviértase el espacio más ancho central, que divide dos zonas de 16 columnas cada una. Unos metros cuadrados.
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Uno de los muchos relieves rehundidos de la pared sur de la gran sala hipóstila de Karnak, con Ramsés II ofreciendo incienso ante la barcaza sagrada. En su mano izq lleva un triple incensario y con la dcha arroja granos de incienso dentro del incensario, estando indicada su trayectoria por una línea de puntos.
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Relieve del templo de Karnak. Procesión ritual
Relieve del templo de Karnak. Procesión ritual. Este tipo de relieves, como el anterior, daban cuenta de los complicados rituales que se llevaban a cabo durante la procesión del dios Amón desde Karnak a Luxor y viceversa.
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El origen del templo funerario de la reina Hatsepsut se encuentra en las tumbas rupestres de los nomarcas (gobernadores provinciales) de la VI Dinastía en Asuán. Este tipo de tumbas excavadas a media altura en la abrupta ladera rocosa, se prolongó desde el Imperio Antiguo hasta la XII Dinastía en el Imperio Medio. La forma estructural de estas tumbas rupestres sólo se comprende si se la relaciona con la estructura física del Alto Egipto, sin llanuras desiertas como en Gizeh o en Saqqara. En todo el periodo señalado, se distinguen dos tipos de estas tumbas: a) aquellas, como las de la VI Dinastía reproducidas en la imagen, en las que las cámaras rectangulares se excavaban transversalmente (Querraum); b) las tumbas que penetran profundamente en la roca, es decir, excavadas perpendicularmente a la ladera, y que son propias del Imperio Medio (Langraum). En las tumbas de Asuán existe una clara relación de la muerte con el cosmos. Al salir de las entradas se tiene la sensación de hallarse envuelto por la bóveda cósmica.
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VI Dinastía. El dibujo del plano es del egiptólogo alemán Hellmut Brunner.
La austera dignidad del trazado de la entrada está realzada por las capas horizontales de arenisca de varios colores, que impresionaron mucho a Paul Klee e influyeron en su pintura. También parece que pudieron influir en algunas obras de Frank Lloyd Wright, como la Casa Kaufmann.
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Dibujo original del egiptólogo alemán Hans Steckeweh.
Se trata en este caso concreto del precedente más claro del templo funerario de Hatsepsut. El patio cuadrado está rodeado de una columnata protodórica. La escalera que partía del centro del patio conducía hasta la segunda terraza, que incluía primero dos filas de cuatro columnas y a continuación una sala hipóstila de diez pilares. El techo de ambos espacios formaba la tercera terraza. Desde esta tercera terraza, como puede verse, se entraba ya en la roca misma, primero a una capilla funeraria abovedada exenta de columnas y después a los espacios más recónditos de la tumba (ver planta y sección). La característica esencial del conjunto es la nítida secuencia de terrazas y la importancia del eje longitudinal. Dice Steckeweh que “nos encontramos en la estructura privada más grande y más hermosa conocida en el periodo anterior al Imperio Nuevo…la cumbre del arte provincial en el Imperio Medio”. Norte Sur
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la capilla
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Los tres templos de Dehir el-Bahari, junto a la ribera occidental del Nilo. Planos del egiptólogo suizo Henri Édouard Naville. En el plano que reproduce el libro de Sigfried Giedion (extraído de la propia publicación de Naville), los números 14 y 16 están invertidos, lo cual sí tiene más sentido. Es decir, que el lugar más recóndito, profundamente excavado en la roca, y punto culminante de toda la composición arquitectónica, sería la capilla funeraria de Hatsepsut y de su padre. Oeste Tercera terraza con patio interior Columnata Columnata Rampa a la 3ª terraza Columnata inacabada Rampa al santuario de Hator Norte Segunda terraza Columnata Columnata Rampa Primera terraza Este Pórtico de entrada
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Desde el patio del templo una rampa muy ancha conducía hasta la segunda terraza. La pirámide maciza se levanta desde el centro de la sala hipóstila situada en el segundo nivel. El patio interior, detrás, conducía a las tumbas de la mujer y las hijas del faraón. La tumba de éste no se ha encontrado. Su contradicción arquitectónica es que se trata de un Langraum en planta y piramidal en alzado. Es el mayor edificio porticado de Egipto. Winlock comprobó el valor concedido a las esquinas del edificio (por la existencia de agujeros cuadrados). Templo funerario de Mentuhotep, de la XI Dinastía. Dibujo de Henri Édouard Naville. Este faraón, que inauguró el Imperio Medio, fue el primero que hizo de Tebas una residencia real. La calzada ascendente, con paredes y sin techo, tenía unos 35 m. de anchura y de longitud. El primer pórtico de 26 columnas es muy poco corriente.
