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UN SOLO PUEBLO Y UN SOLO REINO DE DIOS: “COMUNIÓN Y MISIÓN”

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Presentación del tema: "UN SOLO PUEBLO Y UN SOLO REINO DE DIOS: “COMUNIÓN Y MISIÓN”"— Transcripción de la presentación:

1 UN SOLO PUEBLO Y UN SOLO REINO DE DIOS: “COMUNIÓN Y MISIÓN”
PARROQUIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS AGUSTINOS RECOLETOS LA IGLESIA NACIDA EN EL CONCILIO VATICANO II: UN SOLO PUEBLO Y UN SOLO REINO DE DIOS: “COMUNIÓN Y MISIÓN”

2 INTRODUCCIÓN: El Concilio Vaticano II es un acontecimiento del Espíritu. Un don de Dios a la Iglesia y al mundo. Él se presenta ante nosotros como punto de referencia, punto de partida. Es un revulsivo en la vida de la Iglesia. Su destinatario es la humanidad entera. Él fue dado a la Iglesia para renovarla en su doble dimensión de reflejo de la historia de la comunidad trinitaria y de instrumento de Dios para salvación de los hombres y de todo hombre: en definitiva para que llegue a ser realidad de verdad, en la historia, Misterio de Comunión y Misión.

3 1.- REDESCUBRIMIENTOS HECHOS POR EL CONCILIO VATICANO II
1.1 CENTRALIDAD DE JESUCRISTO EN LA IGLESIA. A lo largo de los siglos Jesucristo había ido cediendo su puesto central y único a la misma Iglesia. Jesucristo se tenía como respaldo y justificante, pero no propiamente como centro vital y referente único para actuaciones eclesiales. Desde el Discurso de Apertura de la segunda sesión conciliar, el Concilio fue tomando conciencia de que el centro único y determinante de todas sus reflexiones y decisiones, no podía ser otro que Jesucristo.

4 1.2 EL REINO, HORIZONTE Y TAREA PRIORITARIA DE LA IGLESIA
La realidad del Reino no había estado ausente de la vida de la Iglesia, pero sí fue perdiendo el horizonte bíblico neotestamentario para pasar a un concepto de Reino interpretado desde claves exclusivamente políticas y sociales: terrenas en definitiva. El Concilio al situar el misterio y la vida de la Iglesia en clave de historia de salvación, centrado en la Palabra de Dios, hizo posible una nueva lectura de lo que es en realidad el Reino de Dios en su relación con la Iglesia. De entrada el Concilio identifica ese Reino no con la Iglesia, sino con la persona de Jesucristo: el reino se manifiesta, ante todo, en la propia persona de Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre (LG. 5).

5 El Verbo Encarnado es la personificación del Reino: Él lo anuncia, lo inaugura, lo manifiesta a los hombres con sus palabras y sus signos, y sobre todo lo personifica, de tal manera que, Jesucristo es impensable sin la realidad del Reino: en su persona vemos plasmada y realizadas la esencia misma del Reino, con todas las notas, dimensiones y compromisos que ese Reino comporta. Este Reino, la Iglesia lo tiene que establecer y guardar celosamente con el testimonio y la escucha de la verdad. Aunque el Reino de Dios no es de este mundo, sin embargo el progreso temporal en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al Reino de Dios (LG. 39). La Iglesia, al hacer presente el Reino de Dios entre los hombres de diversas culturas, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo, sino que fomenta, asume, purifica, fortalece y eleva, todas las capacidades, riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tiene de bueno (LG.13).

6 Afirmar que la Iglesia es Pueblo de Dios implica que:
1.3 LA COMUNIDAD ECLESIAL COMO PUEBLO DE DIOS El Concilio redescubre el protagonismo de la comunidad eclesial en que es Pueblo de Dios y hace preceder este capítulo al capítulo dedicado a la jerarquía. El único protagonista en la Iglesia es el único Pueblo de Dios, pueblo mesiánico, con carácter carismático, profético y sacramental: un pueblo que testifica el poder de Cristo como KYRIOS ( Señor), el regio poder de salvación que posee Cristo. Afirmar que la Iglesia es Pueblo de Dios implica que: Es la “comunidad eclesial” la primera llamada a vivir, a actuar y crecer en todas sus dimensiones, a través de los distintos carismas, gracias y ministerios. Es la comunidad llamada a crecer y a protagonizar la propia misión salvífica en el mundo. El desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia comunidad eclesial están mutuamente condicionados, ya que ni la persona puede realizarse a espaldas de la comunidad, ni la comunidad puede construirse prescindiendo de cada persona.

7 En la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios no existe ni masa ni élite.
Ser Pueblo de Dios, lleva consigo también, como exigencia necesaria, la de desarrollar la condición de miembro vivo y activo de este Pueblo, superando la pasividad. Por la condición de Pueblo de Dios, todos los miembros adquieren una dignidad por igual: la de ser hijos de Dios, y esto, en virtud del Bautismo. La concepción de la Iglesia como Pueblo de Dios devolvió a la Iglesia su dinamismo histórico: no sólo vive en la historia, sino que ella misma hace historia y que goza o padece la historia. Por ello, siente la necesidad de una ininterrumpida renovación gracias a la acción del Espíritu Santo (LG. 9).

8 Durante siglos, el bautismo ha sido para los cristianos:
1.4 EL BAUTISMO, CONSAGRACIÓN PRIMERA, FUNDAMENTAL Y DECISIVA DEL CRISTIANO Durante siglos, el bautismo ha sido para los cristianos: Un rito religioso por su sentido salvífico. Signo de pertenencia a la Iglesia . Condición para recibir los demás sacramentos cristianos. Fuera de estas perspectivas el bautismo no tenía mayor valor. El redescubrimiento del Concilio Vaticano II fue que el bautismo es: Participación del Misterio Pascual de Cristo (Rm. 6, 3-11). Puerta de entrada de ese Nuevo Pueblo de Dios peregrino en la historia ( Hch. 2, 37-41; 4,4). Expresión y exigencia del compromiso voluntariamente aceptado de construir el Reino de Dios entre los hombres ( Hch. 2, 41-47).

9 Inicio de la vida cristiana:
Iniciativa de Dios que llama gratuitamente. La respuesta positiva a la llamada divina en la fe aceptando el don de Dios y adhiriéndose personalmente a Jesucristo. El gesto de apropiación por parte de Dios del llamado al que unge con la unción del mismo Espíritu con el que Cristo fue ungido, ya lo que sella como cosa y posesión suya ( 2 Cor. 1,21-22). La incorporación al Pueblo de consagrados como miembro activo y vivo, y el envío al mundo para anunciar la salvación de Dios a todos los hombres y a todo el hombre. Esta consagración bautismal no es una realidad hecha y terminada, sino que está sometida a la ley de un crecimiento incesante y de un desarrollo cada vez más maduro y comprometido.

10 2.1 COMUNIÓN Y MISIÓN EN EL CONTEXTO DE LA ECLESIOLOGÍA DE VATICANO II
El cambio experimentado por el Concilio Vaticano II en la consideración de la Iglesia se plasma en dos grandes ejes: LA COMUNIÓN Y LA MISIÓN. 2.1 LA COMUNIÓN EN EL ÚNICO PUEBLO DE DIOS La eclesiología de comunión es una idea central y fundante en los documentos del Vaticano II y en posteriores cartas apostólicas. El Papa Juan Pablo II, nos explica en su carta apostólica “Novo millennio ineunte” lo que significa “la espiritualidad de comunión”: Una mirada al misterio de la Trinidad que habita en nosotros y cuya luz debe ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico para saber compartir sus alegrías y tristezas; para saber intuir sus deseos y atender sus necesidades.

11 Capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios. Es saber dar espacio al hermano llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga. 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias.

12 2.1.1 PRESUPUESTO ANTROPOLÓGICO DE LA ESPIRITUALIDAD
DE COMUNIÓN El hombre es un “ser-para-la-comunión”. La conciencia de nuestro propio yo nace en la contraposición a un tú. El proceso de maduración humana consiste en el paso progresivo de ser “individuo” al ser “persona”. Solamente podemos afirmar estar delante de una persona propiamente dicha, cuando estamos ante alguien que se olvida de sí dejando de ser el centro de sí mismo; alguien que comprende al otro; asume las situaciones por las que pueden atravesar los otros haciéndolas suyas y está dispuesto a dar. Si la comunidad humana-religiosa se edifica con personas, estamos en condiciones de valorar la importancia de estar en un constante e ininterrumpido proceso de personificación.