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Dehir el-Bahari (frente a Tebas, la actual Luxor)
Dehir el-Bahari (frente a Tebas, la actual Luxor). Templo de la reina Hatshepsut, XVIII dinastía. Según Sigfried Giedion, maestría en el tratamiento del espacio, adaptación a un amplio paisaje y gran independencia arquitectónica. Majestuosidad nunca alcanzada después de las relaciones espaciales. Fue Tutmosis I, el padre de Hatsepsut, quien decidió escoger la oculta garganta rocosa que hay justamente detrás de la montaña de Deir el-Bahari, el Valle de los Reyes, montaña coronada precisamente por un pico en forma de pirámide, como lugar de enterramiento real.
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Vista aérea del templo funerario de Hatsepsut. No se trata de una tumba. Rara unidad de arquitectura y escultura. Nueva libertad de la articulación del espacio, insuperada en Egipto. Ejemplo único de estrecho acuerdo entre arquitecto y cliente. Cuando el arquitecto es capaz de dar vida a algo que duerme ya en la mente del cliente, puede una fuerte imaginación conceptual hallar soluciones dentro de los límites de una imaginación todopoderosa. Afinidad espiritual y corporal entre Senmut, un portentoso genio artístico y un extraordinario hombre de Estado, y Hatsepsut.
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Dehir el-Bahari (frente a Tebas, la actual Luxor)
Dehir el-Bahari (frente a Tebas, la actual Luxor). Templo de la reina Hatshepsut, XVIII dinastía. Todo el proyecto estuvo en todo momento en manos de Senmut y fue comenzado a los cinco años de comenzar el reinado de Hatsepsut. Las cualidades de la naturaleza de ésta fueron llevadas por el arquitecto a la prodigiosa obra, un acontecimiento único en la historia de la arquitectura mundial.
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Todo en el templo de Hatshepsut revelaba la mano del hombre
Todo en el templo de Hatshepsut revelaba la mano del hombre. Al margen de su carácter conmemorativo, no se puede concebir un camino procesional más majestuoso. Absoluta maestría en el modo como sus series de rampas y terrazas expresaban el eterno concepto egipcio de un viaje ascendente al más allá. Todo está aquí libre del olor de la tumba. El templo hacía pensar en un jardín de placer para la eternidad. Está orientado verticalmente. Los planos horizontales son meras pausas en un camino que asciende eternamente. Esto fue expresado con gran audacia introduciendo una estructura humana admirablemente articulada dentro de la inmensa verticalidad del gran anfiteatro rocoso, que hace que la mirada se eleve hacia las cumbres. Un gran problema humano permanece aquí oculto: cómo enfrentar lo que es informe (la naturaleza) con lo que tiene forma (la arquitectura) sin permitir que esto último quede reducido a la insignificancia.
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La síntesis de arquitectura y escultura en Dehir el-Bahari no tuvo paralelo en Egipto ni antes ni después. Ausencia del colosalismo posterior de los ramésidas. Todo está subordinado a la escala humana y a la visión desde lejos. Escultura y arquitectura se equilibran y compenetran, haciéndose indivisibles. Muy raramente se ha alcanzado esta unidad, que en este caso sólo se comprende advirtiendo la estrecha relación de aquéllas con la religión. En la tercera terraza se aplicó conscientemente un fuerte contraste escultórico. Cada estatua de Osiris llevaba el rostro de la reina. Estas figuras fueron pintadas para ser vistas a distancia. A pesar de las mutilaciones y del hieratismo propio del dios de la muerte, se manifiesta el encanto y la belleza de la reina, con sus grandes ojos y sus labios llenos (ver más adelante estas estatuas).
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Templo funerario de Hatsepsut. Ángulo noroeste de la segunda terraza
Templo funerario de Hatsepsut. Ángulo noroeste de la segunda terraza. A la izquierda, la Capilla de Anubis; a la derecha, fragmento de la columnata inacabada del lado norte. El patio interior cósmico. Sobre el peristilo se alzan imponentes riscos.
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La imponente pared con las estatuas osiriacas constituía el final del ascenso. El punto culminante era la abovedada capilla funeraria para Hatsepsut y su padre, Tutmosis I, cavada profundamente en la roca y que nos introduce por completo en la oscuridad.
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Capilla de Hathor de la segunda terraza
Capilla de Hathor de la segunda terraza. Construida con gran esmero y un gran refinamiento espacial. Actualmente, la bóveda con sus relieves y la escultura de la vaca sagrada están en el Museo de El Cairo. Fotografía de 1900.
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Templo funerario de Hatsepsut
Templo funerario de Hatsepsut. Fachada de la Capilla de Anubis, adyacente al ángulo noroeste de la segunda terraza. Fotografía de 1900.
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Templo funerario de Hatsepsut
Templo funerario de Hatsepsut. Columnata inacabada en el lado norte de la segunda terraza. Fotografía de 1900.
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Templo funerario de Hatsepsut
Templo funerario de Hatsepsut. Perspectiva de la segunda terraza desde la doble columnata del oeste, con la columnata inacabada del lado norte (a la izquierda de la fotografía). Imagen de 1900. Esta segunda terraza era la que mayor cantidad de personas podía alojar. La perspectiva era abierta y podía verse hasta muy lejos en el amplio paisaje. Se dice que desde aquí era visible el piramidión revestido de oro del obelisco de Hatsepsut en Karnak.