13 Apoyado en este principio personalista, el Concilio Vaticano II, al abordar el tema del hombre nos dirá que el hombre es un ser abierto a la comunión: “está hecho para la comunión con otros hombres”. Esta apertura no es algo sobreañadido o accidental a la condición humana; pertenece a lo más íntimo y constitutivo de su ser. El ser hombre es por su misma naturaleza, un ser social y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás. La comunión presupone diversidad de dones, talentos, pareceres, puntos de vista, en definitiva de personas. La unidad no significa perder la identidad, sino fundir a los seres que se encuentran en la unidad, en la totalidad de lo uno. El Pueblo de Dios está llamado a construir una verdadera comunión desde lo más radical del hombre: “su condición de ser-para la comunión”.

14 2. 1. 2 PRESUPUESTO TEOLÓGICO: LA COMUNIÓN TIENE SU
PRESUPUESTO TEOLÓGICO: LA COMUNIÓN TIENE SU RAÍZ ÚLTIMA EN SU NATURALEZA TEOLÓGICA La comunión en el Pueblo de Dios tiene su raíz y fundamento último en ser un verdadero don de Dios en cuanto Dios Trinidad: Su punto de partida y fuente : en el misterio trinitario, en la comunión profunda entre las tres divinas Personas. Dios Padre quiso llamar a los hombres a participar de su vida no sólo individualmente, sino constituirlos en un pueblo en que sus hijos, que estaban dispersos, se congreguen en la unidad. Jesucristo es enviado a recomponer lo desintegrado y para reunir a todos los hijos de Dios que estaban dispersos. La comunión eclesial encuentra en el Espíritu Santo el artífice supremo e imprescindible de su realización. El vínculo de amor y de comunión en el seno de la Trinidad, es igualmente, en el interior de la Iglesia, el vínculo más profundo de comunión en la diversidad de dones, carismas, gracias y ministerios.

15 Así como en el seno de la Trinidad la acción vinculante del Espíritu no anula sino que mantiene profundamente diversos al Padre y al Hijo en plena comunión de un amor que realiza y asegura la unidad de la naturaleza divina, de forma análoga, en la comunidad eclesial es el Espíritu el que mantiene a los bautizados en la unidad más profunda sin anular la diversidad más variada y enriquecedora de dones y ministerios, en servicio y crecimiento del único Cuerpo de Cristo ( Ef. 4, 7-16). Es el espíritu Santo, entonces, quien garantiza y conserva en la Iglesia la verdadera unidad. La naturaleza trinitaria de la comunión tiene el compromiso central de vivir la verdadera comunión, siendo al mismo tiempo fermento de auténtica comunión entre los hombres.

16 2.1.3 PRESUPUESTO ECLESIÓLOGICO DE LA COMUNIÓN: LA COMÚN Y RADICAL VOCACIÓN A LA FE DE TODOS LOS BAUTIZADOS El Concilio Vaticano II, al hacer su planteamiento eclesiológico desde la comunión, pone el sacramento de Bautismo como elemento común e imprescindible para todos por igual. Al hacernos cristianos, nos iguala en la condición de miembros. La Iglesia distingue tres vocaciones: laical, ministro ordenado, vida consagrada. Estas tres vocaciones habrá que entenderlas no desde lo que las distingue, sino de lo que tienen en común: ser cristiano, ser bautizado, ser seguidores de Cristo, comprometidos en la fuerza del Bautismo a construir el Reino de Dios ya aquí en la tierra. De este planteamiento se deduce la necesidad radical de que cada una de las vocaciones particulares esté al servicio de las otras dos, para el crecimiento del Cuerpo de Cristo, y para la realización de su misión en el mundo.

17 Por consiguiente, las tres vocaciones:
Nacen de la misma y única fe. Todas tienen la misma dignidad. Ninguna de ellas se entiende sin las otras dos. Cada una de ellas para poder ser vivida en plenitud tiene que contar y estar en relación viva y existencial con las otras dos.

18 2.1.4 COMUNIÓN PARA LA MISIÓN
La comunión, verdadero don de Dios y tarea para la comunidad seguidora de Cristo, tiene que desembocar necesariamente en el compromiso compartido por todos los miembros de llevar a cabo una misión: “construir el Reino de Dios ya aquí en la tierra”. La comunión sin misión convierte a la Iglesia en un ghetto, confortable y cálido para sus miembros, pero absolutamente inútil para las esperanzas de una humanidad que espera verse liberada de la esclavitud. La Misión no surge por iniciativa de la propia Iglesia, sino que se origina más allá del hombre, en el proyecto de Dios sobre el hombre. El hombre no origina ni fundamenta la Misión, solamente la recibe. La Iglesia sólo pretende una cosa: “continuar bajo la guía del Espíritu Santo la obra del mismo Jesucristo que vino al mundo para testimonio de la verdad, para salvar y no juzgar, para servir y no ser servido” ( GS 3).

19 2.2 LA MISIÓN DEL ÚNICO PUEBLO DE DIOS
La comunión en la Iglesia desemboca necesariamente en la Misión. Así como en la Trinidad la comunión de las Personas es principio de envío del Hijo por el Padre y del Espíritu por el Padre y el Hijo, de forma análoga la comunión entre los bautizados tiene que desembocar en la asunción y realización de la Misión que el Padre confió a Cristo y que Él, a su vez, confió a la Iglesia para que la lleve adelante con la fuerza del Espíritu hasta el final de los tiempos.

20 2.2 CRISTO, ENVIADO POR EXCELENCIA
Los sinópticos presentan a Jesús como el Hijo enviado (Mt. 21, 33-46; Mc. 12, 1-12; Lc. 20, 9-19) en contraposición con otros enviados, escribas y fariseos, e incluso entre los profetas enviados sucesivamente por Dios al Pueblo. San Juan quiere hacer ver que, mientras los pastores del pueblo eran ladrones y salteadores ( Jn. 10, 1) porque habían venido por su cuenta, Jesús aparece con clara conciencia de ser enviado por Dios por excelencia: Aquel que no hace nada por su cuenta; Aquel que hace todo y sólo lo que le ha mandado que haga el que lo envió; Aquel cuyo alimento es cumplir el designio del que lo envió y llevar a cabo su obra (Jn. 4, 34). Aquel que no ha bajado del cielo para realizar su designio propio sino el designio del que lo envió ( Jn. 6, 38). Aquel que no está aquí por decisión propia sino por decisión del que lo ha enviado, y a quien conoce muy bien precisamente por proceder de él (Jn. 7, 28-29).

21 2.2.2 EL REINO EN LA MENTE Y EN LA ACTIVIDAD MESIÁNICA DE JESÚS
En la mente de Jesús, la realidad del Reino de Dios presupone siempre la existencia de la conciencia de enviado por el Padre a instaurar el reino de Dios entre los hombres. El reino de Dios no es una teoría o una doctrina. Por ello, Jesús no hizo ninguna descripción del mismo. El Reino de Dios es una manera de vivir que solo se puede entender y explicar a partir de hechos y situaciones en los que se antepone la vida a todo. El concepto de Jesús acerca del Reino no coincide con la esperanza político-nacional muy extendido en el pueblo de Israel. El Reino de Jesús tiene un horizonte trascendente, pero es al mismo tiempo totalmente de este mundo, como lo demuestra el hecho que los hambrientos son saciados, los tristes consolados… y tiene como norma o ley suprema el amor incluso a los enemigos.

22 El Reino tiene: UNA META: reunir en una sola familia a todos los hijos de Dios dispersos (Jn. 11, 52; 17, 20-23) en la que Dios sea el Padre de todos, Cristo el primogénito entre muchos hermanos (Rm. 8, 29), y todos los hombres, hijos de un mismo Padre y, por eso mismo, hermanos entre sí (Mt. 23, 8). UN PROYECTO: una humanidad nueva que a partir de un Hombre Nuevo, pone al hombre en el centro de todo y de todos. Este proyecto comienza ya en la tierra, trasciende el espacio, pero se consuma y plenifica en el más allá. UN HORIZONTE: es universalista (Mt. 8,11). UNOS DESTINATARIOS: el anuncio de la Buena Nueva y el llamamiento se hace a todos, no es un proyecto para un grupo de selectos, aunque los que lo acogieron con verdadero entusiasmo fueron los pobres y sencillos de la sociedad.

23 2.2.3 LA IGLESIA, DEPOSITARIA DE LA MISMA Y ÚNICA MISIÓN DE CRISTO
La Misión no tiene en la Iglesia su origen en la mera inquietud interior de la propia comunidad eclesial. En analogía con Jesús, la Iglesia desde su mismo origen tiene conciencia de no estar haciendo algo por cuenta propia (Jn. 8,42). La comunidad eclesial de los seguidores de Cristo desde sus mismos inicios se sabe que: No va a donde ella quiere, sino a donde se siente enviada por el Espíritu. No dice lo que ella quiere, sino lo que el Espíritu le dicta. No se dirige con su mensaje a los destinatarios que ella quiere, sino a los que el Espíritu le ha señalado. Siendo una urgencia en el anuncio del Reino que no brota de su simple entusiasmo humano ni se basa en su propias fuerzas y recursos, siente un impulso irrefrenable que nada ni nadie puede detener.