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Estatua-bloque de Senmut con la princesa Neferurre (hija de Hatsepsut)
Estatua-bloque de Senmut con la princesa Neferurre (hija de Hatsepsut). Museo de El Cairo. La mutilación de la cabeza de esfinge de Hatsepsut se debe a su sobrino Tutmosis III. r
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Detalle de la estatua-bloque de Senmut con la princesa Neferurre
Detalle de la estatua-bloque de Senmut con la princesa Neferurre. Étienne Drioton reveló en un penetrante estudio que el propio Senmut grabó en sendos hombros de la figura los dos nombres de la reina como un pictograma. En uno un pictograma con el primer nombre de la reina, Maatkare, y en el otro el nombre de Hatsepsut (mediante la figura fantástica de un dios llevando símbolos en lugar de cabeza). “Siguiendo los impulsos de mi corazón y con mis propias manos”, asegura Drioton que dice el propio Senmut. Ello es la declaración de un enamorado y de un amante.
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Estatua sedente de Hatsepsut en el Metropolitan.
Su línea ancestral por la rama femenina estaba estrechamente relacionada con Creta, y Hatsepsut “parece haber heredado una tradición cultural especial de sus antepasados. El aspecto más digno de mención de su reinado, su política decididamente pacifista, puede contemplarse no sólo como expresión de su feminidad, sino también en su afinidad con la idea de paz mantenida por la cultura minoica” (Alfred von Hermann). Tercera terraza del templo funerario de Hatsepsut. Estatuas de la reina representada como Osiris. Los brazos cruzados sobre el pecho; la mano izq sujetando el cetro, el uas, un cayado de pastor (riqueza y prosperidad); la dcha sosteniendo el signo de la vida, el ankh, y un mayal (flagelo). Estatua sedente de Hatsepsut en el Metropolitan.
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Cabeza de granito de Hatsepsut en el Museo de Berlín
Cabeza de granito de Hatsepsut en el Museo de Berlín. Profundamente femenina y amante de la paz, “la violencia y el derramamiento de sangre no tenían lugar en su carácter. El suyo fue un reinado dominado por un arquitecto” (Herbert Eustis Winlock). En la propia roca del templo funerario están grabadas estas palabras: “Mirarla era más hermoso que nada; su esplendor y su forma eran divinos; era una doncella hermosa y radiante”.
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Esfinge de Hatsepsut de granito rojo, procedente de la segunda terraza del templo. 3’5 m. 7’5 Tm. Metropolitan. Sin duda, como dice William Christopher Hayes, era vanidosa. De hecho, Deir el-Bahari no tiene sino un solo tema: Hatsepsut. Sus estatuas están por todas partes: como mujer, como Osiris, como esfinge.
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Cabeza de piedra policromada de Hatsepsut procedente de Deir el-Bahari.
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Los escultores egipcios partían de un bloque tallado en forma de prisma, marcando una cuadrícula en su lados. En la cara frontal del prisma trazaban la figura de frente, y en los lados de perfil, todo ello de acuerdo con el canon. El arqueólogo danés Julius Lange descubrió en el siglo XIX que la ley constituyente de la escultura egipcia consistía en el mantenimiento incondicional de un plano vertical que cortaba el cuerpo por el centro. Esta “ley de la frontalidad” era universal y no se permitía ninguna desviación.
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Tomado del egiptólogo danés Erik Iversen, según modelo del egiptólogo alemán Karl Richard Lepsius. A partir de sus observaciones entre , Lepsius desarrolló el canon egipcio, es decir, un sistema fijo de proporciones que establecía firmemente las relaciones inalterables entre las diferentes partes del cuerpo humano. Para Iversen, la observación fundamental de Lepsius fue descubrir que la relación entre la altura, la longitud de los brazos y la longitud del pie, expresaba simultáneamente unidades del sistema de medida egipcio.
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La medida lineal decisiva es el codo
La medida lineal decisiva es el codo. También las proporciones en la arquitectura estaban basadas en el codo, lo que supone que es una proyección de las proporciones y miembros del cuerpo humano a una escala mucho mayor.
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Relieve de madera de la XVIII Dinastía.
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Falsas bóvedas de cañón hechas de ladrillo en los almacenes del Ramesseum, templo funerario de Ramsés II en Tebas. XIX Dinastía. Siglo XIII a. C.
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Reconstrucción de las falsas bóvedas de cañón hechas de ladrillo (las hiladas de ladrillo sobresalen hacia dentro) en los almacenes del Ramesseum de Tebas. Dibujo de Karl Richard Lepsius. Aunque empleadas desde los comienzos mismos de la arquitectura, las cúpulas y las bóvedas de cañón no desempeñaron ningún papel en la arquitectura monumental de Egipto y de Mesopotamia. En el Imperio Nuevo nunca fueron visibles desde el exterior. Recuérdese la capilla de Hathor en el templo funerario de Hatsepsut.
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