24 La Iglesia no es, pues, una comunidad auto-enviada: es plenamente consciente de hablar y actuar en nombre de otro que la ha enviado. Ella no es una Iglesia: Interesada, calculadora, prudente con la prudencia de la carne (Rm. 8, 6). Buscadora de estrategias humanas para medrar En paz y concordia con los ricos y poderosos del mundo aunque sean injustos y opresores de los pobres y humildes.. Seguidora de políticas basadas en la conveniencia, en la mentira o el soborno. Por saberse enviada, es una Iglesia valiente, audaz, libre, desafiante, imprudente según los criterios de la carne y hasta temeraria frente a los poderes del mundo. La encomienda de la Misión se hace a la comunidad en cuanto tal: no a personas singulares. Si la Misión ha sido encomendada por Cristo a sus seguidores constituidos en comunidad, es evidente que todos ellos están implicados y comprometidos de forma corresponsable en esa única Misión. Por consiguiente: “ningún evangelizador es dueño absoluto de su acción evangelizadora”( EN 60).

25 2.2.4 LA COMUNIDAD ECLESIAL, MICRO-REALIZACIÓN Y FERMENTO DEL REINO DE DIOS EN EL MUNDO
El pensamiento mesiánico-escatológico de Israel, referente a la salvación escatológica, es inseparable del Pueblo de Dios y la Comunidad de Dios es elemento necesario del Reino. En la mente de Jesús, la realidad del Reino presupone la existencia de un pueblo al que confía la progresiva realización de ese proyecto de Dios. La Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios, está constantemente llamada y urgida a ser lugar en el que aunque sea a pequeña escala se realiza el proyecto del Reino, y al mismo tiempo instrumento válido a su entero servicio para su progresiva realización en la historia de los hombres hasta el fin de los tiempos. La centralidad del reino plantea a la Iglesia su exigencia más radical: ser una verdadera comunión. Una comunidad que se convierte en poderoso y eficaz fermento de esa fraternidad entre los hombres.

26 2.2.5 MISIÓN ÚNICA EN VARIEDAD DE CAMINOS Y FORMAS
La Misión encomendada por Jesucristo a su Iglesia es única. Esta Misión única es la construcción del Reino de Dios que, comenzando aquí en la historia, está destinado a llegar a su plena y definitiva consumación al final de los tiempos. Esta Misión única se realiza por diversos caminos apostólicos y desde una gran variedad de carismas diferentes. Es una Misión que se realiza desde vocaciones diversas pero complementarias y enriquecedoras. La amplia y rica variedad de dones, gracias y ministerios, procediendo de un mismo y único Espíritu, está destinada, de forma inmediata, a la construcción del único Cuerpo de Cristo, el cual, a su vez, está destinado a ser instrumento válido y eficaz en la construcción de la humanidad según el proyecto de Dios (1 Cor 12, 4-26; 14, ; Ef 2,21; 4, 12.16).

27 TRES AFIRMACIONES CLARAS DE S. AGUSTÍN SOBRE LA IGLESIA:
S. AGUSTÍN, EL HOMBRE DE SERVICIO SIN CONDICIONES A LA IGLESIA FRATERNIDAD TRES AFIRMACIONES CLARAS DE S. AGUSTÍN SOBRE LA IGLESIA: LA IGLESIA ES INSEPARABLE DE JESUCRISTO. “ La Iglesia habla en Cristo y Cristo en la Iglesia; el Cuerpo habla en la Cabeza y la Cabeza en el Cuerpo” (Comentario a los Salmos 30,2,4) LA IGLESIA ES COMUNIÓN, FRATERNIDAD. “ Como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo siendo muchos forman un solo cuerpo, así también Cristo es muchos miembros en un solo cuerpo ( Com Salmos 30,2,4). LA IGLESIA, MIENTRAS PEREGRINA POR ESTE MUNDO, NO PUEDE LIBRARSE DEL POLVO DEL CAMINO. “ La Iglesia se mantiene en pie con la oración para ser purificada por la confesión, y mientras vive aquí, así permanece en pie” (Sermón 181,5,70

28 CONCLUSIONES PASTORALES AGUSTINIANAS
Si la Iglesia es comunión y fraternidad, nadie puede presentar títulos de mayor pertenencia. Todos los miembros de un mismo cuerpo, todos formamos un pueblo real y sacerdotal. El bautismo confiere a los bautizados una dimensión misionera permanente. En la Iglesia fraternidad, todo es circular y compartido. S. Agustín antepone las necesidades de la Iglesia a las propias.

29 S. Agustín no renuncia al sueño de su vida: “la comunidad animada por la caridad”.
Comunidad “ para buscar juntos y en concordia a dios y nuestras almas. Así el primero que hallare la verdad llevará a los demás fácilmente y sin trabajo a ella” ( Sililloquios 1,12,20). La Comunidad que vive en la Iglesia está al servicio de la Iglesia y del mundo. La comunidad es, fundamentalmente, comunión de fe, de amor y de misión.

30 LA ESPIRITUALIDAD QUE NUTRE LA PASTORAL AGUSTINIANA
Al hablar de espiritualidad agustiniana nos estamos refiriendo a la forma específica que S. Agustín vivió su vocación cristiana, la lectura que hizo del Evangelio, que valor evangélico colocó en el centro de su vida sin olvidar los demás, cómo se adentró por los caminos de conocimiento de Dios. Por tanto, la espiritualidad es un mensaje, una experiencia. La pastoral se refiere al cómo y el cuándo presentar el mensaje para que sea comprendido y acogido por sus destinatarios.

31 UNA APROXIMACIÓN A LA ESPIRITUALIDAD AGUSTINIANA
1.- DIOS Y EL HOMBRE, ANVERSO Y REVERSO DE UNA MISMA MONEDA. S. Agustín, en su intento de desentrañar el enigma del hombre le lleva hasta el fondo de sí mismo. Se entrecruzan así dos grandes preocupaciones en su aventura vital : “ Conózcame a mí, conózcate a ti” (Soliloquios 2,1,1). Para S. Agustín tan grave es la muerte de Dios como la muerte del hombre. El hombre muere si vive exiliado de sí mismo, ignorante de que la fuente de la vida está en su interior ( Tratados sobre el Evangelio de S. Juan 25,17).

32 La admiración por Jesucristo se tiene que traducir en seguimiento.
2.- JESUCRISTO, MAESTRO INTERIOR La figura de Jesucristo es central en la espiritualidad agustiniana. S. Agustín se refiere a Jesucristo por medio de diversos títulos: Mediador, Verdad, vida, Alimento, Médico, Maestro Interior, Patria, Camino… subrayan el papel insustituible de la figura de Cristo. “ Cristo es la patria adonde vamos y el camino por donde vamos. Vayamos a Él y no nos equivocaremos” ( Sermón 92,3). La admiración por Jesucristo se tiene que traducir en seguimiento.

33 La conversión gira sobre dos polos:
3.- LA CONVERSIÓN: PROYECTO PERSONAL Y META EVANGELIZADORA. La conversión no se trata de un hecho heroico, de un éxito personal, sino de la acción eficaz de Dios en nosotros. Sólo Dios puede convertirnos. “¡Oh Dios! Conviértenos a ti. Estamos alejados de ti; si tú no vuelves, no nos volveremos” (Comentario a los salmos 79,4). La conversión gira sobre dos polos: La situación negativa de pobreza, error, de pecado, Y el horizonte positivo que significa orientar la vida hacia Dios. En el tránsito del hombre viejo al hombre nuevo, del ayer al futuro se hace presente el dinamismo pascual. Es el paso de la muerte a la Vida que va configurando la existencia. El objetivo primero de la Evangelización, para S. Agustín es la conversión, con lo que supone de cambio de valores…

34 ( Comentario a los salmos 85,7).
4.- LA ORACIÓN QUE SUPONE DIÁLOGO CON EL MAESTRO INTERIOR. “ Tu oración es tu conversación con Dios. Cuando lees, Dios te habla a ti; cuando tú oras, hablas a Dios” ( Comentario a los salmos 85,7). “ Cuando alabáis a dios con salmos e himnos, sienta el corazón lo que dice la boca” (Regla 2,12). El silencio interior es un clima, una actitud que permanece escuchar y escucharnos. “ Entra dentro te ti mismo… Bucea en tu intimidad y trata de encontrar ese dulce rincón escondido del alma donde puedes verte libre de tus argumentos… Escucha la palabra con mansedumbre para que puedas entenderla” (Semón 52.9,22)

35 TRABAJO POR GRUPOS Qué novedad han encontrado en esta exposición? Que puede aportar hoy, la fraternidad seglar AGUSTINO RECOLETA a la Misión de la Iglesia? Cuál tendría que ser el proyecto de trabajo de la fraternidad seglar AGUSTINO RECOLETA en nuestra realidad?


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